Nueva etapa entre Colombia y Venezuela
La voluntad pol¨ªtica de resolver el conflicto fronterizo entre ambos pa¨ªses debe respetar el derecho de asilo y refugio
El restablecimiento de las relaciones diplom¨¢ticas entre Colombia y Venezuela es sin lugar a dudas la decisi¨®n que m¨¢s expectaci¨®n ha generado en la regi¨®n desde el triunfo de Gustavo Petro en las urnas en junio pasado. Desde entonces ha habido multitud de gestos, aunque el paso decisivo, simbolizado por la reapertura de una frontera porosa e inestable de m¨¢s de 2.200 kil¨®metros, todav¨ªa no se ha dado y no tiene plazos concretos. Pese a la voluntad de Petro de inaugurar una nueva etapa con el Gobierno de Nicol¨¢s Maduro, ese acercamiento es m¨¢s complejo que un simple borr¨®n y cuenta nueva. No basta con deshacer la pol¨ªtica de choque frontal con Caracas adoptada por Iv¨¢n Duque.
En primer lugar, antes de reabrir de facto la frontera hay que sentar las bases para garantizar condiciones de seguridad en ese territorio, tras siete a?os de cierres parciales y totales. En 2015 empezaron a interrumpirse por orden de Maduro la relaci¨®n comercial y el tr¨¢nsito vehicular entre los dos pa¨ªses. Las tensiones que marcaron los ¨²ltimos a?os derivaron m¨¢s tarde en una ruptura total en 2019. Colombia desempe?¨® entonces un papel decisivo por la cercan¨ªa entre el expresidente Duque con la Administraci¨®n de Donald Trump. Se convirti¨® en la principal meta de la migraci¨®n venezolana, llegando a acoger, seg¨²n Naciones Unidas, m¨¢s de cinco millones de personas expulsadas por una brutal crisis econ¨®mica, la falta de oportunidades, las profundas tensiones sociales y el acoso de las autoridades.
Petro quiere revertir esa deriva diplom¨¢tica. La letra peque?a de la reactivaci¨®n de las relaciones pasa ahora por la devoluci¨®n de una empresa de fertilizantes, llamada Mon¨®meros, que perteneci¨® al Estado venezolano y que Duque expropi¨® para entreg¨¢rsela a Juan Guaid¨®. Pero m¨¢s all¨¢ de los aspectos jur¨ªdicos de la negociaci¨®n, lo relevante es el alcance de una decisi¨®n pol¨ªtica que seguramente traer¨¢ beneficios econ¨®micos a ambos lados de la frontera. El nombramiento de un cercano colaborador como embajador en Caracas, el excongresista Armando Benedetti, demuestra el inter¨¦s del presidente colombiano en la agenda bilateral. Sin embargo, este paso no debe suponer un cheque en blanco a Maduro ni mucho menos una validaci¨®n de las violaciones de los derechos humanos. Los migrantes que contin¨²an en Colombia no deber¨¢n verse afectados por esta nueva etapa y las previsibles exigencias del Gobierno chavista, especialmente en los casos de refugiados o perseguidos pol¨ªticos. Diosdado Cabello, hombre fuerte del r¨¦gimen, ha pedido la extradici¨®n de estos ¨²ltimos y se ha encontrado con el rechazo frontal del propio Petro, que ha asegurado que respetar¨¢ el derecho a asilo y refugio. Una senda sin espacio para los equ¨ªvocos es la que debe encauzar la nueva relaci¨®n.
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