Marruecos no es pa¨ªs para negros (y Espa?a tampoco)
Hay guerras sin bombas cuyo estruendo preferimos ignorar y reg¨ªmenes cuyas pr¨¢cticas desp¨®ticas toleramos y financiamos
Puede que las fronteras que ustedes transitan libremente y sin demasiadas complicaciones porque tuvieron la suerte de nacer en este lado del espacio Schengen no sean m¨¢s que las cicatrices de la historia, pero para la mayor¨ªa de los que est¨¢n fuera de ¨¦l y han quedado desahuciados de los privilegios de la globalizaci¨®n (sus verdaderos perdedores, en realidad, son los que nacieron demasiado al sur), las fronteras son fosos, son tumbas, son cuchillas afiladas que se interponen en viajes de huida de la miseria, la guerra y la desesperaci¨®n m¨¢s absoluta. No hace falta efecto llamada alguno, como alertan racistas de ayer y hoy. Si echan un vistazo al mundo y a sus aberrantes desigualdades, se dar¨¢n cuenta de que las fronteras de hoy, lejos del esplendor limpio y ordenado de Occidente, constituyen aut¨¦nticas heridas abiertas que supuran la deshumanizaci¨®n de todo aquel que ha sido empobrecido precisamente por el mismo orden mundial que invierte ingentes cantidades de dinero en blindar sus l¨ªmites.
Un mundo escandalosamente desigual es un mundo extremadamente violento y el v¨ªdeo que ha difundido la Asociaci¨®n Marroqu¨ª de Derechos Humanos sobre el intento de entrada a Europa de centenares de migrantes lo demuestra una vez m¨¢s. Centenares de personas amontonadas, tratadas como ganado, sin compasi¨®n alguna por su condici¨®n de heridos. Las hemos normalizado hasta el punto de que, incluso con la dureza de este episodio, no saldremos a manifestarnos en contra de la salvaje actuaci¨®n de la Gendarmer¨ªa marroqu¨ª ni del hecho de que el pa¨ªs vecino (ahora nuestro querido hermano), no duda en utilizar todos los medios necesarios para contener la llamada inmigraci¨®n ilegal. El r¨¦gimen alau¨ª (una dictadura con todas las letras a pesar de los bonitos anuncios de su Ministerio de Turismo) se siente legitimado para actuar violando todos los derechos humanos cuando se le ha encomendado la misi¨®n de guardi¨¢n de las puertas de entrada a Europa. Somos nosotros, los ciudadanos de la Uni¨®n, quienes en realidad pagamos impuestos para que nuestros representantes financien esta vergonzosa tarea. Las garant¨ªas en los procesos de detenci¨®n y el respeto m¨ªnimo por parte de las autoridades encargadas de imponer la ley parece que son privilegios que solo merecemos quienes vivimos a este lado del Estrecho.
Hace tiempo que la AMDH viene denunciando lo que est¨¢ pasando con los inmigrantes subsaharianos en Marruecos. La ¨²ltima vez que estuve en Nador habl¨¦ con uno de sus activistas y resumi¨® as¨ª la situaci¨®n que viven: no pueden andar por las calles de la ciudad, su color de piel los delata. Por eso se esconden en los alrededores, en precarias tiendas de pl¨¢stico en medio del bosque. Hasta all¨ª los vecinos de las poblaciones cercanas, que de ricos no tienen nada, les daban algo de comida y hace un tiempo, antes de que fuera expulsado de Marruecos, el padre Esteban llevaba a las embarazadas al hospital cuando se pon¨ªan de parto. Embarazadas condenadas a vivir en el bosque, vaya pa¨ªs musulm¨¢n el de mis abuelos, vaya Pr¨ªncipe de los Creyentes que, mientras acumula una riqueza extra¨ªda del pueblo al m¨¢s puro estilo feudal, no tiene reparos en hacer que la mano dura del mahzen recaiga sobre los m¨¢s vulnerables. Desde luego, no es el islam del que me hablaba mi abuela, que a poco que hubiera podido, les hubiera subido algunas patatas a los subsaharianos que sobreviven escondi¨¦ndose de las autoridades. D¨ªganme si en estas condiciones no se echar¨ªan ustedes en ¡°avalancha¡±, en asaltos ¡°masivos¡±. Hay guerras sin bombas cuyo estruendo preferimos ignorar y reg¨ªmenes cuyas pr¨¢cticas desp¨®ticas toleramos y financiamos porque nos viene muy bien delegar nuestro propio racismo en el primo de Zumosol del Sur. Y por si fuera poco, desde la izquierda.
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