Brasil resucita frente a la barbarie
El pa¨ªs que ense?a la alegr¨ªa de vivir hace frente a un presidente que lo corroe por dentro
Brasil se levanta de la noche oscura de casi cuatro a?os en la que Jair Bolsonaro envenen¨® al pa¨ªs con su odio. Los brasile?os despiertan para gritar a favor de la democracia y contra el autoritarismo, mientras el gobierno de extrema derecha del capit¨¢n del Ej¨¦rcito parece dar sus ¨²ltimos respiros. Un manifiesto contra el odio y en defensa de las libertades, que ser¨¢ le¨ªdo en una manifestaci¨®n en S?o Paulo el pr¨®ximo 11 de agosto, ha sido firmado por 800.000 personas. Exministros del Supremo, cientos de grandes grupos industriales, jueces, intelectuales, pol¨ªticos, artistas y miles de personas se han sumado a esta iniciativa hasta este lunes.
Brasil est¨¢ cansado del odio. La pol¨ªtica envenenada de Bolsonaro no solo ha arrastrado al pa¨ªs a una crisis econ¨®mica sin precedentes, sino hasta el desencanto. Seg¨²n un sondeo de Datafolha, el 50% de los brasile?os ha decidido no volver a hablar de pol¨ªtica.
Brasil es un pa¨ªs de contrastes. La violencia y la desigualdad social tambi¨¦n encabezan clasificaciones mundiales, pero no es solo eso. Tiene una diversidad natural de las mayores del planeta, es un ejemplo de riqueza cultural y religiosa, de amor por la vida y por la fiesta. Su gente es un ejemplo de convivencia y solidaridad entre los m¨¢s pobres. En Brasil es muy dif¨ªcil sentirse solo o extranjero.
El pianista Arthur Moreira Lima, considerado uno de los mejores del mundo, se ha lamentado que su pa¨ªs est¨¦ perdiendo ese afecto proverbial, ofuscado por el clima de odio que ha instalado el presidente. El pa¨ªs est¨¢ listo para despedirlo en las pr¨®ximas elecciones, pero persiste el miedo de que Bolsonaro, apoyado por los militares, intente un golpe y una vuelta a los viejos totalitarismos. Ante esto, Brasil est¨¢ despertando.
El pianista brasile?o, Arthur Moreira Lima, considerado uno de los mejores del mundo, se ha lamentado que el pa¨ªs est¨¦ perdiendo su proverbial ¡°afectuosidad¡± ofuscado por el virus del clima de odio que se ha instalado. Es el grito contra el miedo de que Bolsonaro, apoyado por los militares, pueda intentar una vuelta a los viejos totalitarismos y contra el que el Brasil est¨¢ reaccionando.
D¨ªas atr¨¢s, mientras paseaba al lado del mar en la peque?a ciudad pesquera de Saquarema, a 100 kil¨®metros de R¨ªo de Janeiro, vi un grupo de personas, vestidas de fiesta, estaban haciendo un arco de flores frescas. Al lado una docena de sillas. Me acerqu¨¦ curioso. Como si me conocieran de toda la vida, me invitaron a que me quedara a presenciar una boda.
Me ofrecieron una silla y se acerc¨® un se?or ya mayor, que sin pre¨¢mbulos me dijo sonriendo: ¡°Yo soy el novio. Estamos esperando a la novia¡±. Le pregunt¨¦ por qu¨¦ no se casaban en alg¨²n templo, y me dijo sonriente: ¡°?Qu¨¦ mejor templo que este escenario soberbio de la naturaleza?¡±. Despu¨¦s me cont¨® que ¨¦l era budista, que su novia pertenec¨ªa a la iglesia de los mormones y qui¨¦n les iba a casar era evang¨¦lico. Puro ecumenismo.
Le pregunt¨¦ c¨®mo conciliaban ¨¦l y su novia compartir dos religiones tan diferentes. Sonri¨® de nuevo y me explic¨® que era muy f¨¢cil, ya que cada uno respetaba la fe del otro y as¨ª se enriquec¨ªan mutuamente. Sin m¨¢s ceremonias y sin saber quienes eran, los invitados ven¨ªan a darme la mano con gestos de fiesta.
Les dej¨¦ cuando empezaba la ceremonia y me dije a mi mismo que ese es el verdadero Brasil, el de la afectuosidad de la que hablaba el pianista, el Brasil que yo conoc¨ª cuando aterric¨¦ aqu¨ª hace 20 a?os. Ese hermoso pa¨ªs, donde la gente me saludaba en la calle como a un amigo. El Brasil que abriga a gentes de m¨¢s de 90 pa¨ªses diferentes sin discriminarles y que sabe disfrutar con los peque?os placeres de la vida. Es el Brasil que cuando vino mi hija de visita desde Espa?a, despu¨¦s de haber comprado un par de recuerdos en varias tiendas, me dijo extra?ada: ¡°?Aqu¨ª toda la gente es tan cordial?¡±. No estaba acostumbrada.
Es el Brasil que me choc¨® cuando durante un viaje a R¨ªo par¨¦ en una tienda para comprar unos quesos. Estaba abarrotada de gente. La empleada de la caja, al devolverme el cambio, me dijo tom¨¢ndome de la mano: ¡°Perdone que ni le he preguntado si est¨¢ haciendo buen viaje. Es que hoy estoy agobiada de trabajo¡±. Es el Brasil en el que si te sientas al lado de alguien esperando un autob¨²s acaba cont¨¢ndote su vida como si te conociera de toda la vida. Es el Brasil que conoci¨® mi colega, el novelista Antonio Jim¨¦nez Barca, que fue director de la edici¨®n brasile?a de EL PA?S. Al volver a la sede central del peri¨®dico en Madrid, a mi pregunta sobre qu¨¦ le hab¨ªa dado Brasil, me respondi¨® sin dudar: ¡°la alegr¨ªa de vivir¡±.
Y es esa alegr¨ªa, esa afectuosidad, esa solidaridad y capacidad de aceptaci¨®n, ese sentido de fiesta hasta entre los m¨¢s pobres, el que hoy est¨¢ reaccionando con su manifiesto a favor de la democracia.
Es el Brasil del budista C¨¦sar Bernardo da Silva y Mar¨ªa M¨®nica Vieira, que escogieron para casarse el templo del mar y que sin conocerme me acogieron en su fiesta como si fuera un familiar m¨¢s. Es el Brasil que forcejea para disipar las tinieblas a las que le est¨¢ arrastrando una pol¨ªtica fascista que corroe la cultura, cambia los libros por las armas y cierra las bibliotecas para crear clubes para entrenarse a usar las armas.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S Am¨¦rica y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la regi¨®n
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.