Madrid
No es bueno confundir el progreso con la prepotencia del lujo y la degradaci¨®n de los servicios p¨²blicos
Qu¨¦ bien tu nombre suena, rompeolas de todas las Espa?as. Madrid, Madrid, insisti¨® Antonio Machado, para homenajear el nombre de la ciudad en la que hab¨ªa madurado su vocaci¨®n po¨¦tica y c¨ªvica. El poeta andaluz fue muy consciente de la importancia que ten¨ªa Madrid a la hora de consolidar la convivencia nacional, los valores democr¨¢ticos y las realidades sociales de todas las Espa?as, un mar vivo y movido por su unidad en la diversidad. Frente a la caricatura franquista, tard¨¦ poco en sentir Madrid como una ciudad m¨ªa, porque era de todos. Y ese sentimiento fue decisivo a la hora de sentir sin prejuicios el patriotismo democr¨¢tico espa?ol mientras viajaba por el mundo.
Los sentimientos se enturbian cuando la importancia decisiva de Madrid quiere aislarse del resto de Espa?a y las tentaciones autoritarias se mezclan con inercias econ¨®micas que pretenden acaparar la riqueza. Una clase elitista que desea aumentar sus beneficios a costa del empobrecimiento de la mayor¨ªa se ve representada por la met¨¢fora de un Gran Madrid glamuroso de dinero, alejado de la realidad nacional y en guerra declarada con los dem¨¢s territorios. Esta din¨¢mica se encarna ahora en una derecha de barra libre, sin impuestos al rico, incapaz de acordar medidas pol¨ªticas con otros partidos que no sean representantes de la derecha extrema nacionalista.
Madrid merece el reconocimiento de su importancia clave para la convivencia nacional. Es un error confundirse de orgullo y caer en una soberbia de enfrentamientos identitarios como si la raz¨®n de su porvenir se basara en la hostilidad con otros territorios hermanos. No es bueno confundir el progreso con la prepotencia del lujo y la degradaci¨®n de los servicios p¨²blicos. Tampoco conviene pensar en un futuro marcado por la desigualdad en vez de por un desarrollo justo y compartido. Madrid, s¨ª, Madrid, rompeolas de todas las Espa?as, tuyo y m¨ªo, no Gran Madrid, patriarcado del elitismo econ¨®mico y sus marionetas.
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