Menos eurocentrismo con China
Es mucho mejor superar el discurso binario (y muy poco productivo) de democracias contra autocracias, y centrarnos mejor en c¨®mo articular las relaciones futuras con la segunda potencia mundial

El reciente congreso del Partido Comunista de China (PCCh) y la reuni¨®n del canciller Scholz con Xi JinPing han producido mucho ruido en medios internacionales; y para nuestra grata sorpresa tambi¨¦n en cabeceras nacionales. Es importante que dediquemos recursos y esfuerzos a observar y entender a China. Sin duda, ser conscientes de la relevancia e influencia que tiene y tendr¨¢ Pek¨ªn como actor fundamental en la configuraci¨®n de los equilibrios de poder, el desarrollo de nuestra econom¨ªa y el bienestar futuro es algo muy positivo para nuestra sociedad.
Sin embargo, es una l¨¢stima que la mayor¨ªa de la cobertura y el an¨¢lisis no hayan sido divulgados con af¨¢n de comprender China, sino, en t¨¦rminos generales, impulsados por lo que Shane Weller en su libro La Idea de Europa ha denunciado como ¡°euro-centrismo, euro-supremacismo y euro-universalismo¡±. Una afecci¨®n que lleva siglos con nosotros.
En un presente marcado por la rivalidad geopol¨ªtica y la revoluci¨®n digital (que comprime el espacio y el tiempo, y acelera y aumenta las tensiones sociales) y con un futuro m¨¢s incierto que nunca, marcado por la incertidumbre radical; China cree que la ¨²nica manera de navegar por este oleaje es reforzando el liderazgo de Xi Jinping, y, por ende, transmitir certidumbre a su poblaci¨®n en tiempos de gran inseguridad.
En este Congreso Xi Jinping se ha desmarcado abiertamente del modelo de ¡°crecimiento a toda costa¡± promovido durante el mandato de su predecesor, Hu Jintao, a nivel interno, y ha despejado toda duda sobre si abrazar¨¢ el modelo occidental de las democracias liberales. El objetivo es desarrollar el pa¨ªs de una manera m¨¢s equilibrada y sostenible, alcanzando de esta forma los objetivos marcados para 2049, que no son otros que superar la trampa de la renta media que ha asolado a muchos otros pa¨ªses en desarrollo. Pero el camino para llegar all¨ª ser¨¢ el del socialismo con caracter¨ªsticas chinas.
La f¨®rmula de Xi para lidiar con sus mayores amenazas recientes: el separatismo de Hong Kong y Taiw¨¢n, la covid, la guerra tecnol¨®gica y comercial con EE UU y la desaceleraci¨®n econ¨®mica despu¨¦s de que haya explotado la burbuja inmobiliaria, as¨ª como la que ha relevado que aplicar¨¢ a la hora de afrontar retos futuros, es la misma: m¨¢s y m¨¢s Partido. Partido como garante de que el Estado no sea capturado por grandes empresas tecnol¨®gicas y financieras (muchos en China piensan que esto ocurre en EE UU). Partido para evitar verse limitados por poderes extranjeros (a ojos de mucha de la ¨¦lite china, eso es lo que ocurre en Europa).
Viendo la importancia medi¨¢tica que se le ha dado a la salida poco honrosa, hasta humillante, del congreso de Hu Jintao, cabe preguntarse (salvando l¨®gicamente las distancias entre sistemas democr¨¢ticos y autoritarios) ?no tenemos comportamientos pol¨ªticos similares en occidente? En los partidos ?es f¨¢cil entrar, crecer o llegar a liderarlos? ?No se eliminan rivales pol¨ªticos de una manera poco caballeresca? La Biblia o el Quijote ya se hac¨ªan eco de este ancestral problema: es m¨¢s f¨¢cil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio.
Desde occidente estamos dedicando quiz¨¢s demasiada energ¨ªa a criticar el modelo de gobernanza chino, cuestionar el liderazgo de Xi o entrar en el debate de pol¨ªtica dom¨¦stica de Pek¨ªn. China merece ese escrudi?o, pero no podemos dejar de analizar las pol¨ªticas que subyacen a la propaganda leninista del Partido. Como ha se?alado Yuen Yuen Ang, Xi Jinping ha desmantelado la toma de decisi¨®n colectiva introducida por Deng Xiaoping pero no as¨ª el mandarinato tecn¨®crata que implementa las pol¨ªticas.
