Envidia de sufrimiento
El caso de George Santos, el candidato republicano descubierto como un mentiroso compulsivo, ejemplifica hasta qu¨¦ punto pertenecer a minor¨ªas que han sufrido opresi¨®n y discriminaci¨®n cotiza al alza
En casa, cuando ¨¦ramos peque?os, nos ca¨ªa una buena si se nos ocurr¨ªa jugar a tener una discapacidad o una enfermedad. Con eso no se bromea, nos dec¨ªan; con el sufrimiento de otros, no, no os gustar¨ªa estar en su lugar. Frivolizar las desgracias ajenas era una de esas l¨ªneas rojas marcadas a fuego en nuestra educaci¨®n y hace ya tiempo que en las esferas p¨²blicas a nadie se le ocurre soltar gracietas de este tipo (bueno, menos a Risto, al que parece se le ha pegado algo del papel de s¨¢dico que viene interpretando como juez desde hace tanto tiempo). Lo que sorprende es que el respeto por las v¨ªctimas haya acabado siendo algo que a algunos les parezca deseable e incluso envidiable. El caso de George Santos, el congresista republicano al que se ha descubierto como un mentiroso compulsivo, es un claro ejemplo de hasta qu¨¦ punto la pertenencia a minor¨ªas que han sufrido opresiones y discriminaciones cotiza al alza. No le bastaba con ser hijo de inmigrantes brasile?os o abiertamente homosexual; ten¨ªa que inventarse que adem¨¢s es jud¨ªo y que sus abuelos huyeron del Holocausto, cosa que ha desmentido una investigaci¨®n de The New York Times.
En este caso ha quedado expuesto el enga?o, pero la elevaci¨®n de la condici¨®n de v¨ªctima a categor¨ªa moral superior que tanto nos llega desde Estados Unidos y el mundo anglosaj¨®n acaba provocando la perversi¨®n de lo que en principio son buenas medidas de reparaci¨®n y reconocimiento. Desde esta perspectiva, haber sufrido te convierte en alguien necesariamente mejor, m¨¢s sensible con lo que les pueda pasar a otros, s¨®lo por haber tenido determinadas experiencias. Lo cierto es que de lo primero no se desprende lo segundo porque la compasi¨®n, como la psicopat¨ªa, vienen en el car¨¢cter de cada uno. Se puede ser v¨ªctima de discriminaci¨®n y no tener ni un ¨¢pice de compasi¨®n. No hay m¨¢s que ver c¨®mo trata el Estado de Israel a los palestinos de los territorios ocupados para darse cuenta de que ni siquiera quienes padecieron las m¨¢s terribles atrocidades est¨¢n exentos de convertirse en verdugos.
En realidad, nadie quiere ser v¨ªctima como nadie quiere ser minor¨ªa oprimida, tener una discapacidad o ser excluido, aunque algunos puedan envidiar tales condiciones. De hecho, cuando se ha sido v¨ªctima de verdad, lo ¨²nico que se quiere es dejar atr¨¢s las terribles experiencias y zafarse de los maltratadores, opresores y discriminadores. Y seguir viviendo con la dignidad restaurada.
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