El almirante Cervera y el honor de Espa?a
La construcci¨®n de ¡°un h¨¦roe¡± supone en el caso del marino enmascarar un momento significativo de nuestro pasado

Ten¨ªa ya redactada mi columna, sin duda contra corriente. Propon¨ªa yo que ante el callej¨®n sin salida de unas vallas franqueables en Ceuta y Melilla, el juego t¨¢ctico de Marruecos y la posibilidad de nuevas e inadmisibles matanzas (y nuevos asaltos), la ¨²nica salida a corto plazo consist¨ªa en sellar las vallas con medios t¨¦cnicos que no da?asen a los migrantes, pero s¨ª impidieran la escalada. Asistencia a las pateras, s¨ª; tolerancia ante el asalto, no.
Un zapping me salv¨®, llev¨¢ndome a otro tema: al 98, al almirante Cervera, ¡°el ¨²ltimo h¨¦roe¡± seg¨²n La 2. El enfoque del programa me sorprendi¨®. ?Por qu¨¦ preocuparse? Simplemente, porque la construcci¨®n de ¡°un h¨¦roe¡± supone en este caso enmascarar un momento significativo de nuestro pasado.
Cervera fue un marino caballeroso, encomiable por sus diagn¨®sticos pesimistas y su intento de abordar al Brooklyn en el combate. Pero hab¨ªa tenido la responsabilidad de una escuadra que lleg¨® a Santiago con su mejor crucero, el Col¨®n, sin artiller¨ªa gruesa, con el Vizcaya que no marchaba y el Oquendo sin probar la torreta que estall¨® al cuarto disparo. Con fortuna, burl¨® a la escuadra americana y en los d¨ªas en que pudo abandonar Santiago, sin enemigo enfrente, se neg¨®. Habr¨ªa preferido hundir la escuadra en el puerto. Y en contra del reportaje, no le recogi¨® un buque americano. Tras dos botes salvavidas que se hundieron por s¨ª solos, alcanz¨® la costa a hombros de dos marineros. Tal vez pod¨ªa llegar caminando a Santiago, muy pr¨®xima. Prefiri¨® rendirse. Durante su estancia en Estados Unidos le convirtieron en un personaje excepcional: serv¨ªa para transferir la culpabilidad de la guerra injusta de McKinley a una contienda entre caballeros. El h¨¦roe fue interesadamente construido; honor ingrato para el buen almirante.
El papel de Cervera no acab¨® aqu¨ª. En sucesivos consejos de guerra, expres¨® con fuerza la acusaci¨®n de que el desastre no fue debido a la incompetencia militar, sino a una opini¨®n p¨²blica inconsciente ¨Dla corrida de toros del reportaje¨D y a ¡°los manejos de los verdaderos culpables¡±, los pol¨ªticos. La pu?alada por la espalda, como Weyler en Mi mando en Cuba. Quien haya visto Raza, comprobar¨¢ su persistencia en el ideario de Francisco Franco.
El honor de Espa?a en el 98 no corresponde a quienes se llenaron la boca invoc¨¢ndolo, sino a los artilleros del Oquendo que muestra a¨²n su ca?¨®n mirando al cielo en una playa cubana, y a los miles de soldados que en Filipinas fueron abandonados por sus jefes y el Gobierno tras luchar heroicamente. Nadie les ha dedicado ni una plaza ni un jard¨ªn.
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