La promesa de vivir el aqu¨ª y el ahora
El peso de la culpa por los errores cometidos y el desvalimiento de quien no encuentra un empleo son notas de esta ¨¦poca que Saul Bellow ya recogi¨® en su novela breve ¡®Carpe diem¡¯
Malos tiempos. Hay una guerra que lo trastoca todo, la inflaci¨®n est¨¢ alta, el precio de la cesta de la compra ha subido de manera alarmante. Hay mucha gente que no tiene trabajo, j¨®venes sin grandes expectativas, a ratos no hay manera de encontrar la salida del agujero. Esas complicaciones quedan habitualmente reducidas a unas cuantas cifras en los peri¨®dicos, las que dan cuenta de la marcha de la econom¨ªa, la cantidad de nuevos contratos o de parados, porcentajes de todo tipo. Sea como sea, ese baile de n¨²meros no mira hacia adentro, poco se sabe de la experiencia de cada uno de los que est¨¢n sufriendo las bofetadas de la vida. Pongamos un tipo de poco m¨¢s de 40 a?os, ha perdido su empleo, y cada ma?ana ya est¨¢ afeitado a las ocho de la ma?ana. Piensa que lo de levantarse temprano puede ayudarlo en la ardua tarea de buscar una salida.
Un d¨ªa cualquiera, desde el momento de bajar a desayunar hasta el final de la tarde, cuando ese hombre estalla en el funeral de un desconocido en una inagotable catarata de l¨¢grimas: es lo que cuenta Saul Bellow en una historia corta, Carpe diem. La literatura sigue siendo un buen instrumento para asomarse a lo que est¨¢ ocurriendo de verdad en el interior de las personas y, como dice Martin Amis en su ¨²ltimo libro, ¡°los novelistas son anfitriones, gentes que te abren la puerta y te invitan a pasar¡±. As¨ª que entremos de una vez y veamos qu¨¦ ocurri¨® con ese Tommy Wilhelm, que siendo joven se pele¨® con su familia y se fue a Hollywood a probar suerte. Parece que ¡°resultaba impresionantemente guapo¡±, as¨ª que alguien lo persuadi¨® de que su futuro estaba en la meca del cine.
No le fue bien. El agente que lo arrastr¨® lo dej¨® enseguida abandonado (despu¨¦s ser¨ªa acusado de proxenetismo, ten¨ªa una red de fulanas que daban citas por tel¨¦fono). Y es que ocurren este tipo de lindezas. Enga?os, sue?os disparatados, manipulaciones, trampas, malas decisiones. Al final son muchos los que terminan metidos en un berenjenal, las puertas se cierran, y se impone la certeza de que la culpa es de uno mismo. Y es eso, precisamente, lo que no recogen las cifras: el infierno de los ajustes de cuentas con el propio pasado y los buenos prop¨®sitos. Tommy Wilhelm, por ejemplo, ¡°pensaba que deb¨ªa, que pod¨ªa recobrar y recobrar¨ªa las cosas buenas, las cosas felices, las cosas simples y f¨¢ciles de la vida¡±. Un psic¨®logo que conoci¨® en el hotel en el que viv¨ªa ¡ªun charlat¨¢n, seg¨²n su padre¡ª lo anim¨® a jugar su dinero en la Bolsa. Lo hizo. Le entreg¨® lo que le quedaba y le firm¨® un poder para que lo invirtiera en acciones y le arreglara el futuro.
Carpe diem es una novela corta de hace mucho tiempo y se desarrolla en unas circunstancias que nada tienen que ver con las del presente. Saul Bellow simplemente abre la puerta y deja ver lo que le ocurre por dentro a su protagonista: la desolaci¨®n de sentirse perdido, la certeza de que a lo largo del tiempo solo ha cometido errores y, sobre todo, el descubrimiento de que incluso los m¨¢s cercanos ¡ªsu padre¡ª reniegan de ¨¦l como de un apestado. De pronto, alguien le habla de vivir el aqu¨ª y el ahora, de aprovechar las oportunidades ¡ª¡±con todo ese dinero alrededor, uno no quiere hacer el indio mientras los dem¨¢s se aprovechan¡±¡ª y decide lanzarse. Es una historia m¨¢s, una de tantas que muestra el desvalimiento de no encontrar un empleo.
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