Pagar¨¢n (demasiados) justos por pecadores
No importa el tema, lo esencial para el presidente es impedir que sus adversarios utilicen los estallidos de la realidad en su contra
Para Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador cada evento, suceso o noticia se reduce a una batalla que ha de ganar. Tr¨¢tese de la escasez de gasolina, de la imposici¨®n de condiciones en la venta de energ¨ªa o de defender a un fiscal general de la Rep¨²blica que privilegia su agenda familiar.
No importa el tema, lo esencial para el presidente es impedir que sus adversarios utilicen los estallidos de la realidad en su contra. Incluso en dolorosos episodios en donde pierden la vida misioneros de edad avanzada muertos a tiros por un desquiciado criminal, como ha ocurrido esta semana en la sierra Tarahumara.
Porque la clave del gobierno de AMLO es que ¨¦l tiene un plan de naci¨®n, que ¨¦ste es inatacable, y que cualquier bache en el camino es eso, cuando mucho una molestia pasajera, ruido medi¨¢tico alimentado artificialmente por sus oponentes y, sobre todo, circunstancias a desestimar porque incluso ante errores catastr¨®ficos, muertes absurdas o masacres, la transformaci¨®n ha de triunfar as¨ª demasiados justos paguen por los pecadores.
Y es que L¨®pez Obrador no se ve a s¨ª mismo en el uniforme de un bombero que ha de tratar de extinguir cuanto incendio prenda en un pa¨ªs de hojarasca como es el M¨¦xico que durante lustros pidi¨® a gritos le dejaran gobernar.
?l sabe que si intentara sofocar los problemas emergentes el sexenio se le ir¨ªa en eso, y su agenda presidencial quedar¨ªa en un segundo plano. Ser¨ªa un gobierno m¨¢s, no una revoluci¨®n pac¨ªfica como ¨¦l se ha prometido.
Con la misma resoluci¨®n que us¨® siempre para sobreponerse a las derrotas en su larga vida de opositor, como gobernante ha emprendido una marcha para implantar proyectos y pol¨ªticas sin atender ni las sugerencias ni las cr¨ªticas que argumentaban que sus planes resultar¨ªan fallidos o su ¨¦xito era cuestionable. Y al correr de los a?os, cuando emergen los costos de las insuficiencias o los desprop¨®sitos de sus iniciativas, se refugia en el ensimismamiento de quien no acepta errores as¨ª sean evidentes.
A m¨¢s de dos meses de inaugurado, por ejemplo, el aeropuerto Felipe ?ngeles no despega como opci¨®n para la megal¨®polis; y a unos d¨ªas de una ceremonia que promulgar¨¢ el nacimiento de una nueva refiner¨ªa lo ¨²nico cierto es que hasta el presidente ha reconocido en estos d¨ªas que la planta ubicada en Dos Bocas costar¨¢ m¨¢s --mucho m¨¢s, el doble seg¨²n reporte de Bloomberg--, de lo que ¨¦l prometi¨®.
Son im¨¢genes que capturan tempranas deficiencias de proyectos emblem¨¢ticos del tabasque?o, defectos ciertamente anunciados desde el principio por expertos y opositores.
Y si agregamos el Tren Maya, iniciado sin permisos ambientales, detenido judicialmente en un importante trayecto por potenciales da?os al ecosistema, y en el que incluso se ha cambiado de encargado y de contratistas, al punto de meter al Ej¨¦rcito al rescate de dos tramos, tenemos una radiograf¨ªa de la disfuncional gesti¨®n de AMLO.
Pero hay otros proyectos gubernamentales en donde los costos se miden en algo m¨¢s que miles de millones de pesos, saldos negativos que la ciudadan¨ªa paga con enfermedad ¨Ccomo ha ocurrido con el desabasto de medicamentos o el manejo de la pandemia--, sangre, miedo y, en ocasiones como el asesinato de los jesuitas ocurrido el lunes, en indignaci¨®n.
M¨¦xico lleva d¨¦cadas sumido en un ba?o de sangre. M¨¦xico es un pa¨ªs, desde mucho antes del sexenio, donde, citando palabras que el activista y acad¨¦mico Jacobo Day¨¢n publica cada noche en Twitter, ¡°se perpetran cr¨ªmenes de lesa humanidad con absoluta impunidad¡±. M¨¦xico, finalmente, ha fracasado a lo largo de todo el siglo al construir un sistema de justicia que garantice que eventualmente saldremos del pantano de violencia y del hoyo de la impunidad que asuelan a la naci¨®n.
