?China al rescate?
Pek¨ªn puede revelarse como un importante actor en la crisis econ¨®mica y alimentaria si toma una parte de los activos que posee en EE UU y crea un fondo para ayudar a los pa¨ªses m¨¢s pobres en condiciones mejores que los que destina el FMI
La guerra entre Rusia y Ucrania, que ya ha durado m¨¢s de 100 d¨ªas sin final a la vista, ha sido nada menos que desastrosa. Ha provocado miles (probablemente m¨¢s de 100.000) de muertos y heridos, m¨¢s de cinco millones de refugiados, la destrucci¨®n de partes importantes del territorio ucranio y probables p¨¦rdidas del Producto Interior Bruto de m¨¢s de un tercio en Ucrania y de alrededor del 10% en Rusia. Ha exacerbado la inflaci¨®n en Europa occidental y Estados Unidos. Desde el punto de vista ideol¨®gico, ha provocado un resurgimiento del nacionalismo ruso al estilo zarista y una vuelta a la mentalidad de la guerra fr¨ªa de los a?os cincuenta en Occidente.
Y los efectos siguen acumul¨¢ndose, incluyendo el aumento de los precios de los alimentos y la energ¨ªa. Ucrania, que disfruta de las llanuras casi ilimitadas de la tierra m¨¢s f¨¦rtil de Europa, ha sido durante mucho tiempo un gran exportador de trigo y ma¨ªz. Este papel de granero internacional continu¨® en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, aunque los kolkhozes y sovkhozes (granjas colectivas y estatales) mermaron la productividad agr¨ªcola. Rusia es tambi¨¦n un exportador de alimentos y, como es bien sabido, el tercer productor de petr¨®leo (despu¨¦s de Estados Unidos y Arabia Saud¨ª) y el segundo de gas (despu¨¦s de Estados Unidos). Los recientes intentos de reducir la dependencia occidental del gas y el petr¨®leo rusos, y por tanto de estrangular el suministro global, han producido la subida de los precios de la energ¨ªa.
A pesar de la preocupaci¨®n que se suele manifestar, la Europa rica puede sobrevivir este pr¨®ximo invierno sin la energ¨ªa rusa y con precios m¨¢s altos de los alimentos. En el peor de los casos, tendr¨¢ que arregl¨¢rselas con varios a?os de estanflaci¨®n, una perspectiva nada agradable, pero que no puede llevar a la desesperaci¨®n a las poblaciones que se encuentran casi exclusivamente entre el 20% de las personas m¨¢s ricas del mundo.
La situaci¨®n es diferente en Oriente Medio, ?frica y partes de Am¨¦rica Latina. Los importadores de alimentos y energ¨ªa se ver¨¢n afectados por una fuerte sacudida de su relaci¨®n de intercambio: los precios de las importaciones se disparar¨¢n. Tras el agotamiento de la poblaci¨®n provocado por la pandemia, esto colmar¨¢ a¨²n m¨¢s la paciencia de muchos. Adem¨¢s, los pobres gastan la mayor parte de sus escasos ingresos en alimentos y energ¨ªa. Las encuestas muestran que los alimentos y la energ¨ªa (incluido el transporte, que tambi¨¦n depende en gran medida de los precios de la energ¨ªa) representan alrededor de tres cuartas partes de los gastos de los hogares pobres. Si los costes del aceite de cocina, el pan, la pasta, el gas y los viajes en autob¨²s y tren aumentan, apenas quedar¨¢ nada para cubrir el resto de las necesidades del hogar.
Muchos de estos bienes o servicios ya est¨¢n subvencionados por los gobiernos. As¨ª que habr¨¢ que aumentar las subvenciones o los hogares caer¨¢n en la pobreza, o, muy probablemente, ambas cosas.
?Qu¨¦ pueden hacer los pa¨ªses importadores? Como se deduce de estas dos ¨²ltimas frases, pueden reducir las subvenciones o pedir pr¨¦stamos extranjeros, sobre todo al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, que han prometido aumentar sus pr¨¦stamos. As¨ª, tendremos por en¨¦sima vez una repetici¨®n de la historia de los ¨²ltimos 70 a?os: disturbios por alimentos y gobiernos derrocados, y quejas por la severa condicionalidad de los pr¨¦stamos del FMI. ?Hay una salida mejor?
