Dos fuentes de la ira popular
La ¨²nica alternativa est¨¢ en que las protestas se traduzcan en m¨¢s y mejor democracia
Bien visto, la coincidencia entre las mega-manifestaciones populares en Francia e Israel puede que no sea casual. Desde luego, unas tienen que ver con el recorte de derechos sociales adquiridos, como en el primer caso, y otras con la amenaza de dinamitar instituciones b¨¢sicas para el control del poder pol¨ªtico. Sin embargo, si ampliamos un poco el foco nos damos cuenta enseguida de que forman parte de un mismo paquete, eso que ven¨ªamos llamando Estado social y democr¨¢tico de derecho. Francia representar¨ªa la parte social, Israel la democr¨¢tica; ambas sujetas a amenazas evidentes, pero que no son inconmensurables. Constitu¨ªan las dos patas sobre las que se sosten¨ªa nuestro mundo occidental. Una, la social, era la que ven¨ªa sufriendo la mayor erosi¨®n. Las din¨¢micas de la globalizaci¨®n de la econom¨ªa han provocado un estancamiento del motor de ascenso social y unos niveles de desigualdad inimaginables hace solo un par de d¨¦cadas. Hoy estamos bajo un paradigma que encuentra su manifestaci¨®n m¨¢s palpable en las dificultades para financiar adecuadamente una sanidad universal o satisfacer las expectativas puestas en el sistema de pensiones. El motor redistributivo se ha atorado y ya no hay manera de esconder la indignaci¨®n de los perdedores de este proceso.
La otra pata, la democr¨¢tica, sufre de la frustraci¨®n derivada de la imposibilidad de encontrar respuestas eficaces al problema anterior por parte de la clase pol¨ªtica tradicional. Y en estas aguas revueltas es donde se ceba el populismo. ?Alguien duda de que la gran beneficiaria de lo que ocurre en Francia es Marine Le Pen? Pero tambi¨¦n la desestabiliza la a?oranza de la homog¨¦nea comunidad nacional perdida, su incapacidad para buscar acomodo a la nueva diversidad, a poblaciones mestizas y valores plurales. La otra fuente del escapismo populista. No nos enga?emos, la crisis de la democracia es reflejo tambi¨¦n del agotamiento de la parte m¨¢s noble de la tradici¨®n liberal, la creaci¨®n de espacios para una convivencia tolerante de lo plural, para poder disentir sin imposiciones por parte de la mayor¨ªa. El s¨ªndrome israel¨ª es esperanzador porque demuestra que no vamos a entregarnos sin m¨¢s a los enemigos de la libertad, y que esta lucha no es menos pasional que la que dicen defender sus adversarios. En las calles franco-israel¨ªes se elevan dos gritos que no son incompatibles: ¡°?ni neoliberalismo ni iliberalismo!¡±. C¨®mo conjugarlos, c¨®mo recuperar la coherencia de un Estado social y democr¨¢tico tan debilitado es la gran tarea que nos queda por delante.
En el otro lado del ring se encuentran Vlad¨ªmir Putin y Xi Jinping, que comienzan a esbozar la contraofensiva geopol¨ªtica de las autocracias. Deben de sentirse euf¨®ricos de contemplar lo que interpretan como evidentes se?ales de debilidad de las democracias. En sus pa¨ªses nadie se atreve a chistar. Pero es el silencio de los corderos. ?Alguien piensa de verdad que ah¨ª puede anidar alguna alternativa? La ¨²nica alternativa est¨¢ en hacer que aquellas sean m¨¢s resilientes, que la ira popular se traduzca en m¨¢s y mejor democracia.
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