Espect¨¢culo de ilusionismo
Resulta particularmente inquietante la escasa preocupaci¨®n que los magistrados del Tribunal Constitucional autores de la pol¨¦mica decisi¨®n del lunes manifiestan por disimular el prop¨®sito de su actuaci¨®n
No s¨¦ si han disfrutado alguna vez de un espect¨¢culo de ilusionismo. Si lo han hecho seguro que han salido de la sala d¨¢ndole vueltas a lo que all¨ª hab¨ªa ocurrido. El ilusionista logra cosas aparentemente incre¨ªbles. ?C¨®mo ha podido hacerlo?, se pregunta un p¨²blico perplejo. Quienes se dedican a estas artes esc¨¦nicas saben que todo tiene truco. Tambi¨¦n quienes van a disfrutar de ellas son conscientes de que nada es lo que parece ?Qu¨¦ hace entonces que algo as¨ª funcione? La respuesta est¨¢ en la confianza que ofrece apoyarse en la honestidad. La que se genera entre quien no oculta a sus espectadores que todo se asienta en un enga?o, pero trabaja duro para que nunca se descubra el truco.
El lunes el Tribunal Constitucional admiti¨® a tr¨¢mite un recurso de amparo planteado por un grupo de diputados del PP y acept¨®, en el mismo pleno, la adopci¨®n de medidas cautelar¨ªsimas encaminadas a suspender la celebraci¨®n del pleno del Senado en el que se debatir¨ªan unas enmiendas que pondr¨ªan fin al mandato caducado de una parte de sus miembros; entre ellos el de su presidente. El Senado ha querido defenderse de esta medida y, como procede en un Estado de derecho, ha planteado alegaciones ante el mismo Tribunal (a las que se ha unido tambi¨¦n el Congreso de los Diputados) para tratar de frenar la ejecuci¨®n de la decisi¨®n. A pesar de la calidad t¨¦cnica de los argumentos empleados, nada invita a pensar que vayan a ser considerados. Si es como parece, la decisi¨®n del Tribunal impedir¨¢ al poder legislativo aprobar la reforma legal que es, en realidad, la intenci¨®n ¨²ltima que ha perseguido siempre el llamado sector conservador del Alto Tribunal.
Los an¨¢lisis que se han sucedido estos d¨ªas ya han se?alado el conjunto de reparos que la operaci¨®n t¨¦cnicamente enrevesada incorpora: magistrados con el mandato caducado recusados que no se abstienen para conocer de un asunto que les afecta directamente; un juez ponente cuya vinculaci¨®n directa con el partido que plantea el recurso resulta imposible de ignorar; la utilizaci¨®n de un recurso de amparo para, en realidad, prejuzgar ex ante la constitucionalidad de una reforma legal que solo su entrada en vigor otorgar¨ªa a ese mismo Tribunal capacidad para hacer ese examen; y, por si todav¨ªa hab¨ªa alg¨²n ingenuo en la sala, se aprueba la adopci¨®n de medidas cautelar¨ªsimas en un ejercicio de contorsionismo jur¨ªdico in¨¦dito donde se aprecia un da?o irreparable que nadie es capaz de identificar.
El Tribunal Constitucional, con todos los respetos, nos ha convocado a un espect¨¢culo de ilusionismo jur¨ªdico-pol¨ªtico de factura mediocre. La preocupaci¨®n por lo que est¨¢ ocurriendo no trae causa ¨²nicamente de la decisi¨®n adoptada. Resulta particularmente inquietante la escasa preocupaci¨®n que los magistrados autores de la decisi¨®n manifiestan por disimular siquiera un poco el prop¨®sito de su actuaci¨®n y, m¨¢s a¨²n, la escasa pericia que demuestran para evitar que el truco quede al descubierto. Y ?el PP de N¨²?ez Feij¨®o? No se equivocan. Es el promotor de la obra.
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