La violencia digital en el f¨²tbol y un silencio estruendoso
La normalizaci¨®n de la violencia entre los hombres lleva a que, cuando las mujeres se?alamos esas mismas situaciones, se nos tilde de exageradas
Hay silencios que son estruendos, cuya enormidad retumba m¨¢s fuerte que cualquier sonido. Hay silencios que significan la presente ausencia, el peso inconmensurable de todo lo que se viene a la mente ¡ªy al cuerpo¡ª al intentar llenar ese espacio con lo que se sabe que estar¨ªa ah¨ª. Esos son los silencios que sofocan.
¡°?Ha entrado alguna vez a un estadio vac¨ªo? Haga la prueba. P¨¢rese en medio de la cancha y escuche. No hay nada menos vac¨ªo que un estadio vac¨ªo. No hay nada menos mudo que las gradas sin nadie.¡± En F¨²tbol a sol y sombra, Eduardo Galeano describe con envidiable nitidez el peso de algunos silencios, la presencia en lo ausente. Flaco favor el que le estar¨¦ haciendo al uruguayo utilizando sus n¨ªtidas expresiones para acercarme a algo tan desagradable y oscuro pero es que es dif¨ªcil describir la imagen o el sonido. Tal vez la ausencia de esto ¨²ltimo sea lo m¨¢s desafiante de transmitir, ?c¨®mo explicar un sonido que ensordece a trav¨¦s del silencio? Hay quienes han utilizado la analog¨ªa de los estadios o arenas para explicar las din¨¢micas y comportamientos respecto de las redes sociales y el discurso p¨²blico. Est¨¢ bien, hagamos entonces uso de ella. En este estadio en el que se juega a todo: a la opinolog¨ªa, a la (des)informaci¨®n, a la (des)calificaci¨®n, al acoso, a la (des)conexi¨®n y a un largo etc¨¦tera, es tambi¨¦n cierto que no hay nada menos mudo que dejar el celular a un lado y pretender que las voces que ah¨ª se escuchan -al menos simb¨®licamente- no est¨¢n hablando.
La violencia digital es un nuevo desaf¨ªo que no ha llegado con la liga femenil pero s¨ª ha puesto en el centro conversaciones que con anterioridad no se daban. No es que a los futbolistas o a los periodistas varones no los ataquen, es que simplemente no se han dado a la tarea de hablarlo, visibilizarlo y combatirlo. La normalizaci¨®n de la violencia entre los hombres lleva a que cuando las mujeres se?alamos esas mismas situaciones, se nos tilde de exageradas o que tal vez estos pronunciamientos atraigan apenas una primera mirada. No es sorpresa entonces que el acompa?amiento y entendimiento de los seres queridos, los procesos institucionales, el acompa?amiento policiaco, los caminos legislativos y todo aquello que se debe tomar en cuenta para combatir y erradicar estas violencias sea tan arcaico y avance a un paso glaciar. Las lagunas legales e institucionales han permitido la fuga de un gran talento, aunque esto permea de forma todav¨ªa m¨¢s grave entre quienes tal vez no tengan tanta exposici¨®n ni posibilidades de posicionarse.
Es por ello que la violencia digital es tan cruel y parad¨®jicamente tan visiblemente oculta. Todas las personas que estamos en este estadio -en ocasiones como espectadoras y otras como protagonistas- la podemos presenciar y sin embargo ignoramos sus consecuencias. Vemos los golpes pero no los hematomas. Tales fueron los golpes para la futbolista (ahora ex) del Am¨¦rica Scarlett Camberos, quien anunci¨® su salida del club y del pa¨ªs. Se hab¨ªan empalmado el mundo presencial y el digital, el acoso en l¨ªnea hab¨ªa pasado a su espacio f¨ªsico. Muchas otras de sus compa?eras han salido a hablar sobre la situaci¨®n que atraviesan. Podr¨ªamos pensar que dada su participaci¨®n en un ambiente tan masculinizado y violento es ¨²nico el caso de las futbolistas o periodistas deportivas que vivimos violencias de esta ¨ªndole. Desafortunadamente es solamente una magnificaci¨®n de lo que arrojan las cifras presentadas por ONU Mujeres recientemente.
