?A¨²n hay guerra?

La pregunta ser¨ªa impertinente si no fuera porque quienes sabemos que s¨ª, que todav¨ªa hay guerra, no podemos presumir de saber ni evitarla ni digerirla o fraternizarla, aunque solo sea emocionalmente. Escuch¨¦ esta duda a una joven con una indolente displicencia, como si hubiera preguntado en un tono no muy diferente si todav¨ªa llueve. Una ostentosa exhibici¨®n de desafecto, el soslayo de la despreocupaci¨®n. No hay preguntas sobre la prima de riesgo, la inflaci¨®n, los hombres de negro y tantos otros asuntos tediosos e ininteligibles que tan certeramente describe Gilles Lipovetsky en el ensayo De la ligereza. Porque hay otro mundo: el de Shein, Instagram, TikTok y Netflix donde se vive mejor y donde est¨¢ el Santo Grial de la felicidad. Las guerras, mientras queden tan lejos, no son m¨¢s que una inc¨®moda anomal¨ªa que apenas provoca alg¨²n rasgu?o en nuestra sensibilidad y una condescendiente curiosidad. Y aqu¨ª, en nuestro para¨ªso, puede que cuando se agote nuestra fingida empat¨ªa, acabemos poniendo el cartel de ¡°No molestar¡±.

Juan-Pablo G. De Quijano Sainz. Barcelona

Votocracia

Es alarmante la abstenci¨®n en los comicios tanto nacionales como extranjeros. En las legislativas francesas, la participaci¨®n ha sido del 46,23% y la de las elecciones al Parlamento andaluz, del 58,4%. ?Por qu¨¦ los ciudadanos dan la espalda a la fiesta de la democracia? Puede ser porque una vez que los ciudadanos han votado, los pol¨ªticos se olvidan de su verdadero cometido y act¨²an de espaldas a quienes los han elegido. Prima el inter¨¦s personal (corrupci¨®n) o el partidista sobre el general. La votocracia es un fraude a la democracia.

Jos¨¦ A. Mart¨ªnez Lamoca. Madrid

Otro verano sin ¨¢rboles

No s¨¦ si se trata de un problema de mi ciudad, aunque parece ser un mal com¨²n. Se trata de la falta de arbolado, la negligencia ante las peticiones de los ciudadanos para que se repongan los ¨¢rboles abatidos desde hace a?os. El Ayuntamiento de Valencia promueve campa?as por una ciudad verde, pero deja una gran cantidad de alcorques sin ¨¢rbol. Nos priva de la sombra necesaria para combatir el calor extremo de los veranos, como el que nos espera. Algo lamentable en una ciudad que se autodenomina verde y comprometida.

Susana Benet. Valencia

Echamos de menos EL PA?S de antes

Una vez m¨¢s, entretenidos entre columnas de autoficci¨®n donde cada articulista cuenta su vida emocional, las vicisitudes de la prostituci¨®n, la pederastia sin contemplar su mayor frecuencia en el ¨¢mbito pr¨®ximo a la familia, el papel de la mujer como consumidora prioritaria y su susceptibilidad a la publicidad... y el diario olvida actuar de conciencia social para avisar en mayo de las campa?as de prevenci¨®n de incendios, el seguimiento de las grandes obras p¨²blicas y los fallos en la adjudicaci¨®n de las mismas cuando caen puentes de autov¨ªas, el seguimiento de las deportaciones de extranjeros, el seguimiento de propuestas de incorporaci¨®n de mano de obra para cubrir puestos de trabajo, el dep¨®sito de tanta bater¨ªa que quedar¨¢ en desuso tras la incorporaci¨®n de nuevos m¨¦todos de desplazamiento... ?Sigo? Culturicen a la poblaci¨®n, es su obligaci¨®n. Echamos tanto en falta la labor de aquellos pioneros en EL PA?S...

Petra Garc¨ªa Aparicio. Madrid