Italia est¨¢ condenada a la divisi¨®n
Estas elecciones est¨¢n enmarcadas en un contexto mundial en el que se vota ¨²nicamente para machacar al adversario, como si la felicidad solo fuera posible en el caso de separaci¨®n definitiva entre los unos y los otros
¡°Un hombre est¨¢ en la cama, desando dormir. Una rata est¨¢ en la pared de su cabecera deseando moverse. El hombre oye que la rata se agita y no puede dormir, la rata oye que el hombre se agita y no se atreve a moverse. Ambos son desgraciados; uno agit¨¢ndose, el otro esperando. O ambos felices, la rata movi¨¦ndose y el hombre durmiendo¡±. Resulta curioso que este fragmento de Murphy, novela escrita por Samuel Beckett en 1938, se haya convertido desde hace dos d¨¦cadas en la met¨¢fora de la crisis en la que se han sumido las democracias occidentales. Con cada cita electoral este estancamiento se nos representa con mayor claridad cada vez, ahogando de antemano cualquier esperanza en un resultado que no comprometa la unidad del pa¨ªs.
Sean los que sean los temas que est¨¦n encima de la mesa, a estas alturas deber¨ªa resultar palmario la existencia de una profunda brecha que recorre todos los pa¨ªses occidentales y que engulle el campo de los valores compartidos y bloquea el virtuoso mecanismo de la alternancia entre mayor¨ªa y oposici¨®n. Es eso lo que provoca que cada campa?a electoral acarree tan solo sentimientos negativos de antagonismo extremo, cuando no de aut¨¦ntico odio personal ¡ªacusaciones rec¨ªprocas, recriminaciones, vetos, venganzas¡ª y nunca, nunca vislumbres de esperanza. Hace ya muchos a?os que no se vota para construir una sociedad mejor sino ¨²nicamente para cerrar la boca a los adversarios, para aplastarlos, para humillar a sus representantes. Una brecha que resulta mucho m¨¢s mort¨ªfera dado que divide a los pa¨ªses en dos partes casi equivalentes num¨¦ricamente, de manera que el que pierde pueda sentirse autorizado, si lo desea, a rechazar el resultado, tach¨¢ndolo como el fruto de la falsa informaci¨®n, de la corrupci¨®n, de injerencias extranjeras o del fraude electoral, a menudo denunciados de antemano y sin la menor prueba. El momento culminante de esta tendencia se alcanz¨® el 6 de enero del a?o pasado en Estados Unidos, con el asalto de los partidarios de Donald Trump al Capitolio: ninguno de los atacantes pensaba en el Make America Great Again de su eslogan electoral, su intenci¨®n era simplemente destruir el mism¨ªsimo s¨ªmbolo de esa grandeza, despu¨¦s de que las elecciones presidenciales de dos meses antes (¡±ama?adas¡±, seg¨²n su l¨ªder) hubieran visto prevalecer al odiado Joe Biden y a la odiad¨ªsima Nancy Pelosi. Y si esta ¨²ltima hubiera estado trabajando en su despacho ese 6 de enero, no es dif¨ªcil imaginar el destino que habr¨ªa corrido, antes de que las fuerzas del orden consiguieran recuperar el control del edificio.
Quiera admitirse o no, este es el contexto en el que se enmarcan tambi¨¦n las elecciones pol¨ªticas de este domingo en Italia. Los temas reales de la confrontaci¨®n son ¡°echar al mar¡±, ¡°mandar de vuelta a casa¡±, ¡°limpiar¡±, ¡°quitar de en medio¡±, ¡°borrar¡±, y lo son a¨²n m¨¢s de lo que se declara. Detr¨¢s de las propuestas demag¨®gicas de la derecha nos amenazan intenciones conocidas por todos, aunque no declaradas abiertamente: la salida del euro, la salida de la Uni¨®n Europea, la salida de la OTAN, la reforma de la Constituci¨®n, el cierre de las fronteras, los bloqueos navales, la reducci¨®n de los derechos de las mujeres y las minor¨ªas. En el otro lado se yergue un orgulloso no a todo ello, no acompa?ado, sin embargo, por propuestas concretas, innovadoras y convincentes. Y en definitiva, se tiene la certeza de que la brecha volver¨¢ a reproducirse una vez conocido el resultado, pues el mecanismo divisorio basado en el desprecio y la incompatibilidad personal ya est¨¢ en marcha incluso dentro de las distintas coaliciones, por m¨¢s que durante la campa?a electoral todos se esfuercen por mantenerlo oculto.
