Escribir en soledad y a la vez conjuntamente
En la cuarta entrega de ¡®Letras Americanas¡¯, el bolet¨ªn sobre literatura latinoamericana de EL PA?S Am¨¦rica, Emiliano Monge escribe sobre el doble literario, la posibilidad del doble creador
Estas ¨²ltimas semanas, querido lector, volvi¨® a sorprenderme un pensamiento que de tanto en tanto me asalta y luego se queda dentro de m¨ª o, mejor dicho, junto a m¨ª, durante d¨ªas: la idea del doble literario.
Pero no la del doble en tanto personaje, es decir, doppelg?nger que a un tiempo es h¨¦roe y antih¨¦roe de una historia ¡ªg¨¦nero que nuestra tradici¨®n import¨® del romanticismo, que a su vez lo extrajo de la mitolog¨ªa¡ª, ni la a¨²n m¨¢s improbable del doble en tanto entorno del personaje, es decir, en tanto universo ¡ªg¨¦nero que nuestra tradici¨®n export¨® al mundo con La invenci¨®n de Morel¡ª.
No, la idea que se me adhiere hasta aceptarla como se aceptan las obsesiones transitorias ¡ªdoblando las manitas¡ª, es m¨¢s ambigua, aunque tiene que ver con cierto romanticismo y Bioy Casares, Bioy y Borges, Bustos Domecq. Y es que me cicla la posibilidad del doble creador, el doble a consecuencia de aquello que se escribe, no ya a cuatro manos sino en total desconocimiento de ese otro: piensen ¡ªas¨ª cristaliz¨® mi obsesi¨®n¡ª en El libro vac¨ªo de Josefina Vicens y El discurso vac¨ªo de Mario Levrero. O en ¡ªas¨ª volvi¨® esta vez mi obsesi¨®n¡ª Brenda Navarro y Gabriel Mamani Magne.
El escritor o la escritora como doble
Que la literatura es algo que tambi¨¦n se escribe conjuntamente y no s¨®lo en la soledad de uno resulta m¨¢s o menos evidente: las escritoras y los escritores compartimos un mismo territorio de caza y a veces, tambi¨¦n, una misma temporada, aunque cada quien elija su presa ¡ªda igual que esta sea real o sea imaginaria¡ª y aunque cada cual opte por sus armas particulares. Para que funcione esto que acabo de aseverar, querido lector, deber¨¢s asumir que la presa es la historia, es decir, el fondo, mientras que las armas son las herramientas que erigen y sostienen la forma: el lenguaje, la arquitectura, el ritmo, por ejemplo.
Y deber¨¢s aceptar, adem¨¢s ¡ªperd¨®n por andar de pedinche¡ª, que no me refiero ni a los escritores ni a las escritoras que cazan en grupo y que forman, por lo tanto, esas manadas al acecho que conocemos como corrientes literarias, sino a aquellos y aquellas que, yendo a cazar en soledad, ignoran que tienen un doble que ha salido a una hora parecida, en busca de la misma presa o llevando consigo las mismas armas ¡ªque den con la misma historia y con las mismas herramientas es, quiz¨¢, el ¨²nico imposible¡ª: lean, bajo el paraguas de esta idea, por ejemplo, Mudanza de Ver¨®nica Gerber y El nervio ¨®ptico de Mar¨ªa Gainza o Formas de volver a casa de Alejandro Zambra y El esp¨ªritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia de Patricio Pron.
O, mejor a¨²n, volviendo a la escritora mexicana Brenda Navarro y al escritor boliviano Gabriel Mamani Magne, es decir, dos de las ¨²ltimas apariciones que me parecen realmente importantes y que, como ya dije, son culpables del ¨²ltimo cap¨ªtulo de mi obsesi¨®n m¨¢s peculiar ¡ªNavarro y Mamani Magne parecer¨ªan haber salido a cazar la misma presa pero llevando, claro, cada uno sus propias armas, no una sino dos veces¡ª pero tambi¨¦n, esto no lo hab¨ªa dicho todav¨ªa, de cuatro de mis ¨²ltimas felicidades lectoras, lean, bajo la sombra que les ofrezco ac¨¢, sus Casas vac¨ªas, Ceniza en la boca, El reh¨¦n y Se¨²l, S?o Paulo.
