Las mujeres, iguales en el fascismo
Hay muchas preguntas que se abren a partir de la consagraci¨®n del neofascismo al frente de la derecha de Italia, al igual que ocurri¨® hace unos d¨ªas en Suecia
Qu¨¦ triste hito es el ascenso de una ultraderechista como primera mujer al frente del Gobierno italiano, como parece que ocurrir¨¢ este domingo en las elecciones de Italia. Por consolarnos podemos decir que, al fin y al cabo, consolidar¨¢ que la igualdad es precisamente eso: la posibilidad de llegar a los mismos terrenos de incompetencia, felon¨ªa o intolerancia que otros muchos hombres conquistaron primero. Triste, pero igualitario.
Aparcado, pues, el asunto de g¨¦nero, hay muchas preguntas que se abren a partir de la consagraci¨®n del neofascismo al frente de la derecha de Italia, al igual que ocurri¨® hace unos d¨ªas en Suecia. La nueva ultraderecha no es violenta, a diferencia de la de los a?os setenta, recalcaba Antonio Scurati en una interesant¨ªsima entrevista, pero ?acaso puede limitarse el fascismo a la violencia verbal? ?Acaso la denigraci¨®n del inmigrante, la defensa del supremacismo blanco y el pisoteo moral de los distintos no es un primer paso hacia una vulneraci¨®n f¨ªsica de sus espacios y derechos?
Una buena forma de prepararse para unas elecciones, como para un viaje, es leer la literatura de la zona. Yo acabo de zamparme la tetralog¨ªa de Elena Ferrante sobre dos amigas en el epicentro del mundo de vecinos, familia, compa?eros, amores y amantes que ha compuesto el universo de N¨¢poles desde los sesenta hasta la actualidad. Esa obra es el espejo perfecto para ver c¨®mo el batiburrillo de fascistas, comunistas, camorristas, socialistas y cualquier otro ista ha ido configurando en Italia un espacio de pelea, confrontaci¨®n, derrotas y victorias que han pugnado por sus territorios morales y f¨ªsicos para hundirse o recuperarse siempre a la primera de cambio. Siempre con v¨ªctimas. Pero siempre hacia adelante.
As¨ª es Italia. La coctelera, el gatopardismo de cambiar todo para que nada cambie, la supervivencia de un sistema que pone el foco en estrellas penosas como Silvio Berlusconi o Matteo Salvini que pueden acabar depauperadas, pero vivas y hasta reencarnadas hoy en una figura nueva y joven como la de Giorgia Meloni. ¡°Dios, patria y libertad¡±, el viejo lema fascista de los a?os treinta, vuelve a triunfar.
Dentro del conglomerado de esa derecha encrespada, Meloni hace hoy el papel de recatada, sin airear la defensa que hizo en el pasado de Mussolini. Salvini, admirador de Vlad¨ªmir Putin, defiende el fin de las sanciones a Rusia. Y Berlusconi, a lo suyo, saca la bandera contra jueces e impuestos. El tr¨ªo de ases es disperso y variado, pero se ha unido con un objetivo com¨²n: minar la democracia, minar a Europa y defender intereses muy lejanos a la libertad.
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