La m¨¢scara
Hoy, perece quien no comparece en internet para manifestar una idea u ocurrencia, para presumir de las cosas que mejor apuntalen su careta, confeccionada a partir de aquello que exhibimos en las redes sociales
¡°Quien no parece, perece¡±. Esta sentencia de Quevedo podr¨ªa ser un aviso para los habitantes del siglo XXI, a prop¨®sito de ese vasto instrumental que hoy tenemos a nuestra disposici¨®n para parecer lo que no somos.
Para no perecer hay que parecer, de acuerdo con la sentencia de Quevedo, aunque en nuestro tiempo, para parecer haya que recurrir a la m¨¢scara, que hoy es fundamentalmente electr¨®nica.
Si ajustamos, respetuosamente, la sentencia del poeta a la partitura contempor¨¢nea y a la idea de la m¨¢scara electr¨®nica, dir¨ªamos: quien no comparece, perece.
Comparecer es salir en la Red a manifestar una idea, a soltar una ocurrencia, a presumir de algo que se posee, estatus, un objeto, una situaci¨®n envidiable en el espacio, las cosas que mejor apuntalen nuestra m¨¢scara, que est¨¢ confeccionada a partir de aquello que exhibimos en Instagram, en Twitter, en Facebook o en TikTok, y que no se ajustan necesariamente a la realidad, no son propiamente el reflejo de lo que somos, sino de lo que quisi¨¦ramos ser o, para cerrar el c¨ªrculo quevedesco: de lo que queremos parecer.
Cerrado el c¨ªrculo, abramos otro, del mismo Quevedo, para ir redondeando la idea de esa m¨¢scara que exhibimos con total desparpajo, con este adagio que es una de sus migajas sentenciosas: ¡°Tanto mal causa parecer malo como serlo¡±.
De tanto querer parecer, acabamos siendo, nos viene a decir el poeta y tambi¨¦n sugiere que no es en absoluto balad¨ª ese maquillaje que nos hacemos en la red social, esa m¨¢scara, porque tiene consecuencias en la vida tridimensional que no es, por cierto, ni tan interesante, ni tan colorida, ni tan feliz como aparece en las pantallas.
Para este diferencial entre lo que somos y lo que pretendemos ser, lo que parecemos cuando comparecemos en la Red, Quevedo nos ofrece, en su libro Providencia de Dios, otro correctivo: ¡°No es grande la hormiga por estar sobre un monte¡±. Adecuemos a nuestro tema esta imagen, hilarante si se piensa en la tierna ingenuidad de la hormiga, en sus ¨ªnfulas: el monte es la red social y la hormiga, dicho esto de manera comedida, somos nosotros.
Cuando el ciudadano de este milenio se pregunta, en la orilla misma del precipicio, ?me apunto a una red social?, ?con cu¨¢l m¨¢scara comparezco?, ?qui¨¦n digo que soy?, lo mejor que puede hacer es masticar muy bien esta otra sentencia de Quevedo, la ¨²ltima antes de recurrir a otra fuente, para seguir hurgando en el asunto de esa m¨¢scara que ¨²ltimamente nos define: ¡°Nada se ha de mostrar menos que lo que se desea m¨¢s¡±.
Los antiguos griegos ten¨ªan una palabra que nosotros tendr¨ªamos que adoptar como talism¨¢n, como salvavidas, quiz¨¢ ser¨ªa mejor decir. La palabra, que es en realidad una f¨®rmula para vivir mejor la vida y, de paso, evitar la tentaci¨®n de enmascararnos es dik¨¦. Hay que vivir orientados por la dik¨¦, es decir, conforme a nuestra propia naturaleza. La dik¨¦, que es parienta del Tao chino, te invita a ser quien eres con todas tus singularidades; de esta forma se vive m¨¢s ordenadamente, de acuerdo con lo que se es, y no con la m¨¢scara que nos hace parecer lo que no somos.
Regresemos a hurgar en la Red, que es el sitio donde nuestro siglo se exacerba, donde tiene lugar ese flagrante baile de m¨¢scaras en el que se comparece pareciendo lo que no se es.
En Instagram la gente, normalmente, es lo que no es. Ah¨ª todos comparecen en situaciones id¨ªlicas, son felices y hasta podr¨ªa pensarse que basta ponerte ah¨ª para que el destino te sonr¨ªa. En Twitter, por poner otro ejemplo, la gente tampoco es lo que es: los usuarios son m¨¢s listos, m¨¢s bravos, m¨¢s valientes y respondones: llevan m¨¢scara; son como no son en el mundo tridimensional.
Pero esto no es nada nuevo, los individuos de nuestra especie han tenido desde siempre la tentaci¨®n de ser lo que no son, ya lo dec¨ªa Albert Camus en sus geniales Carnets: ¡°El hombre es el ¨²nico animal que se opone a ser lo que es¡±. No es nada nuevo pero la escala y la perspectiva son radicalmente distintas: las redes sociales son ubicuas, omnipresentes, y nos orillan, porque de eso se trata, a comparecer enmascarados en la pantalla.
El fen¨®meno seguir¨¢ escalando con la inminente llegada del metaverso, donde tendremos un mundo completo, con sus objetos, sus aparatos y sus vestidos, sus amores y sus afectos en el que podremos ser lo que no somos las 24 horas del d¨ªa.
Ser lo que no eres es mucho m¨¢s complicado y fatigoso que ser lo que eres, ah¨ª est¨¢ la sabidur¨ªa de la dik¨¦, que nos invita a despojarnos de la m¨¢scara. Ser lo que no somos implica desconocernos y esto, adem¨¢s de despreciar a la estimable dik¨¦, va en contra del primer mandamiento de la filosof¨ªa, y de la buena vida en general, que es, como ustedes bien sabr¨¢n, con¨®cete a ti mismo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.