N¨¦lida Pi?¨®n queda entre nosotros
La escritora, fallecida a finales de 2022, dio un registro profundo a la compleja historia del Brasil, que supo llevar a los escenarios de la imaginaci¨®n en su obra maestra ¡®La rep¨²blica de los sue?os¡¯
Igual que nuestra literatura en espa?ol, la literatura portuguesa realiza un viaje de ida y de vuelta. El gran poeta de distintos rostros, Fernando Pessoa, lo expres¨® mejor que nadie con su frase ritual ¡°mi patria es la lengua portuguesa¡±, igual que, d¨¦cadas m¨¢s tarde, Carlos Fuentes dir¨ªa que nuestra patria com¨²n es La Mancha, es decir, el idioma castellano. Las dos lenguas bajo el tutelaje de sus santos patronos, Miguel de Cervantes y Lu¨ªs de Cam?es, entre el Quijote y Los Lusiadas, uno en prosa y otro en verso.
Las dos literaturas han sostenido un pulso constante desde la ¨¦poca fundacional de la narrativa latinoamericana en la ¨²ltima parte del siglo XIX, aunque la novela brasile?a naci¨® con mejor ventaja, con la aparici¨®n en 1881 de las Memorias p¨®stumas de Blas Cubas, que trajo de un golpe la modernidad y la postmodernidad.
Joaquim Machado de Assis cre¨® el desconcierto, como Laurence Sterne un siglo antes en Inglaterra con Tristam Shandy, porque entre otras novedades Blas Cubas cuenta su historia de gracias y desgracias desde la tumba, igual que lo har¨¢n los muertos en Pedro P¨¢ramo, de Juan Rulfo.
Al esplendor de la literatura brasile?a agreg¨® su escritura N¨¦lida Pi?¨®n, a quien despedimos el a?o que se acaba de cerrar. Hija de inmigrantes gallegos, su voz dio un registro profundo a la compleja historia del Brasil, que ella supo llevar a los escenarios de la imaginaci¨®n en su obra maestra La rep¨²blica de los sue?os.
El Brasil de los inmigrantes. Los gallegos que en el siglo XIX atravesaron el mar en busca de ¡°hacer la Am¨¦rica¡±, no se marchaban hacia Nueva York, o Buenos Aires, las metr¨®polis socorridas de las incesantes corrientes migratorias de entonces, sino hacia R¨ªo de Janeiro, donde ese sue?o se te?¨ªa de colores misteriosos.
La Am¨¦rica que se abr¨ªa, y a la vez se escond¨ªa, entre selvas impenetrables y r¨ªos portentosos, y a la que arriba, a comienzos del siglo XX, Madruga, el personaje de La rep¨²blica de los sue?os. Se escapa a los 13 a?os de su hogar campesino en Sobreira, una olvidada aldea de Galicia, para subirse en Vigo a un barco que lo llevar¨¢ al Brasil. As¨ª, inicia la aventura de un trasplante que nunca se dejar¨¢ consumar. Y mientras despliega su ingenio e hinca su garra para hacerse rico, y cumplir su parte del sue?o americano, Venancio, su compa?ero de viaje, que desprecia la riqueza, lo colocar¨¢ siempre frente al espejo moral.
Lo que empieza como una huida terminar siendo un regreso constante. Del otro lado del Atl¨¢ntico a Madruga lo estar¨¢n llamando todo el tiempo los antepasados en la voz del abuelo, que sigue en la distancia cont¨¢ndole las historias que componen la tradici¨®n gallega. Y sin esas historias no se puede ser, ni se puede vivir.
La novela se abre en el lecho de muerte de Eulalia, la esposa que Madruga hab¨ªa ido a buscar a su pueblo de Sobreira. Por esa puerta final entramos a conocer la dilatada saga familiar, contada en diferentes voces y en diferentes planos, con diferentes resonancias, y que terminar¨¢ por ser narrada en la voz perentoria y desenfadada de la nieta Breta, heredera final de las historias y los secretos familiares. Ella es la depositaria de la saga, espejo de la propia N¨¦lida, que asume el papel de traspasar al territorio de la imaginaci¨®n las historias de sus ancestros gallegos.
Una familia a trav¨¦s de dos siglos, a ambos lados del mar. Del lado de Galicia, el mito con fuerza tel¨²rica, que retiene la cabeza y el coraz¨®n de los que se van, condenados a volver siempre; del lado del Brasil, la historia viva, el mosaico pol¨ªtico y social que va componi¨¦ndose pieza por pieza tanto en la vida p¨²blica, como en la vida de los personajes. Los abuelos sostendr¨¢n la imaginaci¨®n en la bruma lejana de las tradiciones; los hijos, entretejidos en la urdimbre ambiciosa de los negocios, ser¨¢n la realidad.
Un laberinto de descensos, con escaleras que siempre llevan hacia abajo, a s¨®tanos y entrepisos cada vez m¨¢s profundos. Una historia contada lleva a otra historia, y cada personaje est¨¢ compuesto de varios planos, a los que accedemos gracias a las virtudes esplendorosas del lenguaje de N¨¦lida, y de su ejemplar forma de contar, enhebrando con paciencia maestra los m¨²ltiples hilos del tejido familiar.
Y corre parejas con otra gran novela de emigrantes, Una casa para Mr. Bilwas, de V. S. Naipaul; descendiente de hind¨²es llegados a la isla de Trinidad, en el Caribe, compone otra ¨¦pica del ¨¦xodo, y relata los arraigos y desarraigos de una tribu extranjera en tierras americanas, solo que en este caso las trasposiciones culturales son mucho m¨¢s lejanas.
La rep¨²blica de los sue?os pertenece a esa estirpe de las novelas que, al contar una saga familiar a trav¨¦s de d¨¦cadas, cuenta a la vez la historia de un pa¨ªs, y tambi¨¦n la historia de una aventura cultural, y espiritual, que es la del ¨¦xodo, sin lo que no es posible entender la historia de facetas m¨²ltiples y superpuesta de Brasil, ni entender las historias de sus inmigrantes.
Y la admirable voz de N¨¦lida Pi?¨®n queda entre nosotros, a ambos lados del mar.
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