Humanizar los trabajos: usos del tiempo
En Espa?a contin¨²a primando el presencialismo y los algoritmos se est¨¢n utilizando para aumentar el control empresarial, de una manera m¨¢s difusa y menos evidente pero mucho m¨¢s autoritaria e inhumana
Hay pol¨ªticas que, en la medida que comportan cambios culturales y rompen con rutinas ancestrales, requieren de mucha pedagog¨ªa. Es lo que sucede con la ley de usos del tiempo anunciada por Yolanda D¨ªaz
Nuestra sociedad es hija del fordismo-taylorismo que ha impregnado toda la organizaci¨®n social. Concentraciones fabriles, condiciones de trabajo homog¨¦neas y trabajadores concebidos como piezas cl¨®nicas del engranaje industrial. Todo, presidido por un control f¨¦rreo de los tiempos de trabajo y vida como mecanismo de disciplina y productividad.
Fruto de esta cultura, en Espa?a contin¨²a primando el presencialismo. Se valora especialmente la cantidad de horas que las personas permanecen en sus puestos de trabajo. El resultado son empresas ineficientes y vidas precarias, incluida la salud.
A lo largo de la historia las formas de trabajo han evolucionado hacia una mayor humanizaci¨®n, con m¨¢s libertad y personalizaci¨®n en su prestaci¨®n. Aunque a menudo las nuevas formas han conservado trazos de las viejas. As¨ª, la servidumbre, con el vinculo de por vida de los siervos a la tierra, mantuvo trazas propias del esclavismo. Algo de eso sucede ahora, con una digitalizaci¨®n impregnada de taylorismo industrial.
Otro potente hilo conductor ha sido la utilizaci¨®n de los avances tecnol¨®gicos para mejorar la productividad con menos horas de trabajo. Durante la industrializaci¨®n hemos pasado de una media de 3.000 horas al a?o, a principios del siglo XX, a menos de 1.700 en la actualidad.
Estas tendencias hist¨®ricas no son deterministas ni lineales, por eso es necesario impulsarlas social y pol¨ªticamente. A pesar de que un buen uso de la digitalizaci¨®n permitir¨ªa una mayor libertad y personalizaci¨®n de los trabajos, en muchas ocasiones se utiliza para una gesti¨®n autoritaria de las empresas que ignora las necesidades de las personas trabajadoras. El resultado es un aumento de la brecha de poder entre capital y trabajo y una deshumanizaci¨®n de las vidas.
Los algoritmos se est¨¢n utilizando para aumentar el control empresarial, de una manera m¨¢s difusa y menos evidente pero mucho m¨¢s autoritaria e inhumana. As¨ª, en las empresas de plataforma se exige disponibilidad horaria plena durante los per¨ªodos de espera que no se retribuyen. Adem¨¢s, se utilizan para evaluar la ¡°reputaci¨®n digital¡± de los trabajadores, de lo que depende el salario y el empleo.
Esa l¨®gica empresarial va m¨¢s all¨¢ de la econom¨ªa de plataforma. Se est¨¢ irradiando a todos los sectores. En el entrenamiento de algoritmos para la inteligencia artificial se combina el uso de tecnolog¨ªas muy avanzadas con formas cuasi esclavistas de trabajo, como describe muy bien Kate Crawford en su libro Atlas de la inteligencia artificial.
La disponibilidad plena de los trabajadores se lleva a los l¨ªmites. Recientemente hemos visto como se obligaba a trabajadoras de un centro de atenci¨®n telef¨®nica a seguir trabajando con una compa?era fallecida a su lado. Es un caso extremo, pero la vida esta pre?ada de ejemplos muy duros e insufribles humanamente.
Uno de los grandes retos de civilizaci¨®n del siglo XXI pasa por humanizar los trabajos para humanizar la vida. Una Ley de usos del tiempo puede sernos muy ¨²til. Es cierto que las leyes no lo resuelven todo, pero pueden incentivar pol¨ªticas que contribuyan al cambio cultural, como en su momento hizo la ley del tabaco con unos h¨¢bitos sociales que parec¨ªan inmutables.
Humanizar los trabajos significa reducir las jornadas de trabajo para dedicar m¨¢s tiempo a nuestras vidas. Pero no solo, tambi¨¦n concebir la flexibilidad laboral como un derecho de las personas para dignificar sus vidas, no solo como mecanismo de competitividad.
Las pol¨ªticas de usos del tiempo permiten vertebrar conflictos que en ocasiones aparecen como causas desvertebradas. La humanizaci¨®n de los trabajos, con reducci¨®n de la jornada y su personalizaci¨®n, son uno de esos objetivos que nacen como reivindicaciones de g¨¦nero y terminan siendo conquistas de ciudadan¨ªa.
Las personas, especialmente las j¨®venes, tienen cada vez m¨¢s claro que no quieren vivir para trabajar, sino que trabajan para vivir. Reclaman incentivos profesionales y laborales, pero cada vez m¨¢s incentivos vitales.
Algunas empresas ya han comprendido que la mejor manera de retener el talento ¡ªtodas las personas, sea cual sea su cualificaci¨®n, lo aportan¡ª es ofrecer flexibilidad y personalizaci¨®n de los trabajos para humanizar las vidas. Las empresas que no lo entiendan est¨¢n condenadas al quejido, como ya sucede en la hosteler¨ªa.
Humanizar los trabajos para humanizar las vidas sintoniza adem¨¢s con el objetivo de democratizar las empresas. Eso significa, entre otras cosas, cambios en el gobierno corporativo para que el discurso de los stakeholders no sea mero marketing. Garant¨ªas de que los derechos fundamentales no se quedan a las puertas de las empresas. Y una gobernanza m¨¢s democr¨¢tica de los tiempos de trabajo. Objetivo este, en el que la negociaci¨®n colectiva puede jugar un papel importante, por la capacidad que tiene de aplicar con flexibilidad normas generales a realidades diversas.
Si queremos avanzar en la humanizaci¨®n de los trabajos para humanizar nuestras vidas urge una conversaci¨®n p¨²blica serena sobre las pol¨ªticas de usos del tiempo.
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