Dinero para ?frica
Los pa¨ªses ricos tienen que cumplir con los acuerdos para combatir el cambio clim¨¢tico y proteger a los m¨¢s fr¨¢giles
M¨¢s de 250 publicaciones m¨¦dicas, entre las que se encuentran algunas tan prestigiosas como The Lancet, acaban de lanzar un editorial conjunto en el que se insta a los pa¨ªses ricos a financiar con m¨¢s recursos la respuesta a la crisis clim¨¢tica en el continente africano. Lo han hecho en un momento oportuno, en v¨ªsperas de la Cumbre del Clima ¡ªCOP27¡ª que se celebrar¨¢ en un par de semanas en Egipto, y con la decidida voluntad de intervenir para procurar frenar un proceso profundamente inquietante: esta crisis acabar¨¢ afectando a todos los rincones del globo y buena parte de los pa¨ªses africanos, como otros del llamado Sur global, est¨¢n condenados a sufrir la llamada doble injusticia del cambio clim¨¢tico: los que menos responsabilidad han tenido en su aparici¨®n al permanecer ajenos o en la periferia de los procesos de industrializaci¨®n, son los que m¨¢s sufren sus consecuencias por tener econom¨ªas m¨¢s dependientes del medio natural y carecer de los medios necesarios para hacerle frente.
Los estragos que en el mundo desarrollado puede generar una sequ¨ªa se miden en un porcentaje determinado de cosechas arruinadas y p¨¦rdidas econ¨®micas. En buena parte de ?frica estas mismas sequ¨ªas, que se han multiplicado por tres en las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas, se convierten en hambrunas y migraciones internas. Seg¨²n el ¨²ltimo informe del Observatorio de Desplazamiento Interno, en 2021 se produjeron 40,5 millones de desplazamientos, de los cuales 30 fueron debidos a fen¨®menos relacionados con la crisis clim¨¢tica: sequ¨ªas, tormentas, temperaturas extremas, inundaciones, deslizamientos de tierras o incendios forestales, entre otros. Lo m¨¢s grave es que las consecuencias del cambio clim¨¢tico se encadenan unas a otras, y es importante se?alar el riesgo que se anuncia si no se toman ya medidas efectivas. El aumento del nivel del mar reduce la calidad del agua dulce y provoca un incremento de enfermedades digestivas y diarreas, sobre todo entre los m¨¢s peque?os; las inundaciones multiplican los casos de enfermedades como el dengue, la malaria y el ¨¦bola, y la malnutrici¨®n se ceba en los pa¨ªses m¨¢s pobres, con incrementos del 50% desde 2012 seg¨²n la FAO.
Ante tan dram¨¢tica realidad, estas revistas cient¨ªficas reivindican que se cumpla el compromiso adquirido hace ya 12 a?os, en 2009, de financiar con 100.000 millones de d¨®lares anuales la acci¨®n clim¨¢tica en pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, y proponen la creaci¨®n de un fondo de p¨¦rdidas y da?os para compensar a los pa¨ªses que menos han contribuido a las emisiones de gases de efecto invernadero, pero que m¨¢s sufren sus efectos. Resulta intolerable, en este sentido, el ¡°valor real¡± de la financiaci¨®n clim¨¢tica proporcionada en 2020 que, seg¨²n un reciente informe de Oxfam Interm¨®n, se sit¨²a entre los 21.000 y los 24.500 millones de d¨®lares, frente a los 68.300 millones de d¨®lares que los pa¨ªses ricos han declarado aportar en concepto de financiaci¨®n. Todav¨ªa muy lejos de sus compromisos.
El editorial acierta con los grandes desaf¨ªos: superar la doble injusticia a la que se ven sometidos los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo ¡ªmuchos de ellos africanos¡ª, cumplir los acuerdos a los que se llega en las cumbres clim¨¢ticas y establecer nuevos compromisos que ayuden a avanzar. Y subraya que los desequilibrios globales que provoca ya la crisis afectar¨¢n a todos con m¨¢s pobreza y desigualdad, incremento de movimientos migratorios forzados y una intensificaci¨®n de las tensiones sociales. Occidente no se va a librar. Aunque solo fuera por inter¨¦s, una apuesta inteligente pasa por financiar a quienes m¨¢s sufren las consecuencias de la crisis clim¨¢tica.
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