Convulsi¨®n incesante: miedo sobre el futuro
El vigente sistema pol¨ªtico no da m¨¢s y, por cierto, presenta problemas que van m¨¢s all¨¢ de lo que se resuelve con un adelanto electoral
Ya son m¨¢s de 60 los muertos, desde que el 11 de diciembre ocurrieron las primeras fatalidades en las movilizaciones en la provincia de Andahuaylas, en la regi¨®n andina del Per¨². Mientras, la presi¨®n social y pol¨ªtica parece haber superado ya los l¨ªmites de lo razonable sin que cesen la violencia ni las muertes.
Y sin que aparezcan se?ales concretas para un adelanto de las elecciones generales ¡ªpara el ejecutivo y el congreso¡ª como lo pide la mayor¨ªa abrumadora del pa¨ªs. Un proyecto que avanzaba algo en esa direcci¨®n fue rechazado en el Congreso este martes. Unos, por dilatar el cambio de autoridades para el distante mayo del 2024 cuando el 73% de la poblaci¨®n exige elecciones generales ya. Por otros ¡ªespecialmente los congresistas de la extrema derecha¡ª lo contrario: por adelantar para el 2024 el calendario electoral cuando cesar¨ªan reci¨¦n en julio de 2026.
Estos traspi¨¦s y votaciones parlamentarias, hasta el momento inconducentes, se dan cuando el Congreso ha llegado a su m¨¢s bajo nivel hist¨®rico de aprobaci¨®n (7%) dentro del contexto de una espiral incesante de movilizaci¨®n y confrontaci¨®n. Parecer¨ªa haberse perdido la br¨²jula y ser escasas las salidas.
Dentro de una tr¨¢gica paradoja en la que mientras el sistema pol¨ªtico e institucional aparece colapsado dentro del tr¨¢gico contexto de decenas de fallecidos, parad¨®jicamente, lucen saludables algunas variables econ¨®micas ¡ªinflaci¨®n, balanza comercial, equilibrio fiscal, etc.¡ª que hasta el momento parecer¨ªan ubicarse entre las mejores de Am¨¦rica Latina. Ma non troppo. Esa paradoja podr¨ªa dejar de serlo de continuar las cosas por el rumbo que van.
Por ejemplo, la relevante agencia Moody?s ha bajado a negativa este martes 31 de enero su perspectiva sobre la econom¨ªa peruana. Considera que ¡°los riesgos sociales y pol¨ªticos se han intensificado y amenazan, en los pr¨®ximos a?os, con un deterioro de la cohesi¨®n institucional, la gobernabilidad, la efectividad de las pol¨ªticas y la fortaleza econ¨®mica a trav¨¦s de los sucesivos gobiernos¡±. Este mi¨¦rcoles 1 de febrero, por otro lado, suspendi¨® operaciones la inmensa minera Las Bambas, situada en la provincia andina de Cotabambas. Con uno de los dep¨®sitos de cobre m¨¢s grandes del mundo, all¨ª se produce ¡ªo produc¨ªa, hasta la semana pasada¡ª nada menos que el 2% del cobre mundial.
Se hace dif¨ªcil imaginar lo que ocurrir¨¢ mientras en distintos medios y sectores sociales se extiende una suerte de angustia por el desasosiego hoy prevaleciente sobre el futuro. Tres din¨¢micas concurren simult¨¢neamente y se retroalimentan socavando posibles rutas de salida y contribuyendo al creciente miedo al futuro en este panorama incierto.
Primero, protestas sociales, sin precedentes en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, con la participaci¨®n activa de una abrumadora mayor¨ªa de personas que lo han hecho y siguen haciendo de manera pac¨ªfica. En ellas, cierto, no ha estado ausente el uso de la violencia por algunos ni, por el otro lado, el uso excesivo e irracional de la fuerza desde los aparatos de orden p¨²blico que ya ha generado decenas de fallecidos.
Siendo esta protesta nacional, su foco de mayor significaci¨®n est¨¢ en el sur andino y solo en tiempo m¨¢s reciente, en Lima ¡ªciudad de migrantes¡ª a donde, adem¨¢s, se han desplazado estos d¨ªas miles de pobladores trasladando sus marchas de protesta a la capital. La agenda es amplia. Y apunta a cuestiones de fondo ligadas esencialmente a la desatenci¨®n por el Estado de aspectos cr¨ªticos fundamentales como el desastroso estado de los sistemas de salud y educaci¨®n o a la inoperancia del Estado en el mejoramiento de la infraestructura.
En esta din¨¢mica compleja hay, como suele ser, un poco de todo en la protesta social. Y que, dentro de la amplia legitimidad de la protesta, intereses oscuros hayan tratado de pescar a r¨ªo revuelto llevando las cosas hacia actos de confrontaci¨®n que va m¨¢s all¨¢ de la protesta. Que se hayan producido varios ataques a los aeropuertos y que 16 sedes judiciales hayan sido atacadas, destruyendo expedientes en giro, abre interrogantes sobre el aprovechamiento que podr¨ªan estar haciendo grupos al margen de la ley. Se piensa en la poderosa miner¨ªa ilegal o en narcotraficantes.