El 38% de las mujeres a nivel mundial tienen experiencias personales de violencia en l¨ªnea y el 85% de las mujeres que est¨¢n en l¨ªnea han presenciado violencia digital contra otras mujeres. Como dec¨ªa, en la arena a veces somos protagonistas y a veces somos testigos, pero la gran mayor¨ªa de las veces somos ambas. ?Qu¨¦ pedagog¨ªa y qu¨¦ mensaje estamos dando a otras mujeres? Que el silencio es siempre una mejor opci¨®n, que la autocensura es el camino para no terminar como las dem¨¢s. ?Qu¨¦ pedagog¨ªa y qu¨¦ mensaje estamos dando a otros hombres? Que la impunidad es su gran aliado y que las violencias que conducen para con otros hombres pueden ser f¨¢cilmente replicadas y recrudecidas -sin consecuencia- para ganar estatus frente a otros hombres.
Me imagino a las futbolistas llegando a casa despu¨¦s de un partido. El agotamiento que no llega a consumarse en un sue?o profundo, demasiada adrenalina y los gritos del estadio repleto todav¨ªa en sus cabezas. Recapitulando cada movimiento, cada momento destacado del encuentro. Como cualquier persona toman su celular al acostarse en la cama y buscan un poco de calma. Entran a la red social de su preferencia y comienzan a repasar lo que se dijo en su ¡°ausencia¡±. Y ah¨ª est¨¢.
Es leer las letras en silencio pero escuchar esas millones de voces en su cabeza. Las palabras que entran como cuchillos, la voz que por otro lado les dice que no hagan caso, que son cosas de internet, que hagan como tantas veces les han dicho, que ¡°hay que tomarlo de quien viene¡±. La salida a la cancha real trae tambi¨¦n consigo una salida a la cancha simb¨®lica. En esta, desafortunadamente, no hay reglas, ni compa?eras, ni ¨¢rbitras, ni cron¨®metro. Es un juego siniestro que cambia a cada instante y en el que a la lejan¨ªa existe un nuevo due?o -Elon Musk- que ha decidido convertir este espacio en los Juegos del Hambre y dejar a cada uno a su suerte.
Es m¨¢s agudo el dolor cuando se anticipa, cuando ronda por ah¨ª el pre¨¢mbulo de lo que ya se sabe que suceder¨¢. Antes de que comience el partido las emociones se viven de forma m¨¢s intensa, burbujean al interior todas las posibilidades de lo que est¨¢ por suceder pero existe aquella que no se puede borrar, aquella que est¨¢ ah¨ª afincada con la misma claridad con la que se sabe que existir¨¢ un silbatazo inicial y final: el insulto que enciende, la declaraci¨®n preparada para alimentar la mecha y que corra como el hilo de p¨®lvora de las caricaturas hasta hacer todo explotar. Lo ¨²nico que tenemos por seguro es que la violencia caer¨¢ una vez m¨¢s como una lluvia t¨®xica. Esas voces suenan en el silencio de la privacidad del m¨®vil, del trayecto en el transporte, la mirada atenta mientras se lleva el tenedor a la boca o el rato muerto en el que espera a que llegue la persona con la que se va a reunir. Previo a cada nueva interacci¨®n, a cada momento en que se reanuda la vida lejos de la pantalla hay que reiniciar la m¨¢quina, borrar el recuerdo de la descalificaci¨®n y seguir adelante. O al menos eso es lo que se espera, porque cuando se habla de violencia digital parece que para muchos la cosa se queda en ¡°la molestan en internet¡±.
Ana Paola L¨®pez Irigoyen, exfutbolista de la liga femenil y quiz¨¢s una de las pocas que habla de forma p¨²blica sobre los desaf¨ªos y problem¨¢ticas del deporte que protagoniz¨® hace poco, menciona que las jugadoras hablan poco porque tiene miedo a perder su posici¨®n y no ser aquellas que sacrifiquen su carrera por generar un cambio.
¡°El futbol es una burbuja, aunque sea en la rama femenil. Vives en aislamiento aunque tal vez un poco m¨¢s anclada a la realidad que los varones. En el femenil tambi¨¦n se piensa que entre m¨¢s vivas en la burbuja y m¨¢s est¨¦s en el ostracismo es mejor porque es un modelo que se acerca al futbol varonil, que es lo aspiracional¡±, comenta. ¡°Esto s¨ª es cuesti¨®n de preparaci¨®n y estar empapada con esta clase de temas. El entorno futbolero en este pa¨ªs es uno de mucha desigualdad y las visiones m¨¢s internacionales -generalmente m¨¢s de clase media- en ese tipo de temas son escasas. Por eso las jugadoras que piensan as¨ª generalmente son las que optan por salir, ya sea con reflectores o sin ellos.¡±
El silencio ensordecedor de este estadio metaf¨®rico crece sustancialmente ante el silencio literal de un p¨²blico que ha incorporado en su normalidad ver un partido sin ¨¢rbitros, sin cron¨®metro y, si no presta atenci¨®n, posiblemente sin jugadoras.
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