Planes para frenar el suicidio
El significativo aumento de casos en situaci¨®n de riesgo obliga a proyectar un plan integral de prevenci¨®n
Tras a?os de estigmatizaci¨®n y tab¨² en torno al suicidio, los m¨¦todos de prevenci¨®n empiezan a ser reconocidos como instrumentos indispensables para mitigar su incidencia. El aumento de llamadas a los tel¨¦fonos de prevenci¨®n del suicidio, en particular tras la pandemia, delata un aumento sustancial de las peticiones de ayuda, a menudo en situaciones l¨ªmite. Casi siempre son el ¨²ltimo intento desesperado de pedir auxilio, por lo que su funci¨®n es crucial. En cinco meses, el tel¨¦fono del 024 creado por el Gobierno ha recibido alrededor de 50.000 llamadas, m¨¢s de 300 diarias. Desde que se puso en funcionamiento en mayo pasado, ha movilizado los servicios de emergencia del 112 en m¨¢s de 2.000 ocasiones y ha intervenido en m¨¢s de 800 suicidios en curso. Los tel¨¦fonos habilitados por las comunidades aut¨®nomas a trav¨¦s del 061 y otros servicios de ayuda como el Tel¨¦fono de la Esperanza o el de la Fundaci¨®n Anar reportan por su parte incrementos desde 2020 que oscilan entre el 30% y el 64%.
Detr¨¢s de esas cifras hay siempre circunstancias personales intransferibles y ¨²nicas. La mayor¨ªa de los comportamientos suicidas est¨¢n asociados a situaciones sociales de violencia o de soledad extrema. Muchas de las personas que planean suicidarse lo que quieren no es tanto quitarse la vida como acabar con el sufrimiento que no les deja vivir. Disponer de una l¨ªnea f¨¢cilmente accesible las 24 horas del d¨ªa es un instrumento de prevenci¨®n especialmente adecuado para atender esas situaciones, pues permite dar respuesta y soporte emocional a quienes llaman y activar sistemas de ayuda inmediata.
Pero el servicio del 024 debe ser concebido como el ¨²ltimo eslab¨®n de la prevenci¨®n. El servicio fue creado con cargo a la partida de 100 millones adicionales para salud mental anunciada por el Gobierno para afrontar los efectos de la pandemia, pero esa cantidad resulta irrisoria para afrontar el aumento de los casos y las llamadas, y est¨¢ muy lejos de poder dar respuesta a un problema cuya magnitud requiere un enfoque integral y m¨¢s intenso.
En el caso del suicidio, la primera condici¨®n para medidas efectivas es poder detectar las situaciones de riesgo a tiempo. Para ello es preciso desplegar un sistema de vigilancia epidemiol¨®gica en salud mental que permita observar los grupos y situaciones de alarma. Y mecanismos eficaces de intervenci¨®n. El instrumento m¨¢s id¨®neo es un plan nacional de prevenci¨®n del suicidio, como ya existen contra las drogas o contra el sida. Ese plan deber¨ªa coordinar los recursos y las labores de vigilancia, con especial atenci¨®n al grupo de edad de 16 a 24 a?os, en el que el suicidio constituye la segunda causa de muerte despu¨¦s del c¨¢ncer (y por delante de los accidentes de tr¨¢fico). El excepcional ¨¦xito de las pol¨ªticas p¨²blicas contra la siniestralidad en la carretera demuestra que cuando existe convicci¨®n pol¨ªtica, preparaci¨®n profesional y recursos econ¨®micos, la mortalidad desciende. Espa?a ha logrado reducir de forma muy potente la mortalidad vial: de 9.344 muertos en 1989 se pas¨® en 2019 a 1.755, a pesar del incremento de la movilidad. Significa un 80% menos de muertes. En 2020 se registraron en Espa?a 3.941 suicidios: una tasa importante de ellos pod¨ªa haberse evitado con un modelo de intervenci¨®n y prevenci¨®n a la altura del drama y tras la evidencia de que la pandemia ha sido en los ¨²ltimos dos a?os un factor cierto de desestabilizaci¨®n, en particular entre los j¨®venes.
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