El imperativo de ahorrar
La Uni¨®n Europea reclama la colaboraci¨®n ciudadana para hacer un uso racional de los recursos energ¨¦ticos
El ahorro y la eficiencia energ¨¦tica forman parte de las medidas de la Uni¨®n Europea para avanzar en la transici¨®n verde. Pero este es uno de los objetivos de la agenda clim¨¢tica que m¨¢s cuesta cumplir porque exige la colaboraci¨®n de toda la sociedad. Con la crisis provocada por la guerra en Ucrania, el ahorro energ¨¦tico ha pasado de una recomendaci¨®n a convertirse en un imperativo social del que nadie puede desentenderse. El riesgo de que Vlad¨ªmir Putin corte el suministro del gas que llega de Rusia obliga a adoptar medidas dr¨¢sticas de ahorro y reducci¨®n de los consumos.
Los gobiernos europeos m¨¢s afectados por la amenaza han intensificado los llamamientos a la colaboraci¨®n ciudadana en previsi¨®n de un invierno sin energ¨ªa suficiente. No basta con buscar fuentes alternativas de suministro y asegurar que los dep¨®sitos de gas est¨¦n colmados cuando llegue el fr¨ªo. La posibilidad de restricciones es una amenaza real y, para minimizar sus consecuencias, es importante involucrar a los ciudadanos en las medidas de ahorro, pues ellos tienen el control del mando de la calefacci¨®n o del aire acondicionado. El consumo dom¨¦stico representa el 37% de todo el gas que se consume en la Uni¨®n Europea. Cuanto mayor sea el ahorro derivado de las decisiones individuales sobre consumo, menor ser¨¢ el riesgo de aplicar restricciones.
Es muy importante que la ciudadan¨ªa, los gestores p¨²blicos y los responsables de las industrias tomen conciencia de la necesidad de adoptar patrones de austeridad energ¨¦tica. La necesidad obliga, pero tambi¨¦n debemos tomar esta situaci¨®n adversa como un acicate para hacer un uso m¨¢s racional de los recursos energ¨¦ticos y avanzar por un camino de contenci¨®n que de todos modos tendr¨ªamos que recorrer m¨¢s pronto que tarde para combatir los efectos del cambio clim¨¢tico. Una variaci¨®n de dos o tres grados en la temperatura de confort en el hogar o en los edificios p¨²blicos no disminuye la calidad de vida y tiene unos efectos muy notables en la demanda global de energ¨ªa. Volver a secar la ropa al aire en lugar de utilizar la secadora puede ser inc¨®modo, pero nada comparable con lo que representar¨ªa tener que aplicar restricciones generalizadas.
Todo lo que se ahorre en los espacios p¨²blicos y en los hogares redundar¨¢ en beneficio de todos, pues en un contexto de escasez energ¨¦tica es necesario priorizar el funcionamiento de los servicios p¨²blicos y de la industria productora de bienes esenciales. Alemania calcula que, en caso de corte s¨²bito del suministro de gas por parte de Rusia, incluso con todos sus dep¨®sitos de reserva llenos, solo podr¨ªa mantener su actividad industrial durante tres meses. Si ello ocurriera, los efectos se extender¨ªan en cascada. Los ministros de Energ¨ªa de la UE decidir¨¢n este mi¨¦rcoles la bater¨ªa de medidas que se tienen que aplicar. Sorprende que el Gobierno de Espa?a no haya emprendido a¨²n una campa?a para estimular el ahorro energ¨¦tico. Aunque nuestra situaci¨®n es relativamente m¨¢s favorable, por la menor dependencia del gas ruso y porque disponemos de una red de seis regasificadoras que permiten transformar el gas licuado, debemos ser solidarios con los pa¨ªses m¨¢s expuestos y, en cualquier caso, en el peor escenario europeo los precios se disparar¨¢n para todos. El argumento de que todos vamos en el mismo barco, que tantas veces se ha invocado, obliga ahora a rebajar el consumo y compartir los recursos energ¨¦ticos. Nada de lo que ocurra en Europa nos es ajeno.
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