Lengua migrante
Migrar es traducir, incluso si se escribe en el mismo idioma. Y traducir supone una forma de reescritura. Nada me importa. Solo una lengua que me incluya. Con eso en la boca, salgo a dar batalla
Mi lengua es ahora una lengua extra?a. Olvido la sintaxis correcta de las oraciones simples. Corto y desordeno las palabras. Aspiro la ese. Utilizo refranes de un pueblo de la provincia de Buenos Aires, una lengua rural para nombrar lugares que ni siquiera existen en esta geograf¨ªa. No importa: los invento. Me aferro a expresiones en desuso, desgastadas por el tiempo. Puteo. Le temo al olvido. No sos vos, eres t¨². No son ustedes, es el vosotros. Y como los felinos cada vez que sienten miedo, me paro a la defensiva. Junto en mi boca toda la artiller¨ªa para salir a dar batalla. ?En qu¨¦ lengua voy a escribir ahora? ?En qu¨¦ lengua escrib¨ªs vos? ?Sent¨ªs la misma tensi¨®n? Repito estas preguntas en todos los ac¨¢ y all¨¢ posibles, con la presencia de esa otra lengua colonial que de pronto se vuelve una amenaza.
¡±No hables as¨ª que se te nota que eres de Espa?a y te van a cobrar caro¡±, le dijo su madre a la poeta Bernardita Maldonado cuando regres¨® de vacaciones a su pa¨ªs. Para ella, volver a Ecuador es volver en condici¨®n de fantasma: ¡°Vi mi antiguo cuarto y era el cuarto de un fantasma. Las fotos, la ropa carcomida por el sol, descolorida, tuve que ver si eran m¨ªas¡±.
Bernardita naci¨® en Loja, cerca de las monta?as, y vive hace m¨¢s de 25 a?os en Espa?a. ¡°Mi lengua es andina, utiliza algunas expresiones del quechua, pero en mi poes¨ªa dejo que las palabras se expresen, no las reprimo. Si quieren salir las expresiones espa?olas, que salgan. Elijo lo que no parezca impostado. Lo que tenga que ver con mi esencia¡±.
¡ª?Se gana algo?
¡ªLa migraci¨®n me ha enriquecido con esa capacidad de imaginar ese otro espacio e imaginarlo m¨¢s v¨ªvidamente. Desplazarnos nos multiplica la capacidad de cosechar im¨¢genes. Multiplicar la imaginaci¨®n.
En su libro Biograf¨ªa de p¨¢jaros, escribe: ¡°Sabemos que al otro lado del tiempo / hay un lugar vac¨ªo de nosotros / por eso vamos y venimos / venimos y vamos / siempre estaremos en el camino¡±.
Ale Oseguera naci¨® en M¨¦xico, pero vive en Barcelona desde 2006. ¡°No me interesa la nacionalidad de los vocablos¡±, dice. ¡°Cuando escribo poes¨ªa nunca me pregunto ad¨®nde pertenece una palabra, qu¨¦ nacionalidad tiene, siempre que exprese lo que quiero expresar¡±. Y sigue: ¡°?De d¨®nde es mi literatura? ?Cu¨¢l es la nacionalidad de mis textos? Ahora que las fronteras nacionales no existen, la hibridez es permanente. Yo decido dejarme contaminar¡±.
Oseguera habla tambi¨¦n de su experiencia como columnista en Radio 3, una emisora nacional: ¡°Neutralizo mi acento, por oficio, busco palabras que se acomoden al discurso, pero hay una parte de m¨ª que no puedo, como hablar con zeta. Mi mexicanidad est¨¢ diluida pero no reducida¡±.
En su poemario Mi rostro es un mapa de mi cuerpo, que saldr¨¢ dentro de poco, escribe: ¡°Cargaron los barcos con las plumas y el oro. / Los otros, mientras, escribieron la historia del mundo en el barro / que hab¨ªa de llevarse la siguiente lluvia. / Nosotros, ?supimos leer?¡±.
¡°En un principio intent¨¦ no perder mi registro argentino. Despu¨¦s te das cuenta de que, si viv¨ªs largos a?os en otro pa¨ªs, que no es tu pa¨ªs de origen, no pod¨¦s seguir falseando, ?no? Evidentemente, hay un registro que cambia, que se mezcla¡±, dice Edgardo Dobry, poeta argentino que lleg¨® a Barcelona a finales de los ochenta. El parasimp¨¢tico es su ¨²ltimo libro de poes¨ªa.
Dobry menciona a otros argentinos que vivieron afuera y a quienes se les plantearon estos mismos problemas. Dice que Julio Cort¨¢zar se aferr¨® tanto a su porte?o cuando estaba en Par¨ªs que en Buenos Aires ya dec¨ªan que usaba una lengua caduca. ¡°Luego, el caso inverso son los escritores que cambian de lengua como H¨¦ctor Bianciotti al franc¨¦s o Juan Rodolfo Wilcock al italiano¡±.
Hasta que aparece la soluci¨®n Bola?o.
¡ªS¨ª, sobre todo el ¨²ltimo Bola?o, que dijo ?basta! ?No quiero pensar m¨¢s en este problema! Si se me ocurre escribir lavandina escribo lavandina; si no, escribo lej¨ªa. No me voy a preocupar por darle verosimilitud a una lengua respecto de un escenario porque en este momento de globalizaci¨®n cualquier registro l¨¦xico vale en cualquier lugar.
En el poema Asado en Soldini, Dobry escribe: ¡°Y yo, quince a?os despu¨¦s / de haber dejado este paisaje / con una ligereza de pronto inexplicable, / no s¨¦ c¨®mo se puede / no vivir ac¨¢, no vivir aqu¨ª¡±.
Estoy en la universidad. Un docente pregunta por la tradici¨®n propia. Nuestras lecturas fundamentales. Interpela: qui¨¦n eres t¨² y qu¨¦ quieres con tu literatura. Me quedo pensando. Al otro d¨ªa, despierto y leo en mi cuaderno: qui¨¦n soy yo y qu¨¦ quiero con mi literatura. Migrar es traducir, incluso en el mismo idioma. Y traducir es una forma de reescritura. Nada me importa. Solo una lengua que me incluya. Con eso en la boca, salgo a dar batalla.
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