Candidatos de Bildu
La presencia en las listas electorales de expresos de ETA con delitos de sangre destila crueldad pese a su legalidad
La presencia en las m¨¢s de 300 listas de Bildu para las elecciones municipales en Euskadi y Navarra de 44 ciudadanos que fueron condenados por colaboraci¨®n o pertenencia a ETA, entre ellos siete por delitos de sangre, ha provocado un debate in¨¦dito, suscitado por Covite, asociaci¨®n vasca de v¨ªctimas del terrorismo, despu¨¦s de un minucioso rastreo de los candidatos abertzales, sobre la conveniencia de fijar unos criterios pol¨ªticos y ¨¦ticos m¨ªnimos para las listas electorales. Los partidos han eludido pronunciarse sobre la cuesti¨®n de fondo que plantea Covite y algunos, particularmente el PP y su presidente, Alberto N¨²?ez Feij¨®o, han aprovechado su primer mitin de campa?a para atacar al PSOE, pese a que los socialistas lamentaran la presencia de exetarras en las listas, por sus acuerdos parlamentarios puntuales con Bildu durante esta legislatura.
La incuestionable legalidad de las listas de Bildu, reconocida por la Junta Electoral, no agota la reflexi¨®n sobre su significado. Los 44 exmilitantes o excolaboradores de ETA ya ajustaron sus cuentas ante la ley y tienen reconocidos plenamente sus derechos, incluido el de presentarse como candidato y representar pol¨ªticamente a los ciudadanos que les voten. El problema se plantea en el terreno ¨¦tico y pol¨ªtico.
Por un lado, su participaci¨®n electoral es un ¨¦xito de la democracia. El hecho de que exmilitantes o exsimpatizantes de ETA accedan a participar hoy en la vida pol¨ªtica, tras haberla atacado con las armas durante a?os, es un reconocimiento, aunque tard¨ªo, de la superioridad moral del sistema democr¨¢tico, amparado en la Constituci¨®n. Es, adem¨¢s, lo que los partidos democr¨¢ticos han venido pidiendo sistem¨¢ticamente a ETA y su entorno durante d¨¦cadas. Sin embargo, la presencia electoral de estos candidatos, especialmente los siete que cumplieron condena por delitos de sangre, provoca dolor a las v¨ªctimas, como denuncia Covite, y puede bordear la actitud matonil de quienes obvian el significado de candidaturas con pasado sangriento. Los dirigentes de Bildu tienen que ofrecer una explicaci¨®n, m¨¢s a¨²n cuando Arnaldo Otegi en octubre de 2021, con motivo del d¨¦cimo aniversario del final del terrorismo, se comprometi¨® a aliviar a las v¨ªctimas de ETA con el respeto y la memoria. Corrobor¨® su compromiso con la prohibici¨®n de la pr¨¢ctica de los ongi etorri, los recibimientos p¨²blicos y homenajes a los presos etarras excarcelados.
Todo apunta a que Otegi, presionado por los sectores radicales, ha primado la cohesi¨®n interna sobre su compromiso con las v¨ªctimas. Pero Bildu est¨¢ obligado a avanzar en ese compromiso por razones ¨¦ticas y pol¨ªticas. Dif¨ªcilmente podr¨¢ ampliar su espacio electoral y gobernar alg¨²n d¨ªa en Euskadi si no completa su recorrido de aproximaci¨®n a las v¨ªctimas con el reconocimiento de que el terrorismo etarra no tuvo justificaci¨®n. Mientras no lo haga, seguir¨¢ existiendo el riesgo de que se repitan episodios tan lamentables y contrarios a la m¨¢s elemental piedad humana como estas listas. Es legal, pero es cruel e infame.
No es la primera vez. Ha sido habitual la presencia de exetarras en las listas abertzales. Josu Ternera, exdirigente de ETA, fue candidato y parlamentario por Euskal Herritarrok en 1998, y Juan Carlos Yoldi, siendo preso etarra, fue candidato a lehendakari por Herri Batasuna en 1987 y debati¨® en el Parlamento vasco. En 2019, Bildu present¨® a 24 candidatos con condenas por terrorismo (uno por delitos de sangre), pero ahora ocurre cuando la izquierda abertzale est¨¢ plenamente integrada en la vida pol¨ªtica vasca y espa?ola.
La responsabilidad de Bildu no evita que haya que lamentar, una vez m¨¢s, que la derecha espa?ola utilice una cuesti¨®n de Estado, como es el terrorismo, para confrontar con el Gobierno por razones electorales. Con su pretendida actitud de defensa a las v¨ªctimas no las beneficia sino que las divide, como divide a la sociedad, e impide un debate racional pendiente sobre el final del terrorismo y sus consecuencias. Sorprende, incluso por las mismas razones electorales que impulsan esta utilizaci¨®n partidista, porque exacerbar este doloroso episodio solo beneficia a Vox.
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