En la mente de Putin
Nunca pensamos que ser¨ªamos capaces de cambiar la naturaleza humana, pero s¨ª de controlar al menos a quienes acced¨ªan al poder
Desde sus inicios, la guerra en Ucrania ha tenido un referente inevitable, Vlad¨ªmir Putin. Por muy sofisticados que sean los an¨¢lisis sobre su devenir, siempre acaban estrell¨¢ndose sobre esta figura inescrutable. Y ello hasta el punto de que no se ve soluci¨®n viable a no ser que sea destituido, que por una raz¨®n u otra desaparezca del mapa. Nadie cree seriamente que la prolongaci¨®n de estas ¨²ltimas victorias ucranias en el campo de batalla fuerce a una negociaci¨®n seria que pueda dar la impresi¨®n de una derrota rusa. Es curioso, no puede ganar, pero tampoco perder, eso de Emmanuel Macron de ¡°no humillar a Putin¡±.
Nuestro temor es que si se viera ante esa circunstancia ser¨ªa capaz de recurrir a armas nucleares t¨¢cticas u otras con inmensa capacidad destructiva. Que abandonar¨ªa la guerra convencional para adentrarse en una escalada sin freno. Los m¨¢s optimistas piensan que sigue una estrategia de m¨¢s largo plazo, que su objetivo es de m¨¢s dilatado aliento: esperar a que poco a poco se quiebre la cohesi¨®n del bloque occidental que apoya a Ucrania. Y que para ello no deja de contar con formidables medios de chantaje. No me refiero solo a lo nuclear o a los estropicios que ya han causado las sacudidas en el abastecimiento energ¨¦tico. Los atentados en los gasoductos han sido un aviso a navegantes: ojo, que el da?o que puedo haceros es descomunal; ni m¨¢s ni menos que afectar la inmensa red de conexiones submarinas que nos aprovisionan de energ¨ªa o sostienen internet.
Ignoro lo que pasa por su mente, pero me parece muy revelador de algo en lo que quiz¨¢ no hayamos ca¨ªdo suficientemente, la vulnerabilidad de nuestras sociedades, ya experimentada durante la pandemia, y nuestra dependencia de la arbitrariedad de algunos aut¨®cratas. O, visto de otra perspectiva, que el espectacular incremento en sofisticaci¨®n tecnol¨®gica no ha tenido su correspondencia en un desarrollo equiparable de nuestros sistemas pol¨ªticos. La mente de Putin no es muy distinta del alma del tirano que describ¨ªa Plat¨®n, esa de ¡°sujetos incurables en su ignominia¡±, la que ignora lo razonable y saca a la luz ¡°lo feroz y salvaje¡±. Salvo algunos iluminados, nunca pensamos que ser¨ªamos capaces de cambiar la naturaleza humana, pero s¨ª de controlar al menos a quienes acced¨ªan al poder. Esta malhadada guerra ha refutado nuestro optimismo en la idea de progreso, ha sacado a la luz la fragilidad de los avances humanos. Aun as¨ª, tambi¨¦n ha confirmado la importancia de preservar la democracia y suturar sus muchas deficiencias. Sabemos lo que funciona y no ignoramos d¨®nde est¨¢ el mal. Nos queda lidiar con nuestras muchas contradicciones y asimetr¨ªas. Pero no podemos ceder al chantaje. Putin no puede ganar esta guerra.
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