Una tumba en Cadaqu¨¦s
En la cruz de madera, muy deteriorada, solo pon¨ªa ¡°Mary¡±. Tras ella estaba la historia de una rica heredera norteamericana, arquitecta, que vivi¨® junto a Picasso, Matisse, L¨¦ger, Man Ray y Van der Rohe

Mi inter¨¦s por Mary Callery empez¨® un d¨ªa en el llamado cementerio ¡°de los extranjeros¡± de Cadaqu¨¦s, al ver una tumba con una cruz de madera, muy deteriorada por el tiempo y las lluvias, en donde solo pon¨ªa ¡°Mary¡± y en su l¨¢pida ¡°Mary Callery, 1903-1977¡å. Ten¨ªa que ser una inglesa o una norteamericana y yo me preguntaba por qu¨¦ la habr¨ªan enterrado all¨ª. Me enter¨¦ de que era una escultora y por un tiempo me olvid¨¦ de ella. Hasta que este verano, en la subasta de fotograf¨ªas in¨¦ditas de Dora Maar, se identific¨® a una de las mujeres en el grupo de Picasso, Dora Maar y Jacqueline Lamba (la esposa de Andr¨¦ Breton) como Mary Callery. Estaban en Antibes, en agosto de 1939, jugando a fotografiarse mutuamente. Mary iba sencilla pero elegantemente vestida, Jacqueline Lamba iba desnuda y Picasso luc¨ªa una camiseta de tirantes. Unos meses antes, en enero, Alfred Barr, director del Museo de Arte Moderno de Nueva York, le hab¨ªa pedido a Mary que espiara a Picasso para ¨¦l; dicho de otra manera, que le informara sobre los cambios de humor del artista y las intrigas que lo rodeaban.
Callery era muy amiga de Picasso y, seg¨²n Alfred Barr, era la que pose¨ªa m¨¢s cuadros del malague?o de todo Estados Unidos, algo que pod¨ªa permitirse siendo la hija de James Dawson Callery, presidente de la Pittsburg Railway Company y del Diamond National Bank.
Hab¨ªa estudiado escultura en la Arts Students League con Edward McCartan y en 1923 se cas¨® con Frederic R. Coudert Jr., miembro del Congreso de Estados Unidos, con quien tuvo una hija, Caroline. Esta, que jam¨¢s se llev¨® bien con su madre, se suicid¨® en 1966 tir¨¢ndose al vac¨ªo.
Divorciada de su primer marido, Mary se volvi¨® casar en 1931 con Carlo Frua de Angeli, industrial textil y gran coleccionista de arte milan¨¦s, de quien tambi¨¦n se divorci¨®, aunque siempre mantuvo con ¨¦l una relaci¨®n de amistad.
En los a?os 30, Mary vivi¨® en Par¨ªs, trabaj¨® en su estudio de la rue d?Alesia y conoci¨® no solo a Picasso sino tambi¨¦n a Matisse, L¨¦ger, Man Ray y Calder, colaborando a veces con ellos y siendo fotografiada o dibujada por ellos. De L¨¦ger fue amante muchos a?os, incluso cuando ¨¦ste se exil¨® a Nueva York durante la II Guerra Mundial.
Cuando la guerra estall¨®, Callery ejerci¨® de conductora de ambulancias para el Hospital Americano de Neuilly. Pero con la entrada de los alemanes en Par¨ªs, sola y deprimida, decidi¨® regresar a Nueva York. All¨ª mantuvo otra relaci¨®n sentimental, esta vez con el arquitecto Mies van der Rohe, quien le reform¨® un granero ya existente en Long Island, terminado en 1950.
Como escultora, la obra de Mary Callery muestra unas figuras filiformes que expresan movimiento, ligereza, como versiones danzantes y m¨¢s esquem¨¢ticas de las delgad¨ªsimas figuras de Giacometti. Mucho m¨¢s interesantes son sus obras abstractas, especialmente la escultura para el arco del proscenio de la Metropolitan Opera House de Nueva York, que le fue encargada por el arquitecto Wallace Harrison y que fue descrita como ¡°un ramo de arabescos esculpidos¡±. El trabajo de Callery ¡ªque a veces firmaba Meric Callery para disfrazar su g¨¦nero femenino¡ª estaba representado por las prestigiosas galer¨ªas Curt Valentin y Knoedler de Nueva York; tambi¨¦n fue invitada por Joseph Albers a dar clases en el famoso Black Mountain College de Carolina del Norte.
En 1958 conoci¨® a los arquitectos Peter Harnden y Franco Bombelli, que trabajaban juntos organizando exposiciones de artistas norteamericanos en Europa dentro del plan Marshall. Estos la convencieron para que se hiciera una casa en Cadaqu¨¦s, el bello pueblo blanco de la Costa Brava, tambi¨¦n frecuentado por Marcel y Teeny Duchamp, muy amigos de Mary.
En realidad, Callery no compr¨® una, sino dos casas cercanas, una para vivienda y otra como estudio. All¨¢ recib¨ªa a amigos y mostraba su espl¨¦ndida colecci¨®n de obras de arte. No alternaba con los lugare?os, pero sal¨ªa a navegar con Alejandro Kontos, quien tambi¨¦n le hac¨ªa de ch¨®fer. La vivienda, una construcci¨®n ruinosa situada en la calle m¨¢s estrecha del lugar (carrer Embut, Embudo, 8) fue totalmente remodelada por los arquitectos, que abrieron 10 ventanas cuadradas en la fachada creando con ello una composici¨®n que asemeja una obra neopl¨¢stica. La casa posee un patio y una terraza superior desde donde la vista es magn¨ªfica. No lejos de all¨¢ se encuentra el estudio, que tuve la oportunidad de visitar, hoy convertido en vivienda y cuyos propietarios han preservado casi id¨¦nticamente su disposici¨®n original.
Destrozada por el suicidio de su hija, Mary residi¨® cada vez m¨¢s tiempo en Cadaqu¨¦s, acompa?ada por sus perros Mona y Lisa y por sus m¨²ltiples amigos. Muri¨® en 1977 en el Hospital Americano de Par¨ªs, pero su sencilla tumba, cuya cruz ha sido repuesta en piedra, puede visitarse en este peque?o cementerio que mira a las azules aguas de Port Lligat.
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