La dif¨ªcil tarea de ser consecuente
Con el Mundial de Qatar han venido a vernos todas las contradicciones, ante la evidencia de que el negocio y los manejos han dispuesto la fiesta del f¨²tbol en un pa¨ªs que vulnera los derechos humanos
Tiene escrito Jacinto Ant¨®n que hay dos elementos indispensables para atrapar a un lector: el sentido del humor y la paradoja. Nos seduce aquello que no se entiende, sobre todo si les pasa a los dem¨¢s, y debe de ser por lo que tiene la vida de absurda y contradictoria, que de eso estamos hechos tambi¨¦n. Una ma?ana, cuando Miquel Iceta era portavoz del PSC, le pregunt¨¦ por qu¨¦ Jos¨¦ Montilla, que entonces presid¨ªa la Generalitat, no pon¨ªa orden en un debate interno del partido. Al otro lunes, pregunt¨¦ a Iceta por qu¨¦ Montilla hab¨ªa castigado a los cr¨ªticos. ¡°?Pero en qu¨¦ quedamos?¡±, me contest¨®: ¡°Si hay discrepancias es que el president es d¨¦bil y si zanja las discrepancias es que es un autoritario. No hay quien se aclare con ustedes¡±. Con ustedes quer¨ªa decir los periodistas, aunque no podr¨ªa negarse que se refiriese a la humanidad.
Con el Mundial de Qatar han venido a vernos todas las contradicciones, ante la evidencia de que el negocio y los manejos han dispuesto la fiesta del f¨²tbol en un pa¨ªs que vulnera los derechos humanos. Y es la humanidad la que, interpelada en sus conciencias, no puede alegar lo que tantas otras veces: que no sab¨ªa, que primera noticia, que de m¨ª no depende. Ah¨ª estamos tantos, sin embargo: viendo el f¨²tbol con una extra?a inquietud. Quiz¨¢ porque pasamos los a?os sin mirar: sab¨ªamos que se preparaba el torneo y en vez de escandalizarnos en el principio lo hemos hecho en el final, que la moral tambi¨¦n se procrastina. No tenemos rival como exploradores de lo obvio: acabamos de descubrir lo que es Qatar. Ni el d¨ªa de su elecci¨®n hubo protestas que pusieran en riesgo su designaci¨®n ni las hubo durante la construcci¨®n de los estadios, pese a que denuncias hab¨ªa lo mismo que las hay ahora.
Nada de esto sirve de justificaci¨®n. Vendr¨¢n luego los a?os y, al mirar atr¨¢s, nos preguntar¨¢n c¨®mo pudo ser que toler¨¢semos este mundial y las maneras de la FIFA y la displicencia hip¨®crita de Gianni Infantino y que incluso el peque?o gesto de un brazalete multicolor estuviera prohibido. Hasta que llegue ese d¨ªa en que asumamos la perspectiva con la que de momento convivimos, nos aliviamos en la paradoja del qu¨¦ se le va a hacer, a cambio de que nos devuelva una imagen fina y menos grata de nuestras propias contradicciones, que no son esas solas.
Nos indigna el esclavismo laboral sin que nos preguntemos por los precios rid¨ªculos de algunas de las prendas que compramos. Nos repele la explotaci¨®n sin que indaguemos en el coste real que tienen los servicios de bajo coste. Nos solidarizamos con las reivindicaciones justas pero nos molestan los retrasos que originan las huelgas. De eso estamos hechos tambi¨¦n, y no es de ahora: madurar consist¨ªa en decidir cu¨¢les quer¨ªamos que fueran nuestras indiferencias sin dejar diluir del todo la capacidad de indignaci¨®n.
Al cabo, ser contradictorio resulta lo m¨¢s coherente: si fu¨¦ramos consecuentes con aquello que hemos dicho y si es verdad que nos acaban cerrando Twitter no nos quedar¨ªa m¨¢s remedio que hacer la revoluci¨®n. Ser¨¢ la paradoja la que nos libere de nosotros mismos.
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