Asignemos a quien asignemos el papel del rat¨®n y del hombre del fragmento de Beckett, parece que la fat¨ªdica palabra felicidad, que hoy nos avergonzamos incluso de pronunciar, puede volver a ser moneda de curso entre los italianos solo en el caso de separaci¨®n definitiva unos de los otros. Una separaci¨®n, sin embargo, imposible de lograr incluso si se llegara a concebir lo inconcebible, es decir, una secesi¨®n: porque la brecha no coincide con fronteras f¨ªsicas, no corre a lo largo de los lechos de los r¨ªos o de las crestas de las monta?as, de modo que de un pa¨ªs puedan sacarse dos o m¨¢s pa¨ªses: se ha introducido cual met¨¢stasis en las c¨¦lulas m¨¢s elementales de la sociedad civil, independientemente de las realidades geogr¨¢ficas en las que se ubican: en el territorio, separando a los habitantes de las ciudades de los del campo; en las ciudades, separando a los habitantes del centro de los de los suburbios; en el mundo del trabajo, separando a los trabajadores con derechos de los precarios, y a todos ellos de los desempleados; en lugares de socializaci¨®n, sean virtuales o no, separando a los inclusivos de los racistas, a los vacunados de los antivacunas, a los proucranios de los prorrusos; llegando incluso al seno de las propias familias, separando los intereses de adultos y ancianos de los de sus hijos y nietos. Por tanto, tampoco ser¨¢ posible la fr¨ªa felicidad beckettiana de uno movi¨¦ndose y el otro durmiendo, y eso lo sabemos de antemano.
Con todo, ha habido un aspecto in¨¦dito en esta campa?a electoral veraniega sin precedentes: el desembarco de las fuerzas pol¨ªticas en TikTok. A pesar de que un alto porcentaje de sus usuarios est¨¦ compuesto por menores, inservibles para fines electorales, los l¨ªderes pol¨ªticos italianos se han sentido seducidos de igual manera por las cifras registradas por esta plataforma (en Italia, 5,4 millones de usuarios), y han tratado de asentarse all¨ª. Pues bien, el aspecto c¨®mico y desalentador a la vez de tal invasi¨®n es el tono que muchos de esos l¨ªderes han utilizado en sus intervenciones, imbuidas de paternalismo, esp¨ªritu goliardesco y subestimaci¨®n de sus interlocutores (¡±queridos muchachos, hoy os hablar¨¦ sobre el trabajo...¡±), con el resultado de aparecer ante sus ojos como personas rid¨ªculas, pat¨¦ticas y oportunistas en lugar de cre¨ªbles. No todos los l¨ªderes, hay que decirlo: hay quienes han evitado esta trampa. Por ejemplo, Enrico Letta, quien en TikTok est¨¢ presente m¨¢s que nada por los v¨ªdeos de burla contra ¨¦l publicados por sus adversarios, que han obtenido aqu¨ª tambi¨¦n el resultado contrario al deseado, ya que para los tiktokers esos videos de burla son puro acoso, y la lucha contra el acoso es uno de los temas m¨¢s sentidos en TikTok. Otro tema muy sentido es el de la emergencia clim¨¢tica, pero obviamente nuestros pol¨ªticos a caza del voto de los j¨®venes no han formulado ninguna propuesta pr¨¢ctica sobre ello.
Por todo esto, en Italia no est¨¢ permitido albergar esperanzas sinceras sobre el resultado de la votaci¨®n de este domingo. En cambio, resulta inevitable alimentar un sincero temor, mitigado solo por las palabras de una hija de 13 a?os, quien, al ver la preocupaci¨®n pintada en el rostro de sus padres, trata de consolarlos dici¨¦ndoles: ¡°?nimo, que cuando llegue nuestro turno para votar todo esto terminar¨¢¡±.
Incapaz de renunciar la esperanza, me esfuerzo realmente por creer que as¨ª ser¨¢: dentro de cinco a?os todo esto habr¨¢ terminado. Y me abstengo de hacer la pregunta inmediatamente sucesiva: ¡°De acuerdo, pero ?qu¨¦ lo reemplazar¨¢?¡±.
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