El ataque a Cristina Kirchner
El intento de asesinato de la vicepresidenta argentina deber¨ªa ser un punto de inflexi¨®n para rebajar la polarizaci¨®n pol¨ªtica
Argentina vivi¨® el jueves una de las jornadas m¨¢s funestas de sus casi 40 a?os de democracia. El intento de asesinato de la vicepresidenta Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner a las puertas de su casa, donde un hombre la apunt¨® con un arma cargada que se encasquill¨®, es el primero desde que en 1983 Ra¨²l Alfons¨ªn reemplaz¨® a un militar en la Casa Rosada y muestra el lado m¨¢s oscuro de la crispaci¨®n pol¨ªtica que en los ¨²ltimos a?os se ha extendido virulentamente por muchos pa¨ªses. Apenas dos meses despu¨¦s del asesinato del ex primer ministro japon¨¦s Shinzo Abe, lo ocurrido en Buenos Aires recuerda los peligros de la polarizaci¨®n extrema como caldo de cultivo de elementos incontrolados y violentos. La primera lecci¨®n que se ha sacar de este episodio es la obligaci¨®n de las fuerzas pol¨ªticas argentinas de rebajar la tensi¨®n y, sobre todo, el rechazo frontal a utilizar este ataque para desatar nuevas rivalidades.
Supone una buena se?al que todos los partidos hayan reaccionado con rapidez y contundencia en la condena del atentado fallido. Pero eso no basta. El ataque a Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner supone un aldabonazo que deber¨ªa ser utilizado para transformar los modos pol¨ªticos y atemperar los ¨¢nimos. Argentina atraviesa una grav¨ªsima crisis. La inflaci¨®n no cesa, la pobreza alcanza a casi la mitad de la poblaci¨®n y el deterioro en la confianza pol¨ªtica ha llegado a m¨¢ximos despu¨¦s de la acusaci¨®n fiscal contra la vicepresidenta por supuesta corrupci¨®n. Es el momento de levantar el pie del acelerador y que las instituciones policiales y judiciales esclarezcan sin dilaci¨®n el intento de magnicidio.
Hasta ahora, lo que ha trascendido de la investigaci¨®n muestra el ataque como obra de un solo individuo (Fernando Andre Sabag Montiel, de 35 a?os), quien actu¨® aparentemente sin apoyo de tramas externas. Entremezclado en la multitud kirchnerista que aguardaba a la vicepresidenta frente a su domicilio, logr¨® llegar hasta ella y apuntarla. Posiblemente, le salv¨® la vida a la vicepresidenta que la pistola se encasquillase. El agresor, r¨¢pidamente detenido, est¨¢ en manos de las autoridades y a ellas corresponde explicar a la opini¨®n p¨²blica con absoluta transparencia lo ocurrido. Nada peor podr¨ªa pasarle a Argentina que el caso se enredase y acabase dando p¨¢bulo a teor¨ªas conspirativas y, a la postre, alimentando nuevas tormentas pol¨ªticas.
Tambi¨¦n resulta fundamental que la violencia no llame a m¨¢s violencia. La decisi¨®n del presidente Alberto Fern¨¢ndez de convocar con urgencia a los sectores sindicales, sociales, religiosos y de derechos humanos para ¡°construir un amplio consenso contra los discursos de odio y la violencia¡±, adem¨¢s del repudio que este s¨¢bado votar¨¢ el Congreso, son iniciativas que caminan por el lado correcto. Pero a nadie se le escapa que Argentina vive desde hace mucho tiempo en trepidaci¨®n constante y existe el temor fundado de que, tras las buenas intenciones de los primeros d¨ªas, pronto puedan volver a asomar los pu?ales de anta?o. Evitarlo es responsabilidad de toda la clase pol¨ªtica y de los actores sociales. Ese es el deseo profundo de los argentinos, ya bastante maltratados por la crisis econ¨®mica, y la mejor forma de responder a este fallido acto de barbarie.
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