Ese es el contexto adecuado para enmarcar el asesinato de los jesuitas Javier Campos Morales y Joaqu¨ªn C¨¦sar Mora Salazar, muertos a tiros en Cerocahui el lunes al intentar socorrer a Pedro Palma, un gu¨ªa de turistas ultimado tambi¨¦n por el l¨ªder criminal que de tiempo atr¨¢s impone condiciones en Urique, parte esencial de la Tarahumara.
La ra¨ªz del problema que caus¨® la muerte de los dos ancianos misioneros en su iglesia es profunda. Desterrarla pasar¨ªa por fortalecer polic¨ªas, fiscal¨ªas y jueces de los estados y la Federaci¨®n. Por mejorar la coordinaci¨®n entre esas instancias. Por erradicar la corrupci¨®n de esas dependencias. Por tomarse en serio cada uno de los cr¨ªmenes para extinguir la impunidad que procrea m¨¢s delitos. Y, nos dice el presidente L¨®pez Obrador, por desterrar la pobreza que engulle los sue?os de los j¨®venes que en su marginaci¨®n optan por servir al, y servirse del, crimen.
Andr¨¦s Manuel est¨¢ convencido de que sus programas sociales lograr¨¢n el milagro de la pacificaci¨®n. Que esa es la piedra angular de la seguridad. Lo reiter¨® esta semana, cuando por primera vez en muchos meses, en la prensa y en las redes sociales se expresaba una indignaci¨®n generalizada por la absurda muerte de los jesuitas de la Tarahumara.
Bajo un alud de cuestionamientos por su resistencia a revisar la estrategia de seguridad, el viernes AMLO sac¨® a relucir su ¨²ltimo libro, en donde a mitad del camino sexenal insiste que ¡°siempre se hab¨ªa apostado a la coerci¨®n, y nosotros, en cambio, estamos convencidos de que, como sosten¨ªa John Kenneth Galbraith, la delincuencia ¡ªf¨ªjense lo que dec¨ªa¡ª la delincuencia y la convulsi¨®n social de nuestras grandes ciudades son producto de la pobreza y de una estructura de clases corruptas, que ignora o menosprecia a los pobres.
¡°La soluci¨®n actualmente aceptada ¡ªas¨ª el pensamiento dominante¡ª son las medidas policiales, el confinamiento de los individuos de tendencias criminales y la lucha cara y f¨²til contra el narcotr¨¢fico. Aun plazo m¨¢s largo o m¨¢s all¨¢ de cualquier plazo, la soluci¨®n m¨¢s humanitaria, improbablemente la menos cara, es acabar con la pobreza, que induce al desorden social. Sin embargo, los paisanos de este gran economista se extra?aron mucho y hasta se burlaron, y lo siguen haciendo, cuando dije y repito, abrazos no balazos¡±.Es cierto que adem¨¢s de sus programas sociales el presidente cre¨® una guardia nacional, de extracto militar, del triple del tama?o de lo que fue la Polic¨ªa Federal, el esfuerzo que en este rengl¨®n emprendieron los gobiernos de los ¨²ltimos cuatro sexenios. De forma que el plan consiste en programas sociales para las familias y los j¨®venes pobres, en la instalaci¨®n de un cuerpo militarizado que se despliegue a lo largo y ancho del pa¨ªs en decenas de cuarteles fijos, y en una reuni¨®n matutina de coordinaci¨®n federal para combatir el crimen.
Esas son las tres patas de la estrategia para abatir la inseguridad. Eso, y el discurso presidencial de que nadie antes como ¨¦l y los suyos hab¨ªan trabajado en el tema, y de que a pesar de lo que digan los medios y los expertos, las estad¨ªsticas de homicidios han comenzado a bajar y con ello se estar¨ªa probando que L¨®pez Obrador tiene raz¨®n y es solo cuesti¨®n de tiempo para la paz.Mas diferentes escenas de muerte y de poder¨ªo criminal retan el triunfalimo gubernamental. Aunque el presidente proclame que el tiempo de las masacres ha terminado, cada d¨ªa las noticias de diferentes regiones hablan de asesinatos que se acumulan hasta 84 diarios, la cifra promedio de homicidios dolosos reconocida incluso oficialmente. Y en no pocas ocasiones, las v¨ªctimas son ni?os, mujeres, estudiantes, j¨®venes y, esta semana pero antes tambi¨¦n ya hab¨ªa ocurrido varias veces, sacerdotes. La muerte de los jesuitas septuagenarios sacudi¨® a una ciudadan¨ªa que ven¨ªa acumulando temor y agravios, al tiempo que de parte del gobierno de L¨®pez Obrador encuentra cerraz¨®n y desd¨¦n hacia las v¨ªctimas o los reclamos por los cr¨ªmenes. Esos asesinatos cohesionaron a un clero que en otros momentos ha encabezado la indignaci¨®n y que en cambio ten¨ªa rato que no levantaba la voz de manera airada. Frente a ese reclamo leg¨ªtimo, AMLO sin embargo solo tiene una estrategia: sofocar la crisis con descalificaciones, enmarcando los reclamos como una t¨¢ctica de la oposici¨®n, desestimando la legitimidad de quienes sienten horror frente a estos cr¨ªmenes, adem¨¢s cometido por un personaje que ten¨ªa que haber sido detenido por fechor¨ªas previas incluida el homicidio.
