Doble ¡®bogey¡¯ en Catalu?a
El efecto bals¨¢mico de los indultos en Catalu?a es indudable m¨¢s de un a?o despu¨¦s de su aprobaci¨®n
Una estad¨ªstica demoledora publicada hace a?os en un peri¨®dico brit¨¢nico comparaba el (descomunal) aumento del dinero invertido por aficionados al golf en cursos, v¨ªdeos, palos y dem¨¢s material con la evoluci¨®n del h¨¢ndicap medio. El resultado demostraba que pod¨ªan perfectamente haber quemado ese dinero, o haberlo donado a la investigaci¨®n oncol¨®gica, sin consecuencias para su habilidad golf¨ªstica. Cabr¨ªa repetir la operaci¨®n con el auge de la llamada compol, la comunicaci¨®n pol¨ªtica, que en pocos a?os ha conseguido que la pol¨ªtica y los pol¨ªticos sean vistos como uno de los mayores problemas de Espa?a (v¨¦anse las series del CIS).
Un ejemplo interesante de la incapacidad de los comp¨®logos es el caso de los indultos a los l¨ªderes del proc¨¦s, una de las decisiones m¨¢s controvertidas de los ¨²ltimos tiempos. Pedro S¨¢nchez hab¨ªa llegado a la Moncloa tras una moci¨®n de censura apoyada por los partidos independentistas y su Gobierno necesitaba (y sigue necesitando) esos votos para lograr mayor¨ªas parlamentarias. Eso arrojaba una sombra de sospecha sobre el perd¨®n a los protagonistas de un golpe posmoderno, en acertada frase de Daniel Gasc¨®n, tras un lustro que vivimos, o nos hicieron vivir, peligrosamente. La desafiante actitud del independentismo y el lema de ¡°Lo volveremos a hacer¡± (en la derrota altivez, dec¨ªa Churchill) no presagiaban nada bueno: el indulto parec¨ªa una manifestaci¨®n de debilidad y no de fuerza. Treinta a?os de cesiones continuadas al nacionalismo catal¨¢n en base a la aritm¨¦tica parlamentaria hab¨ªan conducido a un conflicto territorial sin precedentes, una cesi¨®n m¨¢s pod¨ªa ser vista como pertinacia en el error. Pero tambi¨¦n hab¨ªa argumentos a favor, principalmente la necesidad de destensar la situaci¨®n en Catalu?a y la caducidad inevitable de las penas. El Estado hab¨ªa ganado el pulso, ahora, en la victoria, tocaba magnanimidad, como segu¨ªa la frase churchilliana. Dado que los presos iban a salir a la calle antes o despu¨¦s, mejor capitalizar su salida y mostrar que ¡°Espa?a os quiere¡± (o al menos que no se ensa?a).
M¨¢s de un a?o despu¨¦s de la aprobaci¨®n de los indultos por el Consejo de Ministros se puede afirmar que quienes nos opon¨ªamos est¨¢bamos equivocados. El efecto bals¨¢mico de la decisi¨®n en Catalu?a es indudable: el lazismo casi ha desaparecido, apenas ondean banderas, el amarillo vuelve a ser un color chill¨®n y discutible pero inocuo. Inevitablemente, las voces cr¨ªticas protestan: ¡°C¨®mo no van a estar tranquilos y contentos si les han dado la raz¨®n¡±. Pero nadie les ha dado la raz¨®n: un indulto no es una amnist¨ªa. Los l¨ªderes excarcelados no encabezan nada. El independentismo no est¨¢ tranquilo ni contento ni envalentonado, est¨¢ fracturado, peleado y nervioso; desmovilizado y desorientado. Los indultos y una mesa de di¨¢logo evanescente no parecen mucha conquista tras una d¨¦cada de hipermovilizaci¨®n.
Porque se cumplen ahora diez a?os de la Diada de 2012, la primera gran Diada del proc¨¦s. La ma?ana del d¨ªa siguiente fue muy rara en Barcelona. En muchas casas hab¨ªa una euforia irrefrenable, independentistas de estirpe celebraban un ¨¦xito incontestable, otros reci¨¦n llegados disfrutaban de un horizonte limpio y nuevo, una utop¨ªa que ten¨ªa el color, el olor y el sabor que cada uno quisiera darle. Enfrente, muchos nos despertamos conmocionados por una ola que no hab¨ªamos visto venir, inmersos en una sociedad que parec¨ªa haber perdido el juicio. Esa deriva locoide del nacionalismo catal¨¢n toc¨® techo entre el 8 de septiembre y el 1 de octubre de 2017, cuando media Catalu?a intent¨® expulsar a la otra mitad.
Ahora, diez a?os m¨¢s tarde, en Catalu?a conviven dos frustraciones, la del independentismo fallido y la de su oposici¨®n que ve como esa utop¨ªa irrealizable y excluyente sigue ganando elecciones. Pero no hay banderas en los balcones, no sabes qu¨¦ piensa tu vecino solo con verle la solapa y se puede hablar de muchas cosas: la guerra de Ucrania, las palancas de Laporta, el alza de la luz. Sin duda, el paso del tiempo, la fatiga de los materiales y el choque con la realidad han pesado. Pero las encendidas cr¨ªticas al regreso a la ¡°pax auton¨®mica¡± y a un supuesto ¡°pacto de los indultos¡± demuestran que la medida de gracia tambi¨¦n ha jugado un papel en la descomposici¨®n de la unidad independentista.
Entretanto, Espa?a no se ha roto, el Gobierno S¨¢nchez sigue teniendo que negociar cada votaci¨®n voto a voto, Rufi¨¢n mantiene una ret¨®rica incendiaria en la tribuna del Congreso y el PP parece haber olvidado su desastrosa gesti¨®n del ¡°problema catal¨¢n¡±, as¨ª como su pr¨¢ctica desaparici¨®n en una comunidad aut¨®noma fundamental. Mejor que no olvide tambi¨¦n que si llega al Gobierno exacerbar ese ¡°problema catal¨¢n¡± no le dar¨¢ votos y no poder gestionarlo se los quitar¨¢. Que con todos estos factores el Gobierno no presente los indultos como uno de sus logros no es el menor de sus errores. En t¨¦rminos golf¨ªsticos, un doble bogey tras un gran approach.
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