Cienciatura
En otra entrega de ¡®Letras Americanas¡¯, el bolet¨ªn sobre literatura latinoamericana de EL PA?S Am¨¦rica, Emiliano Monge escribe sobre los escritores que se asoman a la divulgaci¨®n cient¨ªfica en una tendencia nueva para la regi¨®n
Esta es la versi¨®n web de Letras Americanas, el bolet¨ªn de EL PA?S Am¨¦rica que recorre cada 15 d¨ªas las novedades de R¨ªo Bravo a la Tierra del Fuego. Para recibirlo cada domingo puede suscribirse en este enlace.
Como hemos visto en nuestras entregas anteriores, hay veces que el entrecruzamiento de libros que forman una nueva coordenada o que se suman a una tradici¨®n previa resultan evidentes, como si estuvieran ah¨ª, esperando s¨®lo a que alguien los acomodara en el mapa de nuestras letras.
Pero hay otras veces en que esos entrecruzamientos suceden de forma inesperada y repentina, sobre todo cuando se trata de obras que no se pueden colocar de manera tan clara en una tradici¨®n o que a primera vista no parecer¨ªan mantener una relaci¨®n incuestionable, ya no s¨®lo con nuestras tradiciones sino tampoco con la mayor¨ªa de libros de su ¨¦poca, es decir, con el trabajo de la mayor¨ªa de sus contempor¨¢neos.
Las obras que conforman este tipo de entrecruzamientos ¡ªentrecruzamientos fortuitos que resultan, por ejemplo, del azar de leer uno despu¨¦s del otro Un verdor terrible y Fieras familiares¡ª no aparecen de la nada, por supuesto, pues en literatura no existe tal cosa como la generaci¨®n espont¨¢nea ¡ªincluso la contracultura y las vanguardias nacen del antagonismo y est¨¢n as¨ª determinas a trav¨¦s de la negaci¨®n¡ª, sino que se trata de libros cuyo dialogo parece ser con tradiciones de otras latitudes, con textos que aunque pertenecen a nuestra lengua habitan sus bordes o con obras que parecer¨ªan estar m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito de lo literario.
Nueva coordenada
Por supuesto que libros como Un verdor terrible, del chileno Benjam¨ªn Labatut ¡ªpor el que desfilan el cianuro de hidr¨®geno, un fertilizante que acabar¨¢ convertido en arma de guerra, las trincheras de la Primera Guerra Mundial, los misterios en torno a la ecuaci¨®n de la relatividad o los mayores augurio de los agujeros negros¡ª, y Fieras familiares, del mexicano Andr¨¦s Cota Hiriart ¡ªdonde comparten p¨¢ginas los dragones de Komodo, los viajes del HMS Beagle, un adolescente que burla aeropuertos con los bolsillos llenos de cr¨ªas de camale¨®n o un cocodrilo que aguarda entre las sombras de una sala, listo para atacar¡ª, conformen una nueva coordenada en el mapa de nuestra literatura no resulta s¨®lo del hecho de que compartan ecos de otras latitudes: desde el Eureka de Allan Poe hasta el David Foster Wallace de Entrevistas breves con hombres repulsivos o El tenis como experiencia religiosa, pasando por Lovecraft, por la larga tradici¨®n anglosajona de la literatura insular y por autores tan espec¨ªficos como Oliver Sacks y W G Sebald.
Pero que Labatut y Cota Hiriart, que antes publicaron libros mucho m¨¢s f¨¢ciles de ubicar en nuestras tradiciones o, en todo caso, mucho menos radicales, parezcan haber desatado una nueva coordenada con Un verdor terrible ¡ªdonde asistimos a la desgracia de Fritz Haber, la locura de Alexander Grothendieck, la carrera entre dos mentes que persiguen un mismo objetivo o los desvelos de Einstein (en el tono de ese otro libro que ambos autores debieron leer: Los sue?os de Einstein, de Allan Lightman, pues con esa tradici¨®n que va m¨¢s all¨¢ de la divulgaci¨®n y que podr¨ªa llamarse fabulaci¨®n cient¨ªfica tambi¨¦n dialogan de modo evidente)¡ª y con Fieras familiares ¡ªen cuyas p¨¢ginas contemplamos la transformaci¨®n de una obsesi¨®n en una pasi¨®n que acabar¨¢ siendo forma de vida, mientras vemos c¨®mo tiene lugar la sexta gran extinci¨®n y cobramos amor repentino por reptiles improbables y artr¨®podos que brillan en la noche¡ª, una nueva coordenada, dec¨ªa, en la que se funden ciencia y literatura en vez de s¨®lo acompa?arse o ser veh¨ªculo una de la otra, tampoco puede deberse ¨²nicamente a que dialoguen con obras que habitan en los bordes de nuestra tradici¨®n.