Entre en China. Mientras que la poblaci¨®n china ha mejorado mucho gracias al fenomenal crecimiento econ¨®mico del ¨²ltimo medio siglo, el Estado chino se ha enriquecido a¨²n m¨¢s. Tiene m¨¢s de un bill¨®n de d¨®lares, producto de muchos a?os de super¨¢vit comercial, en bonos del Tesoro estadounidense.
El rendimiento de estos bonos ha sido m¨ªnimo durante a?os, pero China ha tenido pocas otras opciones de inversi¨®n. Se enfrenta al problema de cualquier persona o pa¨ªs rico: ?qu¨¦ hacer con el exceso de dinero? A nivel interno, se enfrenta al problema de la absorci¨®n: utilizar ese dinero para financiar, por ejemplo, nuevos proyectos de infraestructuras aumentar¨ªa la inflaci¨®n. En el exterior, gastar m¨¢s en la iniciativa de la Franja y la Ruta o en proyectos de infraestructuras en Asia, la raz¨®n de ser de las dos recientes iniciativas bancarias globales chinas, es poco probable que produzca rendimientos aceptables.
?Podr¨ªa utilizarse una parte de estas enormes reservas mantenidas en Estados Unidos para ¡°comprar¡± la buena voluntad de las naciones extranjeras y obtener un modesto rendimiento neto? ?Podr¨ªa China hacer el bien haciendo el bien?
Esa posibilidad ha recibido recientemente el est¨ªmulo de un lugar poco probable. Despu¨¦s de que EE UU se incautara de los activos de los bancos centrales venezolano, afgano y luego ruso, no se puede excluir la probabilidad de que se aplique una medida similar a los activos de China en EE UU Se pueden imaginar m¨²ltiples escenarios que llevar¨ªan a tal resultado.
Esto significa, a su vez, que al calcular el rendimiento esperado de los activos estadounidenses en manos de China, hay que aplicar una probabilidad no nula a su p¨¦rdida total, es decir, una tasa de rendimiento de menos 100%. Supongamos que el riesgo real de confiscaci¨®n es del 5% y tomemos la tasa de rendimiento actual de los bonos, que es de aproximadamente el 3%. La rentabilidad esperada es entonces de menos 2,15% (-100¡Á0,05% +3¡Á0,95%).
Obviamente, las diferentes probabilidades de confiscaci¨®n dar¨¢n resultados diferentes, pero el rendimiento negativo se mantiene para todas las probabilidades superiores al 3%. El punto clave es que mientras la probabilidad de confiscaci¨®n de los activos no sea cero, eso se come los rendimientos normales (positivos) que los activos chinos pueden anticiparse a obtener en EE UU y lleva la tasa de rendimiento esperada hacia cero.
La cuesti¨®n es entonces: ?es mejor que China mantenga todos sus activos en EE UU o que tome una parte de ellos ¡ªdigamos una d¨¦cima parte, que seguir¨ªa siendo una cantidad enorme de 100.000 millones de d¨®lares¡ª y cree un fondo especial para ayudar a las naciones pobres m¨¢s afectadas por el aumento de los precios de la energ¨ªa y los alimentos? A diferencia de los pr¨¦stamos del FMI, los pr¨¦stamos chinos podr¨ªan desembolsarse sin condicionalidad. Podr¨ªan ser a medio plazo (tal vez reembolsados a lo largo de ocho o diez a?os) y el tipo de inter¨¦s podr¨ªa ser similar al del FMI, o incluso ligeramente inferior. Al ser m¨¢s baratos, a m¨¢s largo plazo y sin condicionalidad, ser¨ªan m¨¢s atractivos.
La ventaja pol¨ªtica para China es evidente. La ventaja pol¨ªtica para los pa¨ªses pobres es no depender de la condicionalidad del FMI. Y la tasa de rentabilidad de los pr¨¦stamos de China no puede ser inferior a la rentabilidad ajustada al riesgo de sus actuales participaciones en Estados Unidos. La propuesta parece, pues, una triple victoria.
Por supuesto, requerir¨ªa, por parte de todos, pensar ¡°fuera de la caja¡±. Pero las condiciones sin precedentes de la guerra, la destrucci¨®n, la creciente militarizaci¨®n y el hambre que se avecina exigen tal pensamiento. Si no es ahora, ?cu¨¢ndo?
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