Aguja e hilo, en memoria de Concha
El de la costurera Concha es un crimen execrable, aunque quiz¨¢ menos premeditado que la indecencia de quienes propagaron el bulo de que el asesino era magreb¨ª para a?adir odio e ignominia a la tragedia
El otro d¨ªa se me cay¨® el bot¨®n cr¨ªtico de la blusa, ese donde desagua el canalillo, en el peor momento posible. Soltando un segundo la diestra del volante para coger un chicle del bolso en un par¨®n del atasco diario para llegar al curro. Mira, qu¨¦ disgusto. Me o¨ª jurar en arameo yo solita ante una cat¨¢strofe que se arregla en un minuto con aguja e hilo. Pero es que, aqu¨ª y ahora, en esta Espa?a en la que a hacer punto se le llama knitting y los pertrechos se compran por Amazon, es m¨¢s dif¨ªcil encontrar una aguja en ciertos barrios que en el pajar del refr¨¢n de marras. Y quien dice una aguja, dice un tornillo o una revista. No quedan mercer¨ªas ni ferreter¨ªas ni quioscos ni m¨¢s tiendas a pie de calle que franquicias de moda y carcasas de m¨®viles. Y las que quedan agonizan con el tendero contando los d¨ªas para poder bajar la persiana y jubilarse con el traspaso del local a una sala de juegos en l¨ªnea, una marca de yogur helado o un gastrobar canallita.
En esas diatribas me hallaba cuando o¨ª en la radio del coche que un canalla hab¨ªa cosido a pu?aladas a Concha, una costurera de 61 a?os, en su camiser¨ªa de toda la vida del barrio de Lavapi¨¦s, el mism¨ªsimo cogollo de la desigualdad madrile?a, para robarle la caja. Se jubilaba en agosto, despu¨¦s de 30 a?os vendiendo el g¨¦nero. Un crimen execrable, por supuesto, aunque quiz¨¢ menos premeditado que la indecencia de los ?periodistas? y l¨ªderes ultraderechistas que propagaron el bulo de que el asesino era magreb¨ª para a?adir odio e ignominia a una tragedia ignominiosa y odiosa con la v¨ªctima todav¨ªa de cuerpo presente. Esos s¨ª que no dan puntada sin hilo. Respecto a mi drama de pija, solo dir¨¦ que par¨¦ en un pol¨ªgono, anduve 1.000 de mis 1.500 pasos diarios por un gigantesco bazar chino y pill¨¦ un kit de costura de esos que regalaban en los hoteles antes de que te cobraran hasta el agua potable. Ahora, en memoria de Concha, llevo aguja e hilo en la guantera. Otra cosa es poder enhebrarlos con esta presbicia.
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