Si no es por Twitter, repartir¨ªas
Cuando se acabe la red social, nadie sabr¨¢ qui¨¦nes ¨¦ramos all¨ª. Para saber qui¨¦nes somos, nos hace falta desconectar
¡°En una cultura como la nuestra ¡ªempieza el ensayo m¨¢s famoso de Marshall McLuhan¡ª acostumbrada desde hace mucho tiempo a fragmentarlo y dividirlo todo para poder controlar, choca a veces recordar que, en realidad y en la pr¨¢ctica, el verdadero mensaje es el propio medio¡±. Cada medio crea su propio lenguaje, que es el material con el que interpretamos el mundo y actuamos en ¨¦l. Comprender los medios se public¨® por primera vez en 1964 y hablaba de la televisi¨®n. Es un hecho universalmente aceptado que es un instrumento a¨²n m¨¢s certero para comprender la red social.
En una ¨¦poca de verborrea globalizada, donde todo el mundo ejerc¨ªa su derecho a expresar libremente sus opiniones en el nuevo ecosistema medi¨¢tico digital, la genialidad de Twitter fue imponer un r¨¦gimen de 140 caracteres, llevando la conversaci¨®n a un escaparate donde pronto triunfaron los magos del titular: periodistas, pol¨ªticos, predicadores y esa gente capaz de vender a su abuela por decir algo realmente incontestable. Entre todos levantamos un reino t¨®xico y fascinante, violento y cautivador. Ahora que Twitter podr¨ªa ser destruido por la incompetencia de su nuevo due?o, ?ad¨®nde ir¨¢n sus habitantes? ?Sobre qu¨¦ piedra edificar¨¢n su iglesia los nuevos profetas, bajo qu¨¦ piedra cocinar¨¢n las agencias sus campa?as de desinformaci¨®n?
Al otro lado hay gente que dice que va m¨¢s al campo, pasa m¨¢s tiempo con sus hijos y lee muchas novelas de ciencia ficci¨®n. Suena bonito. Pero cuando acabe Twitter, nadie sabr¨¢ que tuviste un hilo con 20.000 me gustas y 15.000 retuits. Nadie te creer¨¢ cuando digas que un ministro cit¨® tus hilos sobre Ucrania, la crisis de la sanidad madrile?a y el de no cerrar los parques durante la pandemia. De qu¨¦ servir¨¢ que un famoso escritor de bestsellers te haya bloqueado tras un intercambio en el que 42 personas comentaron que ten¨ªas raz¨®n. Peor a¨²n, ya no sabr¨¢s cu¨¢ndo tienes raz¨®n ni si lo que dices tiene sentido porque no estar¨¢ Twitter para cuantificarlo. Sin ayuda del n¨²mero de followers, retuits y me gustas, ya no sabremos qui¨¦nes somos. Donde antes hab¨ªa un espejo, pronto habr¨¢ una pared.
Esta semana muchos me han preguntado si tiene sentido guardar el historial de Twitter por si alg¨²n d¨ªa es exportable a la red Mastodon (para poder hacerlo, hace falta algo que llevamos peleando d¨¦cadas, llamado interoperabilidad). Muchos consideran que sus followers, me gustas y retuits son objetos de prestigio que se han ganado gracias a su esfuerzo e ingenio a lo largo de toda una d¨¦cada. Pero, si fuesen suyos, no tendr¨ªan que ped¨ªrselos a Twitter. Neil Postman, el mejor alumno de McLuhan, dijo que en el nuevo r¨¦gimen medi¨¢tico ¡°la gente aprender¨ªa a amar su opresi¨®n, a adorar las tecnolog¨ªas que destruyen su capacidad de pensar¡±. Cuando acabe Twitter, nadie sabr¨¢ qui¨¦nes ¨¦ramos en Twitter. Para saber qui¨¦nes somos, nos hace falta desconectar.
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