La suerte de la mayor¨ªa de los desconfiados

En pol¨ªtica se habla y se sobreact¨²a mucho pero se razona poco (falta enraonar esta bella palabra del catal¨¢n). Entramos en a?o electoral (con municipales, auton¨®micas y generales en el horizonte) con una constataci¨®n de partida: la sorpresa de esta legislatura ha sido la consolidaci¨®n y ampliaci¨®n de la mayor¨ªa parlamentaria que ha dado apoyo al Gobierno. Todos sabemos que la verdad es un visitante ocasional en los discursos pol¨ªticos, que se plantean en atenci¨®n a lo que se cree que la gente quiere escuchar m¨¢s que en el fundamento y en la coherencia de lo que se dice. Un c¨ªrculo que, por cierto, se convierte en vicioso en la medida en que el espacio comunicacional lo acoge con la misma l¨®gica. Con pocas excepciones, lo que reza, lo que determina el juicio medi¨¢tico, no es tanto lo que se ha dicho sino qui¨¦n lo ha dicho, en una funesta prolongaci¨®n de la din¨¢mica de los nuestros y los otros que anima a los que se disputan el poder. Y as¨ª la decisi¨®n de voto se convierte en un gesto m¨¢s emocional que racional: contra los otros.

Pero hay datos irrefutables. Y basta repasar las votaciones parlamentarias para confirmar la consistencia de una mayor¨ªa formada por grupos con proyectos, ideas, sensibilidades, sentidos de pertinencia y referentes culturales extraordinariamente variados que abarcan el amplio espectro que va del centro hasta las diversas decantaciones de la izquierda y llega hasta el l¨ªmite de lo posible. Con desencuentros, desconfianzas y precariedades, pero lo cierto es que PSOE, Unidas Podemos (y sus diversas fracciones), M¨¢s Pa¨ªs, Esquerra Republicana, el PNV, Bildu, BNG y Teruel Existe cubren un espectro tan amplio y complejo que casi nadie hubiese apostado por su continuidad. Y, sin embargo, entre el s¨ª y la abstenci¨®n no solo han garantizado la legislatura, sino que se han consolidado como mayor¨ªa. Y ello permite decir que el fin del modelo bipartidista, en el que PSOE y PP reinaban a su antojo, se ha resuelto razonablemente sin que un Parlamento mucho m¨¢s plural haya conducido a los desastres que algunos anunciaban.

Parte de la estabilidad de la mayor¨ªa gubernamental se debe al adversario: una derecha radicalizada a la que nadie quiere acercarse. El PP a¨²n no ha superado la frustraci¨®n por su fracaso: la primera moci¨®n de censura ganadora del r¨¦gimen del 78. Y, en la oposici¨®n, bajo la presi¨®n de Vox, se ha dejado llevar por las corrientes del autoritarismo posdemocr¨¢tico que circulan por Europa. Y la peculiar mayor¨ªa de desconfiados (la desconfianza razonable es un valor democr¨¢tico) que le sucedi¨®, superando obst¨¢culos y trabando pactos de digesti¨®n compleja ¡ªcomo hemos visto en los debates sobre la malversaci¨®n o la ley trans, por ejemplo¡ª, no solo ha servido para cerrar el paso a la derecha, sino que ha operado sensibles transformaciones en el marco legal en materia de derechos individuales y de igualdad.

Este ¨¦xito imprevisto, que parece confirmar el sentido de la oportunidad como la principal cualidad pol¨ªtica del presidente Pedro S¨¢nchez, se enfrenta ahora a un momento de m¨¢ximo riesgo: la dispersi¨®n electoral, en que los intereses de los diferentes grupos de la mayor¨ªa chocan inevitablemente por unos espacios con mucho voto colindante. Y en esta situaci¨®n se pone a prueba la solidez de cada uno de los proyectos, porque de ella depende en buena parte el desenlace: la posibilidad de que esta mayor¨ªa vuelva a ser viable.

Y aqu¨ª, naturalmente, las miradas se desplazan hacia Unidas Podemos, donde la eterna psicopatolog¨ªa de las peque?as diferencias que ha lastrado siempre a la extrema izquierda, de grup¨²sculo en grup¨²sculo hasta la derrota final, empieza a dar se?ales de regreso a la pelea. Con Yolanda D¨ªaz en primer plano y Pablo Iglesias moviendo el tablero desde los m¨¢rgenes, no ser¨¢ f¨¢cil que el proceso preelectoral no acabe en fractura. Y el futuro de la mayor¨ªa se complicar¨ªa enormemente. Si este sector va a las elecciones dividido, ser¨¢ dif¨ªcil que, con el sistema de reparto de esca?os, pueda conseguir los asientos necesarios para que la suma alcance a la hora de renovar el poder.

Como siempre, en escenarios electorales de confrontaci¨®n, con el espacio llamado centro (este conjunto vac¨ªo que solo sirve como coartada de las deficiencias de las derechas o de las izquierdas) sin referentes, la ca¨ªda de Podemos y compa?¨ªa ser¨ªa un regalo para el PP. Y se sabe que en estos sectores los conflictos ¡ªsobre todo cuando son de liderazgo¡ª tienden a resultar irreconciliables. Siempre hay ingenuos actores que se consuelan con la f¨¢bula de los fracasados: cuanto peor, mejor. En pol¨ªtica, el peligro est¨¢ cerca: es en el espacio de cercan¨ªas donde se forjan las derrotas. Y es en el propio PSOE donde habitan los irredentos que dar¨ªan por buena una victoria del PP para soltar lastre y volver al para¨ªso bipartidista. Melanc¨®licos del pasado que no quieren reconocer el peligro real: el autoritarismo posdemocr¨¢tico.