Es decir, al presidente no le averg¨¹enza que estas muertes desnuden la miseria institucional de estados y Federaci¨®n, a ¨¦l solo le importa desnaturalizar la indignaci¨®n, acallar los reclamos, cambiar el tema.Para ello no duda en recurrir a un discurso donde ¨¦l terminar¨¢ por ser la v¨ªctima. Aqu¨ª sus palabras de esta semana, cuando pretende evadir responsabilidad culpando a autoridades estatales: ¡°Y cuesta mucho trabajo tambi¨¦n que se entienda, porque es un asunto muy pol¨¦mico, separar lo que es la responsabilidad estatal de la responsabilidad federal. Se me hace muy ruin que se da un hecho como este, lamentable, porque s¨ª duele, no s¨®lo por los sacerdotes que est¨¢n trabajando por los pobres y es una iglesia progresista, sino duele cualquier asesinato, pero estos hip¨®critas lo primero que hacen es voltear a ver hacia nosotros y hacia m¨ª, y si actuamos en estricto apego a la ley y de acuerdo a nuestras responsabilidades como autoridades¡±.
Con la autoridad de quien lo hizo tantas veces desde la oposici¨®n, ahora desde la m¨¢xima posici¨®n de poder AMLO sabe que no puede permitir fisura alguna a su autoridad, porque abrir esa rendija ser¨¢ el inicio de una descapitalizaci¨®n de su proyecto, ya desgastado por su falta de ¨¦xitos. Una oposici¨®n enana, sumida en sus crisis internas, la falta de luces en sus liderazgos y su incapacidad para encabezar la indignaci¨®n social, es la mejor aliado del presidente, que tiene el camino despejado para recetar a sus cr¨ªticos de la prensa y la academia descalificaciones, calumnias y reproches.
No entiende el presidente que al no aceptar la gravedad de los hechos y la legitimidad de la indignaci¨®n, en un pa¨ªs que adem¨¢s reclama el aumento de las regiones que padecen cobro de cuota por parte de criminales, normaliza estas v¨ªctimas ¨Ccomo antes otras--, y al no detener la marcha de su administraci¨®n para mostrar empat¨ªa a la sociedad que se pasma ante cr¨ªmenes como el de los jesuitas, AMLO siembra un mensaje terrible de que la gente es prescindible, que estamos solo ante desafortunados eventos que son paisaje cuya combusti¨®n es poco relevante para el gran cambio. Que a qui¨¦n le importa la vida de los mexicanos cuando ¨¦l est¨¢ preocupado por meterse a la historia de M¨¦xico.
C¨®mo se puede enarbolar un mensaje de fraternidad para los que est¨¢n en condiciones de marginaci¨®n sin al mismo tiempo entender que estamos ante la expresi¨®n m¨¢xima de la vulnerabilidad: padecemos una convicencia donde no es el Estado el que pone las reglas sino mercuriales caciques aqu¨ª y all¨¢ que forjan con balas sin castigo un dominio sobre vidas y territorios. Y las principales v¨ªctimas de estos siempre ser¨¢n quienes menos tienen con qu¨¦ defenderse: los pobres.
L¨®pez Obrador vive en su cajita feliz, convencido de que nada es m¨¢s importante para este gobierno que el gobierno mismo, donde solo una voz importa y todas las dem¨¢s son prescindibles por interesadas o por ajenas al plan gubernamental, donde las cifras dir¨¢n misa ¨Cuna reducci¨®n marginal y para nada ya firme en el ¨ªndice de homicidios¡ª pero la realidad cada d¨ªa es m¨¢s preocupante para los justos que saben que no cuentan con el presidente para socorrerlos en un momento de miedo e indignaci¨®n.
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