En este congreso, China p¨²blicamente nos ha desvelado cu¨¢les ser¨¢n sus prioridades y objetivos. Las metas que busca alcanzar, proyectos a reforzar y retos que quiere superar (econ¨®micos, pol¨ªticos, sociales y culturales). Debemos seguir muy atentos pues todas las esferas de la econom¨ªa y la pol¨ªtica quedar¨¢n definidas por los objetivos de lograr una ¡°prosperidad compartida¡± y la ¡°modernizaci¨®n¡± del pa¨ªs que tanto enfatiza Xi.
Con una visi¨®n m¨¢s nacionalista e ideol¨®gica, y con una meta clara de lograr su propia ¡°autonom¨ªa estrat¨¦gica¡±, veremos en sectores que China todav¨ªa no posee una completa independencia estrat¨¦gica un auge de oportunidades para las empresas extranjeras. Y es la autonom¨ªa lo que busca China, al igual que nosotros, y no la supremac¨ªa. Por lo menos, por ahora.
Es precisamente el desarrollo de tecnolog¨ªa, la innovaci¨®n cient¨ªfica, la sanidad, la fortificaci¨®n de sus cadenas de suministros o el desarrollo de energ¨ªas verdes lo que copa el inter¨¦s de Pek¨ªn. Y es ah¨ª donde las mayores posibilidades de cooperaci¨®n y negocio residen. Empresas y expertos espa?oles coinciden en un an¨¢lisis habitual: ser prudentes, alejarse del cortoplacismo y buscar comprender las din¨¢micas de manera local. El mercado chino seguir¨¢ siendo un gran consumidor de todo tipo de productos y posiblemente marcar¨¢ muchos de los est¨¢ndares del futuro; es necesario desarrollar estrategias a largo plazo, lejos del ruido de las tensiones geopol¨ªticas, para no quedarse descolgados. La visita esta semana a Pek¨ªn del Canciller alem¨¢n, Olaf Scholz, sigue esa misma visi¨®n, bajo el convencimiento claro que darle la espalda a China ser¨ªa un error hist¨®rico.
La nueva etapa en la que se embarca China no ha de ser necesariamente un ¨¦xito. Es probable que la concentraci¨®n de poder por parte de Xi traiga consecuencias negativas, tal y como predice Daron Acemoglu. La p¨¦rdida de peso e influencia de las tradicionales facciones y familias pol¨ªticas como la de Shangh¨¢i o la de las juventudes, pr¨®ximas a los expresidentes Jiang Zemin o Hu Jintao, respectivamente, no son una buena noticia. Muchos liberales chinos (y haberlos haylos) est¨¢n muy decepcionados por el rumbo que est¨¢ tomando su pa¨ªs. Y con raz¨®n. Pero modificar, ajustar o cambiar los contrapesos internos y el modelo pol¨ªtico y econ¨®mico chino corresponde a los mil cuatrocientos millones de ciudadanos chinos.
Seguir deslegitimando al PCCh (cuando pocos polit¨®logos expertos en China lo hacen) s¨®lo consigue crear m¨¢s tensiones geopol¨ªticas, en un momento donde nuestras propias democracias est¨¢n pasando por crisis de legitimidad profundas. Es arrogante insistir en nuestro euro-centrismo, euro-supremacismo y euro-universalismo cuando nuestro propio modelo de sociedad est¨¢ cuestionado. Tambi¨¦n es ir¨®nico criticar a China por imponer m¨¢s estado y menos mercado, cuando nosotros estamos en esa misma tendencia. E igual de c¨ªnico es rechazar de cuajo el modelo autocr¨¢tico chino, cuando se estrechan las relaciones con las monarqu¨ªas del Golfo.
Es mucho mejor superar el discurso binario (y muy poco productivo) de democracias contra autocracias, y centrarnos mejor en c¨®mo articular las relaciones futuras con China. Si bien no nos corresponde a Espa?a, Europa o las democracias occidentales decidir el futuro de ning¨²n tercer pa¨ªs soberano; s¨ª que nos compete decidir con qui¨¦n, hasta qu¨¦ alcance y c¨®mo desarrollar nuestras relaciones internacionales y comerciales. A nivel estrat¨¦gico es importante reducir las dependencias que tenemos con China, pero igual de vital es poder cooperar con la segunda potencia mundial, que m¨¢s que nos pese, no va a ser una democracia en el futuro pr¨®ximo, pero s¨ª que ser¨¢ un actor clave en toda la futura agenda de la gobernanza global, desde la seguridad a la econom¨ªa y acabando en el medioambiente. Precisamente, nuestro mayor desaf¨ªo como humanidad es lograr una acci¨®n colectiva contra el cambio clim¨¢tico. ?Acaso pensamos que podemos lograr eso presentando a China casi siempre como una amenaza?
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