Trump imputado
La hist¨®rica decisi¨®n de acusar de delitos federales al expresidente es una reafirmaci¨®n del Estado de derecho
El Departamento de Justicia de Estados Unidos ha decidido imputar 37 delitos federales al expresidente Donald Trump por el caso de los papeles clasificados que guard¨® en su mansi¨®n de Florida y que se resisti¨® a devolver al Gobierno hasta que el FBI tuvo que recuperarlos en un registro. El escrito de acusaci¨®n fue hecho p¨²blico ayer, pero el propio Trump hab¨ªa anunciado la imputaci¨®n a sus seguidores horas antes en las redes. Trump deber¨¢ presentarse en un juzgado federal de Miami, donde reside y donde se cometi¨® el delito, el pr¨®ximo martes. Los cargos conllevan a?os de c¨¢rcel y tienen que ver con obstrucci¨®n a la justicia, retenci¨®n de documentos de seguridad nacional y violaciones de la ley de espionaje, entre otros. Se trata de un momento de extraordinaria gravedad en un pa¨ªs donde ning¨²n presidente o expresidente, ni los m¨¢s denostados, se hab¨ªa enfrentado nunca a una acusaci¨®n criminal.
La gravedad del caso qued¨® en evidencia el pasado agosto cuando el FBI decidi¨® lanzar un registro en la mansi¨®n del expresidente en Florida. All¨ª encontraron cientos de documentos oficiales de los a?os de Trump en la Casa Blanca, algunos de ellos marcados con la m¨¢xima clasificaci¨®n de secreto. En la autorizaci¨®n del registro se revelaba que Trump llevaba meses eludiendo las peticiones para devolver esos documentos, que son propiedad del Estado y deben ser entregados a los Archivos Nacionales, e incluso su entorno hab¨ªa enga?ado al FBI respecto a la cantidad y la protecci¨®n de los mismos. Ante la perspectiva de ser el primer fiscal general que imputa a un expresidente, y adem¨¢s rival pol¨ªtico directo, Merrick Garland decidi¨® nombrar un fiscal especial aut¨®nomo para que tomara ¨¦l la decisi¨®n, eliminando cualquier apariencia pol¨ªtica. Esta ya est¨¢ sobre la mesa. Se trata de un precedente constitucional al que EE UU nunca se hab¨ªa enfrentado y que tendr¨¢ consecuencias a¨²n desconocidas. Primero para el propio Trump, que se enfrenta al menos a otras dos investigaciones graves por intentar manipular el resultado electoral de 2020 en Georgia y por su papel en el asalto al Capitolio. Su aura de impunidad, cultivada durante d¨¦cadas de matonismo y falta de escr¨²pulos, ya hab¨ªa ca¨ªdo tras ser imputado por delitos contables en la fiscal¨ªa de Manhattan y condenado por difamaci¨®n de una mujer que afirma haber sido violada por ¨¦l. Ahora, la perspectiva de ir a la c¨¢rcel es real.
Las consecuencias son tambi¨¦n graves para un pa¨ªs que durante dos siglos y medio hab¨ªa reservado para sus expresidentes un lugar de reverencia. En este sentido, ser¨¢ clave ver las reacciones de la decena de candidatos que se enfrentan a Trump por la nominaci¨®n republicana en 2024 y que, con algunas excepciones, tratan de nadar y guardar la ropa. Sobran ya los argumentos para reconocer al expresidente como el personaje oportunista que siempre fue, fuera de los m¨¢rgenes de la democracia, incluidos sus extremos. El Partido Republicano dif¨ªcilmente puede defender a Trump sin hacerse a la vez corresponsable de sus actos.
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