La polarizaci¨®n, ?qu¨¦ es?
Hay alguien responsable de hablar a los gritos y de la incapacidad para reconocer al oponente y sus victorias, alguien a quien le interesa y se beneficia
Se ha visto ya, ahora en Brasil y antes en otros capitolios, lo que hab¨ªa al final de las palabras: despu¨¦s de usarlas al tunt¨²n y despiezarlas, despu¨¦s de adormilar el diccionario para que no valiera nada hablar de traici¨®n ni de golpe, lo que hab¨ªa era el asalto al Parlamento para imponer la democracia de unos, que son los que entienden que el poder es suyo y de nadie m¨¢s. Si lo han logrado con las ideas, hasta convertirlas en su coto particular, con m¨¢s raz¨®n iban a hacerlo con lo dem¨¢s.
Se ha visto, pues, la importancia que ten¨ªan las palabras, a las que fuimos abandonando poco a poco. Ocurri¨®, por poner un caso, con la corrupci¨®n, a la que se presentaba as¨ª, en gen¨¦rico, como un fen¨®meno natural. Era ese mal que nos preocupaba a los espa?oles, nuestro problema peor, pero se evocaba siempre en gen¨¦rico: hab¨ªa la corrupci¨®n igual que hab¨ªa la lluvia, o la sequ¨ªa. Un fen¨®meno, al cabo. Un pecado, si quieren. Y sal¨ªa un pol¨ªtico a quejarse de lo mala que es la corrupci¨®n, que hab¨ªa que acabar con ella y que tolerancia cero, y la presentaba como una lacra, la lacra de la corrupci¨®n, lo mismo que hay que exterminar las enfermedades y el hambre.
La corrupci¨®n era en gen¨¦rico porque en eso ¨ªbamos a estar todos de acuerdo, que si luego se citaba un caso te lo devolv¨ªan con otro y esto se volv¨ªa interminable. Era mejor no entrar en detalles, porque las lacras afectaban al com¨²n y el que est¨¦ libre de pecado que tire la primera piedra, que aqu¨ª cualquiera ha querido pagar una factura sin IVA. De aquellas, en parte, naci¨® eso de que son todos iguales, aunque se parezcan en poco.
Nos pasa de nuevo con otra idea socorrida y polis¨ªlaba, que es lo que tienen que ser las palabras que quieran ser algo: largas, sonoras, que llenen el aire. Nos pasa con la polarizaci¨®n. De hecho, anuncian un a?o polarizante, con la secuencia de elecciones que nos aguarda. Polarizados est¨¢n en Estados Unidos y qu¨¦ es si no lo que ha sucedido en Brasil. Se da la polarizaci¨®n de un pa¨ªs lo mismo que se dan sus temperaturas. Lo que cuesta m¨¢s es explicar, o medir, qui¨¦n polariza y con qu¨¦ prop¨®sito, porque la polarizaci¨®n tampoco es un fen¨®meno natural ni espont¨¢neo. A la polarizaci¨®n hay que quererla, que sola no llega.
La polarizaci¨®n es eso que se deja crecer porque moviliza. O que se azuza porque atrae. Porque de hablar a los gritos y de la incapacidad para reconocer al oponente y sus victorias hay alguien que es responsable, que le interesa y se beneficia. Conviene tenerlo en cuenta cada vez que aparezca la palabra, que puede describir en general el clima pol¨ªtico que vive Brasil pero sin ofrecer ninguna explicaci¨®n, porque reparte las culpas por igual al no descargarlas en nadie. Hablar de polarizaci¨®n no define el hecho innegable de que una turba tomara el Parlamento por asalto. Aquello lo hicieron personas concretas que segu¨ªan discursos concretos: los de aquellos que han sabido guardarse para s¨ª el ¨²ltimo significado de las palabras. Desde luego, no fue una inundaci¨®n.
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