Los bellos veranos
La inquietud de los personajes de Pavese por lo que pod¨ªa ocurrir en el oto?o pr¨®ximo no es la misma que la que se padece hoy ante una imponente crisis
Hace un calor sofocante, as¨ª que lo mejor es alargar el brazo y coger El bello verano, esa breve novela que Cesare Pavese escribi¨® en 1940. Entonces Europa estaba en guerra, como ahora hay una guerra all¨ª lejos, en Ucrania. Pavese se desentiende, empieza su narraci¨®n situ¨¢ndola ¡°en aquellos tiempos¡± cuando ¡°siempre era fiesta¡±. Los hubo: la vida era ligera, no ten¨ªa la gravedad que est¨¢ teniendo estos ¨²ltimos meses en que mucha gente muere en los campos de batalla, en las ciudades bombardeadas, en alg¨²n rinc¨®n perdido donde llegan tambi¨¦n las dentelladas de la muerte. El bello verano se desarrolla en Tur¨ªn. En Roma ayer se representaba una de esas grandes ceremonias pol¨ªticas en las que se dirime el destino de un pa¨ªs, incluso la suerte de Europa. En la narraci¨®n de Pavese hay unos adolescentes que descubren la vida y unos j¨®venes que empiezan a conocer sus zonas oscuras. En el Parlamento italiano bregaron para defender sus intereses de poder unos cuantos adultos de colmillo retorcido que ya tienen pr¨¢ctica en desdecirse y en desentenderse de lo que realmente importa con tal de ganar, como chiquillos, su partida m¨¢s inmediata.
Igual no con las temperaturas que Europa est¨¢ alcanzando en el siglo XXI, pero en El bello verano tambi¨¦n el sol pegaba fuerte. ¡°Aquel a?o hac¨ªa tanto calor que se hac¨ªa necesario salir todas las noches y a Ginia le pareci¨® que nunca hab¨ªa comprendido antes el significado del verano, tan maravilloso le parec¨ªa salir todos los d¨ªas a pasear bajo los ¨¢rboles¡±, escribe Pavese. ¡°A veces pensaba que el verano no se acabar¨ªa nunca y que lo mejor era disfrutar de ¨¦l porque al cambio de estaci¨®n algo ten¨ªa que suceder¡±. Ginia tiene 16 a?os, trabaja en un atelier de moda, vive con su hermano, y se ha hecho amiga de Amelia, una modelo que posa para artistas de poca monta. De su mano va a cometer sus primeras transgresiones y conocer las zonas ambiguas y el deseo, alguna vez ante Guido ¡°se le cortaba la respiraci¨®n cada vez que la miraba directamente a los ojos¡±.
De eso va el verano, sobre todo en la adolescencia. Tiempo de ruptura, de descubrimientos, de terribles pesares y de enloquecidas aventuras, tiempo de transformaciones. Pero lo que quiz¨¢ es m¨¢s revelador para el lector de hoy es ese af¨¢n de Ginia por disfrutar como sea de esos d¨ªas calurosos, de exprimirlos al m¨¢ximo, ¡°porque al cambio de estaci¨®n algo ten¨ªa que suceder¡±. Ese vago temor que va col¨¢ndose en todas partes, esa sensaci¨®n de que algo puede quebrarse y precipitarnos hacia lo peor. Algo puede suceder, algo malo. Ese es el clima de este momento, y se escenific¨® ayer en Italia en torno a Mario Draghi, un punto de referencia en esta ¨¦poca ca¨®tica.
Cesare Pavese se suicid¨® el 26 de agosto de 1950. Hace no mucho ha vuelto a las librer¨ªas El oficio de vivir, su diario. ¡°Era y es preciso vencer al miedo¡±, escribi¨® en uno de sus ensayos sobre el fascismo. En 1940, en ese diario, cuenta su relaci¨®n con las mujeres, toma notas de Boccaccio, Petrarca o Dante, recoge sus iluminaciones ¡ª¡±Odiamos a una persona cuando se equivoca de tono¡±¡ª y reflexiona sobre la adolescencia, la soledad, el amor y la felicidad, sobre esto y aquello, y sobre la guerra. ¡°No debemos decir nunca en broma que estamos acobardados, porque puede suceder que nos cojamos la palabra¡±, apunta. Y ante lo que puede venir, tiene raz¨®n: no vamos a decirlo, ni en broma ni en serio.
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