El magistrado Bandr¨¦s
El juez del Tribunal Supremo ha presentado un libro que refleja a un hombre que no se resigna a ejercer de albacea del derecho enquistado en las viejas relaciones de poder
Hay jueces fuera de lo seriado. Este. En los dos ¨²ltimos meses, en que su nombre ha estado en el candelero, como objeto del deseo (y de la envidia ruidosa), a cuenta de los nombramientos al Constitucional, el magistrado del Supremo Jos¨¦ Manuel Bandr¨¦s se ha dedicado, adem¨¢s de a redactar sentencias, a presentar su sugestivo libro El derecho a la ciudad y al buen gobierno urbano (Marcial Pons), flanqueado de profesionales de muy distintas disciplinas.
Ese derecho, concebido como un c¨²pula, cimborio, capuch¨®n de muchos otros (a la vivienda, al suministro de agua potable, a la alimentaci¨®n...), deber¨ªa ser ¡°la arquitectura pol¨ªtica y jur¨ªdica de la gobernanza local¡±. Am¨¦n del ¡°soporte ideol¨®gico y ¨¦tico de las pol¨ªticas publicas¡± a emprender para que ¡°todos sus habitantes, sin excepci¨®n, gocen plenamente de los derechos civiles, pol¨ªticos, econ¨®micos, sociales, culturales y ecol¨®gicos¡±. Es una ampliaci¨®n, una catalizaci¨®n colectiva de los derechos individuales en la ciudad: de los ciudadanos.
Se trata de una doctrina fraguada en la Carta Europea de Salvaguarda de los Derechos Humanos en la Ciudad (Saint-Denis, 2000), cuyo comit¨¦ cient¨ªfico presidi¨®, pero a¨²n novedosa aqu¨ª: como casi todo lo que suponga ampliar derechos, en vez de recortarlos, que para eso siempre hay un ultra con una bandera para tapar la boca a los dem¨¢s. Aunque ya se ha elevado a principio constitucional en M¨¦xico o en Brasil.
?Cu¨¢l es su utilidad? ¡°?Es un derecho de inmediato exigible o requiere para desplegarse de regulaciones concretas¡±?, explor¨® en el viejo palacio madrile?o del Senado el profesor Santiago Mu?oz Machado. ¡°Adem¨¢s de la norma concreta¡±, donde es concreta ¡ªdetall¨® Bandr¨¦s en el Colegio de Arquitectos barcelon¨¦s¡ª, nos sirve para ¡°identificar cualquier litigio sobre urbanismo¡±, algo clave pues la jurisprudencia lo es ¡°cada vez m¨¢s sobre los grandes principios¡±: estos forman el ¡°contexto interpretativo¡±, el espacio donde ¡°contextualizar¡±, donde orientar las sentencias. Y es ya un logro s¨®lido en la Agenda de NN UU.
Si les cuento estas excursiones conceptuales es para animarles. Hay otros juristas como Bandr¨¦s, que no se resignan a ejercer de albacea del derecho enquistado en las viejas relaciones de poder. Sino que cabalgan una idea de la ley din¨¢mica, creativa, anticipativa. Y que, como el autor, encarnan la coherencia entre el ¡°a Dios rogando¡± (la abstracci¨®n del intelectual activo) ¡°y con el mazo dando¡± (de sus sentencias y votos particulares), marcado por el expansionismo de los derechos, la sinton¨ªa con los vulnerables, la apelaci¨®n precisa a la m¨¢s avanzada norma europea.
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