Uwe Seeler

Quienes fueron ni?os en la d¨¦cada de los sesenta acaso lo recuerden por los cromos que se vend¨ªan en los meses previos a los campeonatos del mundo de f¨²tbol. Tambi¨¦n, claro est¨¢, por los partidos internacionales televisados. En una ¨¦poca en que la Furia Roja proporcionaba pocas alegr¨ªas, jugadores brasile?os, italianos, alemanes y de otros pa¨ªses colmaban la propensi¨®n de los ni?os a buscar ¨ªdolos y modelos. En el escaparate de los mitos estaban, entre otros muchos, Pel¨¦, Eusebio, Bobby Charlton, Gianni Rivera, el portero ruso Yashin (apodado la Ara?a Negra) y uno por el que yo sent¨ªa especial predilecci¨®n: el alem¨¢n con el n¨²mero 9, Uwe Seeler.

Eran tiempos en los que la televisi¨®n en blanco y negro contribuy¨® a popularizar lo que ya entonces era designado como deporte rey, sospecho que en detrimento de la lidia, al menos como est¨ªmulo principal para determinadas emociones. De Uwe Seeler se sigue recordando aquel gol habilidoso de coronilla que meti¨® contra Inglaterra en M¨¦xico 70. Era ya un veterano entre j¨®venes que cuatro a?os m¨¢s tarde se proclamar¨ªan, sin ¨¦l, campeones del mundo.

Uwe Seeler tiene un valor simb¨®lico altamente apreciado todav¨ªa en Alemania. En un pa¨ªs entonces dividido en dos Estados, separados por una frontera punto menos que infranqueable, represent¨® una forma de engrandecer a la naci¨®n sin causar da?o a los vecinos, sin invadir sus tierras, sin declararse superior, tan s¨®lo por la v¨ªa del trabajo constante, la modestia, el pundonor y la solidaridad con los compa?eros. A veces el deporte acierta a desprenderse de su coraza mercantil y es capaz de hacer posible al h¨¦roe, categor¨ªa humana muy denigrada ¨²ltimamente, sobre todo por quienes sufren en la acercanza del m¨¦rito ajeno. Uwe Seeler falleci¨® la semana pasada, a la edad de 85 a?os, cerca de su Hamburgo natal. Me van quedando pocos vivos en el viejo ¨¢lbum.