El sexo (todav¨ªa) importa (demasiado)
El actual proyecto de ¡®ley trans¡¯ aboca a que, en la pr¨¢ctica, la necesidad de cambio registral de sexo, la inseguridad sobre la propia identidad o el abuso sean situaciones imposibles de distinguir
De la afirmaci¨®n ¡°el sexo importa¡± no se deriva que haya dos tipos de cuerpos, ni mucho menos dos formas de pensar o de comportarse. No significa tampoco que el sexo sea o deba ser un destino que condiciona lo que podemos o no ser. Esta idea del determinismo biol¨®gico refleja una visi¨®n tradicional muy arraigada, pero no es, en absoluto, una conclusi¨®n que se derive de la premisa.
Afirmar que el sexo importa significa sencillamente reconocer que hay un aspecto de la realidad material de los seres humanos que tiene que ver con los dos roles reproductivos (producir gametos grandes o peque?os), y con las consecuencias anat¨®micas y fisiol¨®gicas que se derivan de estas funciones. Reconocer estas diferencias no implica tampoco afirmar que no podamos modificar, moldear y hasta cierto punto construir nuestros cuerpos. Est¨¢ claro que lo hacemos, con distinta intensidad y resultados, pagando su correspondiente precio, y con algunos l¨ªmites, al menos de momento.
La cuesti¨®n es justamente que el sexo deber¨ªa importar mucho menos de lo que importa. Nacer con uno u otro sexo condiciona la probabilidad de tener un buen diagn¨®stico al ir al m¨¦dico, de sufrir las consecuencias de un embarazo no deseado, de dedicarte al trabajo no remunerado de cuidar de ni?os y personas dependientes, de ganar una marat¨®n, de tener c¨¢ncer de pr¨®stata, de acceder a educaci¨®n y a empleos mejor retribuidos, o de sufrir determinados tipos de violencia y explotaci¨®n. En algunos aspectos ¡ªbiol¨®gicos, fisiol¨®gicos, reproductivos, sexuales¡ª el sexo seguramente siempre importar¨¢. En otros muchos, no deber¨ªa.
A veces sucede que los conceptos envejecen y quedan superados. O redefinen sus fronteras y pasan a incorporar otros referentes ?Es posible que el sexo sea un concepto superado? ?Podemos prescindir de ¨¦l y sustituirlo, por ejemplo, por el de identidad de g¨¦nero? El Proyecto de Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garant¨ªa de los derechos de las personas LGTBI no habla de identidad de g¨¦nero. Tampoco define el concepto de sexo, ni el de diversidad sexual, ni siquiera el m¨¢s amplio de g¨¦nero, aunque usa los tres abundantemente. S¨ª define, en cambio, la identidad sexual como la vivencia interna e individual del sexo ¡°tal como cada persona la siente y autodefine¡±, y a las personas trans como aquellas cuya identidad sexual no se corresponde con el ¡°sexo asignado al nacer¡±.
Cuando una categor¨ªa da acceso a derechos, es necesario que esta se delimite con criterios objetivos y observables. As¨ª sucede, por ejemplo, con la edad (establecida a partir de la fecha de nacimiento registrada), con la discapacidad (certificada desde instituciones con la participaci¨®n de profesionales cualificados), o con los estudios (acreditados por instituciones como los centros educativos o las universidades). Admitir que el registro del sexo con el que se nace pueda modificarse en funci¨®n de lo que cada persona siente y adem¨¢s de manera reversible (es decir, variable) me parece, como m¨ªnimo, aventurado. En el mejor de los casos se corre el riesgo de convertir el sexo registrado en una categor¨ªa irrelevante; en el peor, se abre la puerta a la posibilidad de abuso sin ninguna capacidad de detecci¨®n, y en perjuicio, en este caso tanto de las mujeres como particularmente de las personas a las que esta ley quiere proteger: las personas trans.
Se argumenta que todo esto no nos deber¨ªa preocupar porque poca gente har¨¢ uso del cambio de sexo registral a partir de una identidad sexual discrepante. Las transiciones son procesos dolorosos y dif¨ªciles, no se llevan a cabo fr¨ªvolamente. Pero la cuesti¨®n aqu¨ª no es que vaya a haber muchos o pocos cambios. La cuesti¨®n es que, con este proyecto de ley en la mano, la realidad plenamente justificada de una necesidad de cambio registral de sexo, la inseguridad sobre la propia identidad, o el abuso motivado por la posibilidad de acceder a alg¨²n beneficio potencial, ser¨¢n, en la pr¨¢ctica, situaciones imposibles de distinguir.
Precisamente porque se trata de que el sexo con el que nacemos no nos condicione m¨¢s all¨¢ de lo estrictamente necesario en nuestras opciones y posibilidades de desarrollarnos como personas, es importante poder observarlo. Mientras el sexo importe, es necesario registrarlo, no solo al nacer, sino en cualquier encuesta o estad¨ªstica. Esto no tiene por qu¨¦ ser en absoluto un obst¨¢culo para reconocer o registrar, adem¨¢s, otras categor¨ªas o situaciones que tambi¨¦n se consideren relevantes por ser fuente de discriminaci¨®n, como la condici¨®n de trans. Pero si no disponemos de categor¨ªas protegidas claramente definidas ni de instrumentos de observaci¨®n adecuados, tendremos grandes dificultades para analizar y corregir a trav¨¦s de pol¨ªticas p¨²blicas tipos de discriminaci¨®n y desigualdad estructural important¨ªsimos.
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