Dos veces dobles
?Cu¨¢l es la presa de Navarro en Casas vac¨ªas? El secuestro de un ni?o mientras juega en un parque. ?Cu¨¢l es la presa de Mamani Magne en El reh¨¦n? El secuestro de dos ni?os mientras duermen en su casa. ?Cu¨¢les las presas de la mexicana en Ceniza en la boca? La migraci¨®n hispanoamericana a Espa?a, el suicidio del hermano de la narradora y las marcas que dejan el racismo y las violencias econ¨®micas y sociales. ?Cu¨¢les las presas del boliviano en Se¨²l, S?o Paulo? La migraci¨®n hispanoamericana a Brasil, la muerte en vida del primo del narrador y las marcas que dejan el mestizaje y las violencias econ¨®micas y sociales.
Luego, obviamente, est¨¢n las herramientas, es decir, aquello que en este caso diferencia a los dobles de presa y los vuelve, por parad¨®jico que suene, escritores ¨²nicos: en Casas vac¨ªas, Navarro se sirve de dos voces adultas, la de la madre que ha perdido al hijo y la de la madre que se ha hecho de un hijo, para cuestionar la maternidad, mientras que Mamani Magne se vale de la voz de un ni?o, el mayor de los hijos secuestrados, para cuestionar la paternidad.
Algo similar sucede en Ceniza en la boca y Se¨²l, S?o Paulo: aunque las historias las cuentan una muchacha y un muchacho, sus armas no podr¨ªan ser m¨¢s distantes: Navarro construye una tragedia con visos de humor negro, utilizando un lenguaje cauto y un ritmo cadencioso, mientras que Mamani Magne construye una comedia negra con visos tr¨¢gicos, utilizando un lenguaje espont¨¢neo y un ritmo fren¨¦tico.
Espejo de obsidiana
La historia del doble literario est¨¢ atada a la del reflejo, a la posibilidad de que ¨¦ste cobre vida en el espejo y salga al mundo. No pensemos, por un momento, en los espejos que hoy conocemos. Pensemos en uno de obsidiana, uno de esos que hab¨ªa en nuestra regi¨®n antes de las guerras de conquista y que pose¨ªan dos caras: en una se observaba el reflejo del mundo, en la otra el reflejo miraba al mundo.
M¨¢s all¨¢ de mitos y leyendas, el asunto es el c¨®ncavo y el convexo: en una cara el mundo se expand¨ªa, en la otra se encog¨ªa: as¨ª pasa con los universos dobles pero ¨²nicos de Navarro y Mamani Magne: en el de ella, el lector contempla el mundo con gran angular, en el de ¨¦l, con teleobjetivo.
Navarro y Mamani Magne ocupan, cada uno, un lado del mismo espejo, son dobles pero tambi¨¦n ¨²nicos, como, me parece, sucede con todos los dobles creadores: su reflejo no es el otro, es el reflejo de uno y de otro.
Por eso, me digo notando que la obsesi¨®n me suelta, se puede escribir en soledad y conjuntamente.
Como Navarro y Mamani Magne, como Gerber y Gainza, como Vicens y Levrero.
Coordenadas
Casas vac¨ªas y Ceniza en la boca se encuentran en edici¨®n de Sexto Piso. El reh¨¦n fue publicado por Dum Dum, mientras que Se¨²l, S?o Paulo, por Editorial 3600 (dentro de poco aparecer¨¢ tambi¨¦n en edici¨®n de Perif¨¦rica).Mudanza se puede conseguir en ediciones de Almad¨ªa, Montacerdos y Pepitas de calabaza, mientras que El nervio ¨®ptico en Laurel y Anagrama, que tambi¨¦n public¨® Formas de volver a casa. Random House public¨® El esp¨ªritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, as¨ª como, actualmente, la mayor parte de la obra de Levrero. La obra de Josefina Vicens se encuentra en el FCE.
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