Vuelven los ucranios
Sobreestimamos el poder militar de un tirano, tan ampuloso como fr¨¢gil, y subestimamos nuestro poder econ¨®mico, tan ruidoso como quebradizo
En la guerra, como en el f¨²tbol, los dioses no favorecen a quien ataca, que suele encallar frente a defensas menores, sino a quien contraataca, que tiende a ser m¨¢s efectivo de lo esperado. Las contraofensivas, veloces como la de los aliados en las playas de Normand¨ªa o lentas como la de los talibanes en las monta?as de Afganist¨¢n, tienen un doble efecto psicol¨®gico: levantan la moral de los contraatacantes y hunden la de los contraatacados. Lo vemos en Ucrania. Como el general MacArthur cuando lanz¨® su c¨¦lebre ¡°volver¨¦¡± al abandonar Filipinas cercado por los japoneses, los ucranios se conjuraron en un contragolpe que, con los fr¨ªos n¨²meros en las manos, parec¨ªa fuera del alcance de las tropas de Kiev. Hasta d¨ªas antes de la contraofensiva, muchos expertos se?alaban que la recuperaci¨®n del territorio ocupado por los rusos era improbable dada la escasez de infanter¨ªa a disposici¨®n de Zelenski. Pero, de nuevo, los ucranios est¨¢n doblegando contra todo pron¨®stico a un enemigo m¨¢s numeroso y despiadado.
El Ej¨¦rcito ruso tiene problemas f¨ªsicos ¨Dmilitares corruptos y armas obsoletas¨D pero, sobre todo, psicol¨®gicos. Mandos y soldados no comparten visi¨®n ni narrativa sobre la guerra: ?operaci¨®n militar especial? ?Desnazificar Ucrania? ?Frenar a la OTAN? Al enga?ar a la ciudadan¨ªa rusa, el Kremlin ha confundido a su propia tropa. La propaganda es un arma de doble filo.
La evoluci¨®n del conflicto ha revelado otras dos sorpresas a Occidente. Al principio, confiamos en que la presi¨®n sobre Putin viniera de la oposici¨®n democr¨¢tica. Pero ¨¦sta ha sido duramente reprimida y ahora el mayor peligro para el tirano procede de sus propias huestes. Muchos ultranacionalistas reprochan a Putin la p¨¦sima gesti¨®n de la guerra. Eso deber¨ªa preocuparle porque, en general, un dictador tiene el doble de probabilidades de ser depuesto por los suyos, mediante un golpe militar, que por una revoluci¨®n popular. Y, en particular, los fracasos b¨¦licos internacionales son, desde 1917, el motor de los cambios de r¨¦gimen en Rusia.
Al inicio tambi¨¦n pensamos que la derrota de Putin llegar¨ªa antes por la asfixia econ¨®mica de las sanciones que por los reveses en el campo de batalla. Sobreestimamos el poder militar de un tirano, tan ampuloso como fr¨¢gil, y subestimamos nuestro poder econ¨®mico, tan ruidoso como quebradizo. Por suerte, los ucranios vuelven. @VictorLapuente
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