El Brasil de la reconstrucci¨®n
El nuevo presidente, Lula da Silva, se fija como objetivo reducir las desigualdades y el regreso a la institucionalidad
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Arropado por m¨¢s de 300.000 personas, Luiz In¨¢cio Lula da Silva jur¨® este domingo como nuevo presidente de Brasil en su hist¨®rico regreso al poder, 20 a?os despu¨¦s. Casi nada es en el Brasil de hoy como fue en 2003 para Lula, con una victoria que alcanz¨® entonces el 61% de los votos. Hoy la distancia con Jair Bolsonaro no lleg¨® a los dos puntos, pero la urgencia pol¨ªtica es semejante. En su toma de posesi¨®n, Lula prometi¨® trabajar por ¡°la resurrecci¨®n¡± de Brasil tras considerar ¡°aterradora¡± la herencia recibida del ultraderechista Bolsonaro, deliberadamente ausente de la ceremonia y sin haber reconocido todav¨ªa su derrota. El trabajo que tiene por delante, dijo Lula, estar¨¢ marcado por la lucha contra la pobreza y las desigualdades de todo tipo, la reconciliaci¨®n pol¨ªtica, una activa agenda de g¨¦nero y pol¨ªticas ambientales que frenen la destrucci¨®n de la Amazonia.
Son primeras se?ales positivas. Lula, de 77 a?os, record¨® que el suyo no ser¨¢ un gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), sino del amplio frente pol¨ªtico que arm¨® para vencer a Bolsonaro y que abarca desde la derecha tradicional, representada por el vicepresidente, Geraldo Alckmin, y pieza fundamental en este rompecabezas instalado en Brasilia, hasta diversos partidos de izquierda que lo han acompa?ado contra Bolsonaro y que obligaron a Lula a ampliar el n¨²mero de ministerios de 23 a 37. Pero ha reservado para el PT las carteras m¨¢s estrat¨¦gicas, sobre todo el Ministerio de Econom¨ªa, que ocupar¨¢ Fernando Haddad (derrotado por Bolsonaro en 2018), mientras Alckmin estar¨¢ a cargo de Industria, y Simone Tebet, la excandidata liberal que se decant¨® por Lula en la segunda vuelta, fue recompensada con la cartera de Planeamiento.
Dominar estos equilibrios ser¨¢ clave para Lula porque el margen pol¨ªtico del que dispone es muy estrecho. Gobernar¨¢ con un Congreso sin mayor¨ªa propia y donde la ultraderecha est¨¢ fortalecida. La paridad de fuerzas en Brasil da alas a un Parlamento con amplias capacidades para bloquear las propuestas del Ejecutivo. Basta recordar el juicio pol¨ªtico contra Dilma Rousseff en 2016, cuando la heredera de Lula llevaba menos de dos a?os desde el inicio de su segundo mandato.
El nuevo presidente afirm¨® en su investidura que no llega con ¨¢nimo de revancha, aunque anunci¨® que exigir¨¢ responsabilidades por la gesti¨®n que Bolsonaro hizo de la pandemia. El expresidente fue un negacionista que se opuso a la vacuna contra la covid-19 y a las cuarentenas obligatorias. El resultado fueron casi 700.000 muertos, una cifra que Lula consider¨® el domingo ¡°un genocidio¡±, aunque no nombrase expresamente a Bolsonaro: tampoco hizo falta.
En el Brasil de la reconstrucci¨®n ser¨¢ fundamental que el expresidente est¨¦ a la altura de las circunstancias. En la segunda vuelta, celebrada el 30 de octubre, obtuvo m¨¢s de 58 millones de votos. Tiene a¨²n un enorme capital pol¨ªtico que deber¨¢ manejar consciente de los estragos que todav¨ªa puede causar el bolsonarismo. El expresidente vol¨® hacia Orlando (Florida) el viernes previo a la asunci¨®n. Evit¨® as¨ª entregar la banda presidencial a su sucesor, una tradici¨®n democr¨¢tica que ning¨²n otro jefe de Estado se hab¨ªa atrevido a romper. El bolsonarismo est¨¢ vivo en Brasil, y Lula da Silva tendr¨¢ que lidiar con ¨¦l sin perder de vista que, ahora mismo, ¨¦l encarna la esperanza de un Brasil mejor y que su principal cometido, tras su emocionante regreso, consiste en resta?ar las graves heridas que la desigualdad inflige al pa¨ªs y devolverlo a la senda de la institucionalidad.
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