No, la nueva coordenada que Labatut ¡ªqui¨¦n por cierto sigue trabajando ah¨ª, como demuestra La piedra de la locura, que aunque se queda lejos de la altura de Un verdor terrible deja claro que su autor est¨¢ decidido a seguir por el camino que ha encontrado¡ª y Cota Hiriart ¡ªcuyo libro El ajolote permite pensar que Fieras familiares no ser¨¢ s¨®lo una rara avis¡ª han se?alado a nuestra tradici¨®n tampoco se debe s¨®lo al hecho de que dialoguen de manera m¨¢s o menos evidente con libros que habitan sus bordes: ac¨¢ hay que se?alar desde Mar¨ªa Gainza hasta Luis Chitarroni, pasando por Mario Bellat¨ªn y Margo Glantz, pero fundamentalmente habr¨ªa que anotar a Juan Forn, quien falleciera hace unos meses y merecer¨ªa una newsletter para ¨¦l s¨®lo, pues sus libros Yo recordar¨¦ por ustedes, El hombre que fue viernes y los tomos de Los viernes son una coordenada en s¨ª misma, pues muestran, entre otras cosas, que la novela puede ser una miniatura¡ª ni a que lo hagan con autores que parecer¨ªan estar m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito de lo literario, como Francisco Gonz¨¢lez Crussi ¡ªquien tambi¨¦n merecer¨ªa una newsletter para ¨¦l solo¡ª.
Ciencieratura
M¨¢s all¨¢ de lo literario: otra vez, los nombres con los que Labatut y Cota Hiriart revuelven su trabajo para se?alar brecha son claros: desde John von Neumann y Konrad Lorenz hasta Niels Bohr y Gerald Durrell, como tambi¨¦n es claro que lo que revuelven para dar forma a esta nueva coordenada que podr¨ªa llamarse ciencieratura, adem¨¢s de nombres y obras, son g¨¦neros y fronteras entre ¨¢mbitos: han conseguido que la ciencia alcance a la literatura desde un lugar diferente al de la divulgaci¨®n, lo cual puede no ser nuevo en otras tradiciones, pero parecer¨ªa serlo en nuestras coordenadas.
La mayor virtud de Labatut y Cota Hiriart ¡ªm¨¢s all¨¢ de las literarias, claro, que tienen que ver con estilos ¨²nicos, escrituras tan elegantes como f¨®rmulas qu¨ªmicas, lenguajes que parecer¨ªan generados por esporas, arquitecturas tan exactas como disecciones animales¡ª es, por lo tanto, haber tomado un camino distinto, con dos libros estupendos, al de la literatura cient¨ªfica y al de la de divulgaci¨®n, pero tambi¨¦n al de la fabulaci¨®n cient¨ªfica y al de la literatura imbuida de ciencia o hasta de la ciencia ficci¨®n.
Eso, querido lector y, claro, algo m¨¢s: hacer que, en esa nueva coordenada que ahora seguramente ir¨¢ engordando, no s¨®lo porque se ha abierto la brecha sino porque, si ellos dos llegaron, habr¨¢ otros que tambi¨¦n est¨¦n a punto de hacerlo (de eso, por cierto, tambi¨¦n trata Un verdor terrible), el lector se descubra absolutamente interesado, encandilado por algo que no sab¨ªa que pod¨ªa importarle tanto y tan v¨ªvidamente.
Coordenadas
Un verdor terrible y La piedra de la locura fueron publicados por Anagrama. Por su parte, Fieras familiares fue publicada por Libros del Asteroide, tras el I Premio de No Ficci¨®n de esa editorial, y Ajolote. La obra de Juan Forn, tanto Yo recordar¨¦ por ustedes, como El hombre que fue viernes y los diversos tomos de Los viernes, se encuentra en diversas ediciones, entre las que vale la pena mencionar las de Laurel, Emec¨¦ y Tusquets.
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