F¨¦lix Francisco Casanova, escritor con duende
El joven escritor dej¨® una obra fascinante que contin¨²a significando sin perder un ¨¢pice de su hondura, su humor negro y su aire l¨²dico
El tiempo, que tanto destruye, no ha podido o no ha querido borrar de nuestro acervo cultural el nombre de este escritor ¨²nico, muerto en plena juventud, que fue F¨¦lix Francisco Casanova. Se trata de un caso ins¨®lito de la literatura espa?ola, apenas explicable desde perspectivas y criterios al uso. Me complace pensar de nuevo en ¨¦l tras enterarme de que el Gobierno canario ha decidido consagrarle la presente edici¨®n del D¨ªa de las Letras Canarias. En modo alguno, este muchacho, que accedi¨® a los penetrales de la poes¨ªa cuando otros, a su edad, garabatean imitaciones, es una figura relegada a las islas. Editado con acierto en la Pen¨ªnsula por Demipage, su novela El don de Vorace cuenta con ediciones en Turqu¨ªa, Alemania y Francia, pa¨ªs este donde concit¨® encendidos elogios.
Genio ya para siempre joven, sorprende comprobar que Casanova ha sobrevivido a su propio mito. Ni siquiera necesita vestirse de Rimbaud espa?ol, como lo apodamos en su d¨ªa, para merecer memoria. La raz¨®n es simple. Dej¨® una obra fascinante que contin¨²a significando sin perder un ¨¢pice de su hondura, su humor negro, su aire l¨²dico, gran parte de ella asentada en un secreto doloroso que, en mi modesta opini¨®n, empieza a aclararse si uno lee los turbadores poemas de este muchacho, a menudo similares a letras de canciones, considerando la p¨¦rdida traum¨¢tica de la madre. ?Y qu¨¦ decir de Bernardo Vorace, protagonista de una novela desenvuelta y cruel, escrita con 17 a?os en poco m¨¢s de 40 d¨ªas? En ella se nos cuenta la historia de un hombre dominado por pulsiones demon¨ªacas, que desea morir a toda costa y fracasa en todos sus intentos. Bien distinto, por desgracia, fue el destino del autor. Su vida acab¨® de forma abrupta un d¨ªa de enero de 1976 a consecuencia de un infortunio en su domicilio de Santa Cruz de Tenerife. Ten¨ªa 19 a?os.
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