Por una Europa integrada, flexible y de progreso
Para profundizar en sus niveles de democracia y de avances sociales, la UE debe reformar sus tratados, eliminar el veto en sus decisiones colectivas y permitir un tipo de cooperaci¨®n seg¨²n las ambiciones de cada pa¨ªs
Es cierto que nuestro proyecto de casa com¨²n europea, nacido hace 70 a?os, goza actualmente en general de buena salud, y tambi¨¦n es cierto que la UE es una regi¨®n privilegiada dentro de esta aldea global de 8.000 millones de personas, con unos niveles de libertad, calidad de vida, educaci¨®n, salud y democracia no existentes en ninguna otra regi¨®n del mundo. Pero lejos de recrearnos en la autocomplacencia, resulta necesario mantener los esfuerzos para lograr una Europa m¨¢s integrada y a la vez m¨¢s flexible, para alcanzar los niveles de operatividad, democracia y utilidad social que los ciudadanos europeos demandan y merecen. La Uni¨®n Europea, seg¨²n numerosas encuestas, cuenta actualmente con el mayor nivel de apoyo social que ha tenido en muchos a?os; y parece que ha dejado de ser la Europa de los recortes y los hombres de negro, y ha pasado a ser una Europa de impulso institucional, econ¨®mico, sanitario y de solidaridad. No obstante, sigue habiendo diversas deficiencias y rigideces que han de ser superadas para un mejor y m¨¢s democr¨¢tico funcionamiento en sus ¨®rganos e instituciones.
Creemos en este sentido necesaria una reforma urgente de los tratados europeos, con el fin de subsanar, en primer lugar, el d¨¦ficit democr¨¢tico que supone la existencia del derecho de veto. Mientras un solo pa¨ªs pueda imponer a todos los dem¨¢s su voluntad en los proyectos, decisiones y objetivos europeos, no existir¨¢ una verdadera democracia. El cambio de la actual regla o exigencia de unanimidad entre los 27 pa¨ªses de la UE para aprobar decisiones colectivas trascendentales, sustituy¨¦ndola por una mayor¨ªa cualificada o reforzada, ser¨ªa un paso decisivo para lograr avances fundamentales en terrenos como la fiscalidad, los asuntos sociales o la pol¨ªtica exterior.
Otra v¨ªa para superar las rigideces e inoperancia en el funcionamiento de la Uni¨®n Europea ser¨ªa establecer una estructura din¨¢mica de participaci¨®n en el proyecto europeo a trav¨¦s de la denominada geometr¨ªa variable o una Europa de dos velocidades, de forma que hubiese un cierto nivel de flexibilidad para la participaci¨®n en el proyecto europeo y en las decisiones. As¨ª, sin perder el car¨¢cter integrado y la estructura com¨²n del conjunto de los 27, cada pa¨ªs podr¨ªa decidir su participaci¨®n en un nivel de cooperaci¨®n reforzada, y formar parte as¨ª de un n¨²cleo duro o m¨¢s estrecho de pa¨ªses en torno a una Europa m¨¢s integrada e interdependiente, o bien pertenecer al grupo de pa¨ªses con un nivel algo m¨¢s ligero y menos autoexigente en los proyectos y objetivos de la Uni¨®n Europea. Ello no har¨ªa perder el car¨¢cter integrado de los 27, pero con dos niveles de implicaci¨®n, participaci¨®n y cesi¨®n de soberan¨ªa dentro del devenir colectivo supranacional.
Para lograr tanto esos cambios sustantivos en el nivel de mayor¨ªas en las votaciones, haciendo desaparecer el derecho de veto, como para posibilitar esos grados flexibles de integraci¨®n por los pa¨ªses miembros, ser¨ªa necesario que se celebrase finalmente la varias veces anunciada Convenci¨®n Europea, en la cual se pudiesen aprobar esas reformas de los tratados que tanto necesita Europa para profundizar en sus niveles de democracia y de progreso social.
Aparte de lo anterior, y de cara tambi¨¦n a propiciar un progreso integral de la Uni¨®n Europea, se deber¨ªa retomar en alg¨²n momento el proyecto de una Constituci¨®n Europea. Aprobado originalmente en 2004, qued¨® paralizado por la falta de ratificaci¨®n de varios pa¨ªses y como consecuencia de diversas rencillas entre varios de los Estados miembros. Esta nueva Carta Magna europea podr¨ªa igualmente contemplar la posibilidad de los nuevos sistemas de votaci¨®n y niveles de integraci¨®n que hemos apuntado anteriormente.
Creemos, finalmente, que en este escenario de posibles reformas y avances europeos, Espa?a podr¨ªa tener un papel significativo en los pr¨®ximos meses, dado que nuestro pa¨ªs va a ostentar la presidencia europea en el segundo semestre de este mismo a?o. Para ello ser¨ªa necesario que en nuestro pa¨ªs se considerasen estos avances europeos como una cuesti¨®n de Estado y que las distintas fuerzas pol¨ªticas lo tomasen como un proyecto com¨²n y participasen en el mismo de una forma coordinada, transparente y generosa (aunque esto pueda sonar a utop¨ªa), actuando as¨ª como catalizadores de ese progreso democr¨¢tico e institucional, y que podr¨ªa suponer una aportaci¨®n al devenir hist¨®rico de nuestra casa com¨²n europea. Eso har¨ªa, adem¨¢s, que los ciudadanos espa?oles (e incluso los europeos) pudi¨¦semos creer m¨ªnimamente por una vez en la capacidad de di¨¢logo y de acuerdo, y, por tanto, de respeto a la voluntad ciudadana, por parte de nuestra clase pol¨ªtica.
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