Manual para boicotear un Mundial
Si tanto nos molesta la humillaci¨®n a los homosexuales, el sometimiento de la mujer, la explotaci¨®n del pobre, el comercio con dictaduras, el dinero blanqueado y la corrupci¨®n del deporte tenemos cuatro a?os para dedicarnos a remediarlo
Desde su origen, la palabra boicot previene a sus usuarios. No era otra cosa que el apellido del capit¨¢n Charles Cunningham Boycott, un administrador irland¨¦s que se encontr¨® con el rechazo y el bloqueo de sus contribuyentes. As¨ª que no es raro pensar que todo boicot se vuelve contra uno mismo, como le pas¨® al ep¨®nimo, porque vivimos en un mundo que obliga a las personas a aceptar la contradicci¨®n a cada instante. Todos los que pretenden boicotear el Mundial de f¨²tbol de Qatar lo hacen por las razones correctas. Las miserias de las que se acusa a ese pa¨ªs son ciertas. Pero desperdiciaron los a?os anteriores para esquivar sus fondos financieros o su gas importado. Y, si nos referimos al aficionado al f¨²tbol, verdadero gozante de un Mundial, ya viene entrenado de casa. Porque en alg¨²n momento su propio club habr¨¢ estado en manos de un ladr¨®n, un jeta o una familia compuesta de ambas cosas. Y, sin embargo, su fidelidad lo bendec¨ªa todo. Y los emigrantes reventados para servirles de mano de obra quiz¨¢ acabaron en Qatar porque nuestras vallas y porrazos eran a¨²n m¨¢s disuasorios. Lo ha explicado Infantino, la cabeza de la FIFA; el que est¨¦ libre de pecado que tire la primera piedra. Y mientras nos pensamos si tirar la piedra y, por supuesto, esconder la mano, ¨¦l ya ha cogido el dinero, ha impermeabilizado la corrupci¨®n y aguarda a que resolvamos nuestras contradicciones en el para¨ªso fiscal de su conciencia.
Hay quien ver¨¢ el Mundial por el rabillo del ojo. Hay quien lo boicotear¨¢ en cuanto eliminen a Espa?a, como hacemos con Wimbledon en cuanto eliminan a Nadal. Hay quien lo ver¨¢ envuelto en la bandera arco¨ªris. Hay quien donar¨¢ sus ojos a la ciencia para no verlo. Y hay quien lo mirar¨¢ desde el otro lado de la cristalera de una cafeter¨ªa, porque no tiene ni para pagarse un cortado. No podemos boicotear el Mundial de Qatar porque ya antes hab¨ªamos boicoteado la presencia en el campeonato de Rusia, as¨ª que si ahora lo ignoramos, Putin no sufrir¨¢ tanto como nos gustar¨ªa. Boicotear¨ªamos nuestro boicot. Es el Mundial de la despedida de esa generaci¨®n de dos que han sido Messi y Cristiano. Es el Mundial de una Espa?a juvenil y renovada, con Ansu Fati y Nico Williams como abanderados. Es un Mundial que se juega en noviembre, por lo que los jugadores no estar¨¢n reventados como siempre tras la demoledora temporada y a lo mejor por eso vemos buen f¨²tbol, pese al calor, porque para recordar una jugada memorable en un Mundial hay que remontarse al de 1986.
Nos guste o no, cuando empieza el juego se termina la idea. Al que no le interesa el f¨²tbol tiene una oportunidad de oro, porque en vez de quedar como un pedante cada vez que asegura que no lo sigue, ahora podr¨¢ presumir de una moralidad de la que los dem¨¢s carecen. Pasear por la calle durante los partidos de Espa?a tiene premio, se saludar¨¢ usted con otros igual de honestos y ¨¦ticos. Ya se sabe que durante esas retransmisiones bajan los delitos y las Urgencias quedan vac¨ªas para goce de Ayuso. Y una vez que acabe el Mundial, si tanto nos molesta la humillaci¨®n a los homosexuales, el sometimiento de la mujer, la explotaci¨®n del pobre, el comercio con dictaduras, el dinero blanqueado y la corrupci¨®n del deporte profesional tenemos cuatro a?os para dedicarnos a remediarlo. Cuatro a?os para insistir en que hay que luchar contra esas afrentas. Pero a diario, partido a partido.
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