Feij¨®o, cuesti¨®n de estilo
Los ¡°cinco ejes estrat¨¦gicos¡± del PP y Vox en la Comunidad Valenciana muestran el desprecio que tienen a la obligaci¨®n de explicar su proyecto
Ahora que ha muerto Silvio Berlusconi, sorprende hasta qu¨¦ punto el empresario (y pol¨ªtico) italiano supo conectar con una importante parte de la sociedad que se sent¨ªa postergada y despreciada. No sientan complejos, vino a decirles, est¨¢ muy bien que quieran ganar dinero de cualquier manera, ...
Ahora que ha muerto Silvio Berlusconi, sorprende hasta qu¨¦ punto el empresario (y pol¨ªtico) italiano supo conectar con una importante parte de la sociedad que se sent¨ªa postergada y despreciada. No sientan complejos, vino a decirles, est¨¢ muy bien que quieran ganar dinero de cualquier manera, que les arrastre el f¨²tbol y celebren el griter¨ªo contra ese enemigo que se va a barrer en el campo, tampoco padezcan ni se sientan mal si en la televisi¨®n lo que m¨¢s les gusta son las largas piernas y la ligereza de unas mujeres que van pr¨¢cticamente desnudas y que transmiten una felicidad instant¨¢nea y una vida sin complicaciones, c¨®mprense un piso, descorchen una botella de champ¨¢n, desconf¨ªen de los pol¨ªticos que se aprovechan de su ingenuidad y de su buen coraz¨®n, ind¨ªgnense con todos esos jueces que ponen por delante unas leyes abusivas. Ya est¨¢ bien de tanto chorizo. Berlusconi arras¨®, era la encarnaci¨®n del ¨¦xito, el que cantaba en los cruceros e iba de puerta a puerta para vender lo que hiciera falta con tal de labrarse un futuro, uno m¨¢s de los nuestros, que pelea por lo suyo y que no siente verg¨¹enza.
Berlusconi no tuvo nunca mucho que ver con aquellas figuras que hace un siglo conectaron tambi¨¦n con el resentimiento y la sensaci¨®n de humillaci¨®n que encharcaron los ¨¢nimos de quienes se sent¨ªan derrotados en los a?os veinte y treinta. De Mussolini se dec¨ªa que educaba a los italianos ¡°simplemente con mirarlos a los ojos¡± y Hitler lleg¨® a afirmar que lo que estaba ¡°podrido en el Estado¡± deb¨ªa desaparecer y que eso solo pod¨ªa conseguirse ¡°mediante el terror¡±. Eran l¨ªderes bravucones, reclamaban de los suyos un entusiasmo ¨¦pico, exaltaban la violencia como un camino de purificaci¨®n. Berlusconi tuvo otro estilo para seducir a los suyos, tambi¨¦n es distinto el que tiene Donald Trump. Lo que tienen en com¨²n es transmitirles a sus seguidores un fuerte sentido de pertenencia.
Lo que lleg¨® junto a esa exaltaci¨®n de los deseos m¨¢s primarios que ofrec¨ªa Berlusconi ¡ªgoles, velinas y dinero¡ª fue la obstinada y progresiva liquidaci¨®n de cualquier otro esfuerzo que no tuviera compensaciones inmediatas. Antonio Scurati lo explic¨® en un reciente art¨ªculo publicado en estas p¨¢ginas: ¡°Por el camino hemos perdido la capacidad de educar a nuestros hijos (nos han sustituido primero la televisi¨®n y luego internet) y a nuestros alumnos (al fin y al cabo, ?para qu¨¦ sirve el conocimiento?), as¨ª como la capacidad de luchar colectivamente por un ma?ana mejor (la narrativa berlusconiana no admite m¨¢s que el enriquecimiento individual)¡±.
Hoy existe una creciente inquietud por la capacidad de contagio que puedan tener las formaciones de ultraderecha, como Vox, en los partidos conservadores tradicionales, como el PP. Quienes gritan ¡°que viene el fascismo¡±, y piensan en aquellos grotescos iconos del siglo XX, igual se equivocan. El estilo importa, y conviene fijarse bien en las se?ales que acaba de mandar Alberto N¨²?ez Feij¨®o. Lean los ¡°cinco ejes estrat¨¦gicos¡± que van a definir las pol¨ªticas de Vox y el PP en la Comunidad Valenciana. ¡°Libertad, para que todos podamos elegir¡±, por citar solo el primero. Forma y fondo son lo mismo, y lo que muestran es una actitud: ¡°No pretender¨¢ usted que nos expliquemos, ?no?¡±. Pues s¨ª. ?Qu¨¦ planes tienen? Es lo que deber¨ªan explicar las fuerzas pol¨ªticas ante una cita electoral y, sobre todo, cuando van a gobernar.