Ritos machistas

La terrible escena vivida el domingo en el colegio mayor masculino El¨ªas Ahuja, adscrito a la Universidad Complutense de Madrid, con los insultos que lanzaron los j¨®venes del centro proferidos a las chicas que viven en el colegio Santa M¨®nica, situado justo enfrente, no son actos sui generis de una manzana podrida aislada. No estamos ante un problema de unos cuantos individuos ¡°radicalizados¡±. Se trata m¨¢s bien de un fen¨®meno de caracter¨ªsticas profundas y extendidas que ya estaba ah¨ª ¡ªalgunos colegiales han calificado este espect¨¢culo machista de ¡°tradici¨®n¡±¡ª y ahora se manifiesta como s¨ªntoma de un retroceso en la igualdad vinculado al exhibicionismo con el que se expresan en el espacio p¨²blico discursos negacionistas de la violencia de g¨¦nero.

La novedad reside en el impacto que esos discursos tienen en el consenso social sobre los l¨ªmites de lo que es tolerable decir y las l¨ªneas que deben seguir siendo infranqueables. Las convicciones que niegan el respeto igualitario y la plena autonom¨ªa de las mujeres han dejado de ser actitudes que se encontraban en los m¨¢rgenes de la sociedad gracias a las manifestaciones desacomplejadas de la ultraderecha, lo que podr¨ªa estar produciendo un cambio profundo en la cultura pol¨ªtica de nuestras sociedades. La primera vuelta de las elecciones presidenciales brasile?as que otorgaron un estrecho margen entre el candidato del Partido de los Trabajadores, Luiz In¨¢cio Lula da Silva, y su rival ultraderechista, Jair Bolsonaro, sugiere que, incluso si este ¨²ltimo es derrotado finalmente en las urnas, sus mensajes reaccionarios impregnados de valores sociales atrasados han arraigado en el pa¨ªs. Esos resultados nos obligan a estar alerta sobre las implicaciones de la normalizaci¨®n de alegatos sin filtro que niegan los valores humanistas como el de la igualdad y el respeto hacia las mujeres. Y tambi¨¦n nos advierten de c¨®mo nuestras sociedades comienzan a convertirse en un crisol para la extrema derecha que deja una huella inquietante y perdurable sin que apenas reparemos en ello.

Hechos como los ocurridos en el colegio mayor El¨ªas Ahuja nos invitan a reflexionar sobre el impacto que los demagogos ultras, a menudo guiados por el simple af¨¢n obsceno de escandalizar, tienen en el debate p¨²blico y en el tr¨¢gico deterioro de la convivencia democr¨¢tica. Y en c¨®mo esto est¨¢ afectando a los valores y representaciones de g¨¦nero de los m¨¢s j¨®venes. El bar¨®metro de juventud y g¨¦nero de 2021, elaborado por el Centro Reina Sof¨ªa sobre adolescencia y juventud, detect¨® este problema en las afirmaciones que niegan o limitan la importancia de la violencia de g¨¦nero, mucho m¨¢s presentes entre los chicos, con porcentajes que van del 25% al 30%, aproximadamente, y en el descenso del porcentaje de muchachos que se consideran feministas, reducido casi cinco puntos entre 2019 y 2021. Lejos de azuzar y promover esas tendencias, cuando los patrones establecidos est¨¢n en cuesti¨®n, lo que se necesita por parte de nuestros representantes pol¨ªticos son alegatos en¨¦rgicos y confiados a favor de las virtudes de una democracia que vele por la igualdad. Y tambi¨¦n un debate comprometido sobre las ventajas de una educaci¨®n sexual basada en el respeto a la diversidad y en la defensa de la integridad corporal de las mujeres, necesario para afirmar su capacidad y libertad de acci¨®n. Sorprende no escuchar condenas firmes a que se llame putas y conejas a j¨®venes estudiantes por parte de quienes consideran la educaci¨®n sexual un peligroso adoctrinamiento.