Segundo, un extendido sentimiento de frustraci¨®n, descontento y desconfianza frente a las instituciones p¨²blicas. En particular, ante el Gobierno y el Congreso apuntando de manera espec¨ªfica a la evaporada legitimidad de estos dos poderes del Estado en lo que el legislativo se lleva las palmas con su evaporado nivel de reconocimiento. Mientras, el 74% de la poblaci¨®n piensa que la presidenta Boluarte debe renunciar y apartarse. O sea, no queda pr¨¢cticamente nada.
Otra cosa: los medios de comunicaci¨®n social. Que siendo parte de lo ¡°p¨²blico¡±, son tambi¨¦n parte medular del mayoritario rechazo y distancia por el 58% de la poblaci¨®n. Desaprobaci¨®n que llega al 77% en el sur del pa¨ªs, regi¨®n m¨¢s intensamente movilizada y en acci¨®n desde que empezaron las protestas en diciembre.
Tercero, polarizaci¨®n, creciente y aguda. De tal nivel y profundidad que, por el momento, parece cerrar caminos de di¨¢logo y concertaci¨®n nacional. Se vive ahora dentro de una din¨¢mica tensa y arborescente que ha tensado todos los ambientes e impactado en las relaciones sociales y amicales dificultando la generaci¨®n de espacios de encuentro.
De un lado, energ¨²menas voces ¡ªminoritarias es verdad¡ª que claman por una soluci¨®n militar¡±. El sonsonete de ¡°estamos en guerra pues el comunismo quiere tomar el poder¡± es expresado diariamente por un congresista extremista quien, lo que sirve como argumento ¡ªo pretexto¡ª para oponerse frontalmente al adelanto de elecciones que pide el pa¨ªs. Por el otro, no est¨¢, por cierto, el fantasmal ¡°comunismo que quiere tomar el poder¡±. Pero s¨ª otra radicalidad, creciente y extendida: la de que ¡°se vayan todos¡± como condici¨®n para avanzar. Tendr¨ªa que renunciar primero protesta, adelantarse las elecciones generales y convocar a una asamblea constituyente como espacio cuasi m¨¢gico de soluci¨®n.
Al colapsado y desfalleciente sistema pol¨ªtico se le ofrecen pocas opciones inmediatas. La m¨¢s clara y evidente es, en realidad, adelanto de elecciones generales para este a?o, tanto para el Gobierno como para el Congreso. Opci¨®n que estaba fuera del men¨² del Ejecutivo y de la mayor¨ªa congresal hasta hace pocos d¨ªas, pero que, al calor de las tensiones y confrontaci¨®n, la realidad la ha puesto a gritos en la agenda.
Pero, hasta el momento, solo eso, sin salida ni acuerdos para hacerlo. El congreso ¡ªque no quiere irse¡ª ya rechaz¨® este martes, por amplia mayor¨ªa, una timorata propuesta de adelanto electoral. Desde el ejecutivo se ha presentado, reci¨¦n, un proyecto al congreso para que las elecciones se adelanten para octubre de este a?o y el cambio de autoridades para el 1 de enero del 2024. Pocos le auguran posibilidades de ¨¦xito a una propuesta que, en este contexto, es muy ambiciosa. Todo indica, pues, que el pa¨ªs seguir¨ªa en el insostenible ¡°m¨¢s de lo mismo¡± de autoridades cuestionadas hasta julio del 2026.
Dentro de ese gran contexto es evidente que el mero adelanto de elecciones para este a?o no resolver¨ªa, per se, problemas, retos y tensiones que tienen explicaciones muy profundas y complejas. Pero dar¨ªa un respiro. Bajar¨ªa las tensiones, recuperando un escenario en el que se podr¨ªan contemplar respuestas de fondo que requieren condiciones pol¨ªticas e institucionales que ahora no existen.
Se dice que para llegar a eso la renuncia inmediata de la presidenta obligar¨ªa al adelanto electoral. No es tan cierto. Sectores importantes del Congreso interpretan que el adelanto aplicar¨ªa solo para el ejecutivo y no a una elecci¨®n ¡°general¡± que abarcase al legislativo. Con el abrumador nivel de rechazo al legislativo, de hacerse uso de esa interpretaci¨®n sesgada, el efecto ser¨ªa social y pol¨ªticamente insostenible. Podr¨ªa llevar al pa¨ªs a niveles superiores de confrontaci¨®n y a un ¡°que se vayan todos¡± de virulencia impredecible.
El vigente sistema pol¨ªtico no da m¨¢s y, por cierto, presenta problemas que van m¨¢s all¨¢ de lo que se resuelve con un adelanto electoral. Hay brechas de fondo que se han ido acumulando con d¨¦cadas de marginaci¨®n y de descuido por las mayor¨ªas con pol¨ªticas p¨²blicas que han sostenido y prolongado esas brechas. Esto supondr¨ªa redise?ar las pol¨ªticas p¨²blicas fundamentales y sus prioridades. Esto, en las actuales e inmediatas condiciones lamentablemente est¨¢ lejos de lo viable.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.