El colegio empieza tras el colegio
La educaci¨®n escolar segregada por sexos provoca que los chicos crezcan sin otra apreciaci¨®n de la mujer que como un extra?o objeto de deseo o de idolatr¨ªa
Los v¨ªdeos de la coreograf¨ªa de persianas y c¨¢nticos machistas del colegio mayor El¨ªas Ahuja han cobrado notoriedad gracias a que vivimos en una ¨¦poca en que solo existe lo que tiene retransmisi¨®n. Por eso hasta los asesinos m¨¢s perspicaces, si pueden, cometen el crimen con el m¨®vil enlazado a Facebook Live. Lo que nos debe preocupar es aquello que sucede en la oscuridad. Ah¨ª es donde, m¨¢s all¨¢ del inter¨¦s de la fiscal¨ªa por comprobar si existi¨® delito de odio en esos c¨¢nticos, debe dirigirse nuestro inter¨¦s por este caso. Los saludos nazis, la verborrea machista, la corbata en la frente son una actuaci¨®n de cheerleader goril¨®n que copia los rituales de los internados represores de la imaginer¨ªa anglosajona. Pero por debajo transita algo que conocemos bien los que fuimos tarados en la educaci¨®n escolar segregada por sexos. Esa divisi¨®n provoca que los chicos crezcan sin otra apreciaci¨®n de la mujer que como un extra?o objeto de deseo o de idolatr¨ªa. Provoca adem¨¢s la homofobia interna, pues persigue todo lo que escapa al gregarismo zopenco. Fabrica adultos que se aterran ante la menstruaci¨®n, degradan el sexo a muescas de humillaci¨®n ajena, escriben cl¨ªtoris con equis y les resulta tan incomprensible el mecanismo de una mujer que su ¨²nica misi¨®n en la vida es someterlo a su mando.
Nos transformaban en cafres, mientras a ellas, igualmente apartadas, las educaban en la sumisi¨®n, la cosm¨¦tica de la pieza para ser conquistada y esa terrible tentaci¨®n de exculpar siempre al novio y al hermano ya sea violador, neonazi o sencillamente un carca. Es curioso que los movimientos reivindicativos de la mujer est¨¦n siempre escoltados por una sobreatenci¨®n a sus excesos. Como si, una vez m¨¢s, los pecados de la mujer fueran mucho m¨¢s graves que los cometidos por varones, como viene escrito desde siempre en todas las historias sagradas. Por eso hay una tremenda legi¨®n de articulistas seriamente concernidos por denunciar lo que han dado en llamar feminazis, pero que son piadosamente condescendientes con los machos nazis, pues est¨¢n convencidos de que con el tiempo devendr¨¢n en liberales cabales. El ser humano, cuando se organiza en manadas, recupera el instinto animal y eso facilita alistarlo en la horda, en la turba, en la grada ultra. Basta con arracimarlos para que distingan bien clarito los suyos de los otros.
Por eso es tan importante la convivencia, la mezcla, la interacci¨®n, acabar con estas segregaciones que a¨²n se defienden por turbias visiones del g¨¦nero y la cualidad educativa. Sin olvidar, por supuesto, la segregaci¨®n m¨¢s determinante junto a la sexual, que es la que tiene que ver con el poder adquisitivo de los pap¨¢s. Ah¨ª se abre otro frente de clasismo, xenofobia y carcundia que persiste generaci¨®n tras generaci¨®n. No sobreactuemos frente al v¨ªdeo, no corramos a pedir expulsiones de la universidad para quienes lo que necesitan es universidad, much¨ªsima universidad, pero p¨²blica e inclusiva. La ra¨ªz profunda de este espanto est¨¢ en la cabeza de organizaciones y mentalidades de adultos que gu¨ªan a sus v¨¢stagos a una vida de exhibici¨®n p¨²blica de virtudes y ejemplaridad, mientras por debajo late el rencor, la agresividad y un enfermizo af¨¢n de acoso y humillaci¨®n. Tenemos por delante la misma tarea colectiva que tantos chicos acometieron ¨ªntimamente para sacarse de dentro las taras de una mala educaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.