El poder de ChatGPT
El potencial de la nueva herramienta de IA demanda un estudio solvente sobre sus efectos indeseados
La inteligencia artificial ha invadido la conversaci¨®n p¨²blica justificadamente: es formidable el potencial que la herramienta ChatGPT (una especie de robot de la empresa OpenAI capaz de conversar con el usuario) ofrece, y son millones y millones de personas quienes han descubierto ya su capacidad de respuesta. Tanto EE UU como China y distintos Estados europeos, incluida Espa?a, han activado mecanismos para estudiar posibles efectos indeseados. La sospecha de vulnerar la legislaci¨®n sobre protecci¨®n de datos ha sido la causa para abrir una investigaci¨®n de la Agencia Espa?ola de Protecci¨®n de Datos, como ha anunciado tambi¨¦n que har¨¢ el organismo que coordina las agencias europeas (mientras Italia ha bloqueado el acceso a ChatGPT). Aducen que la IA generativa podr¨ªa estar nutri¨¦ndose tanto de datos privados como de los de facturaci¨®n de los usuarios y las empresas, incluidas las conversaciones que mantiene cada ciudadano con el sistema para entrenar los algoritmos. ?Contesta igual sobre Franco ante la misma pregunta de un votante de Vox o de Podemos? De hecho, hay indicios de que inventa respuestas con trazas de verosimilitud, pero infundadas.
Son inquietudes leg¨ªtimas ante su impacto en m¨²ltiples ¨¢mbitos human¨ªsticos ¡ªde la docencia al periodismo o el saber recreativo. La herramienta se nutre de lo que tiene a su alcance: internet entera, aunque deber¨ªa excluir (seg¨²n la normativa europea) bancos de datos de acceso limitado o fuentes protegidas por derechos de autor. La consistencia discursiva del texto generado artificialmente puede bastar para transmitir como veraz lo que solo es veros¨ªmil o meramente coherente. Pero en infinidad de asuntos humanos no existe verdad alguna de referencia, no la hay sobre el aborto, sobre el consumo de drogas o sobre la sexualidad. La capacidad de afinar respuestas que resulten persuasivas para el usuario, de acuerdo con su propia expectativa de respuesta entrenada por el algoritmo, forma parte del problema porque no hay respuesta ¨²nica para la mayor¨ªa de las preguntas que nos formulamos los humanos. La recomendaci¨®n del comisario Thierry Breton quiz¨¢ se queda corta: no solo debe avisarse de que la respuesta est¨¢ producida por inteligencia artificial, sino que nada ni nadie puede garantizar el acierto de la respuesta ofrecida. Ser¨¢ necesario analizar con informaci¨®n fiable su funcionamiento y supervisar de forma independiente los riesgos para rentabilizar un invento prodigioso, sin eludir los efectos nocivos que su manipulaci¨®n pueda tener.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.